Trump intensifica su ofensiva contra la inmigración irregular

EEUU y El Salvador sellan un acuerdo migratorio brutal: delincuentes deportados a la megacárcel de Bukele

El presidente salvadoreño ofrece a Marco Rubio alojar en sus cárceles a deportados de cualquier nacionalidad, incluidos criminales estadounidenses

Rubio, Bukele y la megacarcel de El Salvador
Rubio, Bukele y la megacarcel de El Salvador. PD

En un movimiento sorpresa, que redefine radicalmente la cooperación migratoria internacional, El Salvador ha aceptado recibir deportados de Estados Unidos de cualquier nacionalidad, incluyendo ciudadanos estadounidenses condenados por delitos violentos.

El acuerdo, calificado por el secretario de Estado Marco Rubio como «el más extraordinario en la historia migratoria moderna», fue anunciado este 3 de febrero de 2025. tras una reunión de tres horas entre Rubio y el presidente salvadoreño Nayib Bukele.

La medida forma parte de la estrategia del gobierno de Donald Trump para frenar la migración irregular, aprovechando la política de «mano dura» de Bukele contra las pandillas.

Pero también abre un debate ético: ¿puede un país actuar como cárcel global a cambio de beneficios geopolíticos?

Según los términos revelados:

  • El Salvador aceptará deportados de cualquier país, incluso si no son salvadoreños.
  • Albergará en sus prisiones a criminales peligrosos estadounidenses, incluidos ciudadanos o residentes legales.
  • Estados Unidos financiará parte de los costos mediante un «mecanismo sostenible», según Bukele.

La oferta incluye el uso del Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) —una megacárcel con capacidad para 40,000 reclusos—, símbolo de la guerra contra las pandillas.

 «Estamos dispuestos a alojar convictos de cualquier nacionalidad, incluidos estadounidenses, a cambio de una tarifa que nos permita mantener el sistema penitenciario», tuiteó Bukele.

Aunque un funcionario estadounidense aclaró que «no hay planes inmediatos para deportar ciudadanos», el acuerdo sienta un precedente legal polémico. Actualmente, Estados Unidos solo puede deportar a no ciudadanos, salvo casos excepcionales como traición.

Bukele: el «filósofo rey» que domina El Salvador

Para entender este pacto, hay que analizar la figura de Nayib Bukele, un líder populista de 43 años que ha convertido a El Salvador —antes considerado el «país más peligroso del mundo»— en un caso de estudio.

  • Antecedentes: Exalcalde de San Salvador y expulsado del partido de izquierda FMLN, Bukele llegó al poder en 2019 prometiendo acabar con la corrupción y las pandillas.
  • Método: En 2022, implementó un régimen de excepción que suspendió garantías constitucionales, permitiendo arrestos masivos sin órdenes judiciales. Más de 80,000 personas han sido detenidas, muchas sin juicio.
  • Resultados: Los homicidios bajaron de 103 por cada 100,000 habitantes en 2015 a 2.4 en 2024, según datos oficiales. Organizaciones como Human Rights Watch, sin embargo, denuncian ejecuciones extrajudiciales y torturas.

Su megacárcel CECOT —inaugurada en 2023— ejemplifica su enfoque: reclusos en celdas abarrotadas, sin acceso a luz natural y con regímenes de aislamiento.

«Priorizamos la seguridad de los ciudadanos honestos sobre la comodidad de los criminales», declaró Bukele en la ONU en 2024.

¿Por qué Trump y Bukele son aliados estratégicos?

La relación entre ambos líderes se basa en intereses mutuos:

  1. Control migratorio: El Salvador es un socio clave para detener el flujo de migrantes hacia EE.UU. Desde 2022, ha dejado de estar entre los 10 países con más deportaciones desde la frontera sur estadounidense.
  2. Modelo antipandillas: Trump ve en Bukele un ejemplo para replicar en otros países. «Necesitamos más líderes como él», dijo Donald Trump Jr. tras asistir a la toma de posesión de Bukele en junio de 2024.
  3. Contención de China: Rubio advirtió a El Salvador sobre la influencia china en la región durante su visita. Bukele, aunque mantiene acuerdos comerciales con Pekín, ha mostrado lealtad a Washington en temas de seguridad.

Esta alianza se fortaleció el 23 de enero, cuando Trump y Bukele mantuvieron su primera llamada oficial.

Horas después, el Departamento de Seguridad Nacional anunció planes para designar a la pandilla venezolana Tren de Aragua como organización terrorista, un guiño a la retórica de Bukele.

El «efecto Bukele»: ¿exportable o una bomba de tiempo?

Países como EcuadorHonduras y República Dominicana han replicado medidas inspiradas en Bukele, con estados de excepción y militarización.

Pero expertos advierten riesgos:

  • Derechos humanos«Bukele ha creado un estado autoritario donde el fin justifica los medios», señala Manuel Orozco, analista del Diálogo Interamericano.
  • Sostenibilidad: El 90% de los presos en El Salvador no tienen sentencia firme. Organizaciones locales reportan 315 muertes bajo custodia desde 2022.
  • Economía: Aunque la violencia bajó, El Salvador sigue siendo uno de los países más pobres de América Latina, con una deuda pública del 84% del PIB.

Reacciones internacionales

El acuerdo ha dividido opiniones:

  • Partidarios: Sectores conservadores en EE.UU. aplauden la medida. «Es una solución pragmática para sacar criminales de nuestras calles», afirmó Stephen Miller, exasesor de Trump.
  • Críticos: La oposición salvadoreña y ONGs lo ven como un retroceso. «Convertimos a Centroamérica en el patio trasero de EE.UU. para tirar su basura», criticó Manuel Flores, líder del partido FMLN.

Conclusión: ¿Un modelo o una advertencia?

El pacto entre Trump y Bukele refleja una tendencia global hacia soluciones autoritarias a problemas complejos.

Mientras El Salvador se consolida como laboratorio de políticas de seguridad extremas, la comunidad internacional observa con escepticismo.

Como resume Ana María Méndez, experta en América Central:

 «Bukele ha vendido una imagen de éxito, pero su modelo depende de la represión masiva y alianzas con actores poderosos. El costo a largo plazo para la democracia podría ser devastador».

Mientras tanto, las deportaciones continúan.

Este martes, un vuelo con 43 migrantes partió de Panamá hacia Colombia, financiado por EE.UU.

Es la nueva normalidad en una región donde la seguridad se impone sobre los derechos.

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