Este 2 de junio de 2025, el monte Etna, el volcán activo más alto de Europa, ha entrado en una espectacular fase eruptiva que ha obligado a turistas y residentes a evacuar rápidamente las zonas cercanas al cráter. El fenómeno, que comenzó durante la madrugada, ha generado una impresionante columna de humo negro que se ha elevado hasta cinco kilómetros de altura sobre la isla italiana de Sicilia.
La erupción se ha producido tras el colapso parcial del cráter sureste del volcán, según ha informado el Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología de Catania (INGV). Las primeras señales de actividad anormal fueron detectadas a las 2:39 horas de la noche, cuando los instrumentos registraron «una repentina variación de los parámetros» a una altura de 2.800 metros en el volcán siciliano.
Turistas sorprendidos en pleno día festivo
La coincidencia de la erupción con el Día de la República en Italia, un festivo nacional, ha provocado que numerosos turistas y excursionistas se vieran sorprendidos por la actividad volcánica mientras realizaban actividades al aire libre en las faldas del Etna. Imágenes compartidas en redes sociales muestran a visitantes corriendo para alejarse de la zona mientras capturaban con sus móviles la impresionante columna de humo.
Las cámaras de vigilancia del INGV captaron el momento exacto en que se produjo un flujo volcánico, probablemente causado por «el desplome de material del flanco norte del cráter sureste» del monte. La actividad explosiva del volcán se ha caracterizado por fuertes detonaciones que han sido perceptibles en todos los municipios situados en las proximidades.
A pesar de la espectacularidad del fenómeno, el alcalde de Catania, Enrico Tarantino, ha querido transmitir un mensaje de tranquilidad: «Acabo de hablar con el Instituto de Vulcanología y todo es normal y está bajo control. No hay ninguna situación crítica, es un fenómeno que se repite y, además, el sistema de vigilancia del volcán ya lo había previsto».
Impacto limitado en infraestructuras
Una de las principales preocupaciones ante este tipo de erupciones es su posible afectación al tráfico aéreo, especialmente en el aeropuerto de Catania, el principal de la isla. Sin embargo, en esta ocasión, la ausencia de viento y el cielo despejado han evitado que la nube volcánica se desplazara hacia la ciudad, permitiendo que las operaciones de llegada y salida de vuelos continuaran con normalidad.
El INGV ha elevado la alerta para la aviación al nivel más alto, rojo, mediante el aviso VONA (Volcano Observatory Notice for Aviation). No obstante, como ha explicado el alcalde Tarantino, «el impacto sobre el tráfico aéreo no depende tanto de la altura de la nube volcánica, sino de la dirección de los vientos».
Un coloso en constante actividad
El Etna, con sus 3.403 metros de altitud y cinco cráteres en su cima, es uno de los volcanes más activos del mundo. En los últimos meses, ha registrado ya 14 erupciones de distinta importancia, aunque la actual ha sido la más relevante. Según los expertos del INGV, los episodios más recientes de similar intensidad se produjeron en febrero de 2021 y en 2014.
La actividad del volcán se había incrementado desde las 11 de la noche del domingo, pero fue a partir de esta mañana cuando comenzaron a oírse fuertes explosiones en toda la zona. La Protección Civil italiana ha emitido una alerta roja, aunque por el momento la actividad se limita a la zona del cráter, en torno a los 2.800 metros de altitud.
A primera hora de la tarde, la magnitud de los temblores asociados a la erupción ya había disminuido, lo que podría indicar que la fase eruptiva está concluyendo. Las observaciones preliminares muestran que el material caliente no parece haber sobrepasado el borde del Valle del Leone, una zona frecuentada por turistas.
Convivencia con el gigante siciliano
Para los sicilianos, el Etna no es un extraño. De hecho, la población local está habituada a convivir con las periódicas erupciones del volcán, que casi siempre despide una nube de humo de mayor o menor intensidad. Son frecuentes las pequeñas erupciones y la lluvia de cenizas, que forman parte del paisaje cotidiano de la isla.
La última erupción reseñable antes de la actual tuvo lugar el pasado mes de febrero, ofreciendo imágenes tan espectaculares que las autoridades tuvieron que vigilar los accesos ante la afluencia de turistas que querían acercarse al lugar para contemplar el fenómeno.
A pesar de su frecuente actividad, las erupciones del Etna tienden a ser relativamente inofensivas para las poblaciones cercanas, aunque siempre requieren vigilancia. El sistema de monitorización constante permite a las autoridades anticiparse a los eventos más peligrosos y tomar las medidas necesarias para garantizar la seguridad de residentes y visitantes.
En el aspecto sísmico, los valores de amplitud del temblor permanecen elevados, aunque no se han registrado repercusiones significativas en las estructuras de las poblaciones cercanas. El INGV continúa vigilando la situación con las cámaras térmicas dispuestas para este tipo de eventos, que ya han captado la presencia de flujos piroclásticos, coladas de lava y gases situados al nivel del suelo.
La erupción del Etna nos recuerda, una vez más, la impresionante fuerza de la naturaleza y la necesidad de mantener sistemas de alerta temprana y protocolos de actuación bien definidos para minimizar los riesgos asociados a estos fenómenos geológicos.