En una reunión programada con el presidente Nayib Bukele, Washington buscará negociar un acuerdo que podría convertir al país centroamericano en el nuevo destino forzado de estas peligrosas bandas criminales.
Según declaraciones del enviado especial del Departamento de Estado para América Latina, Mauricio Claver-Carone, la propuesta busca brindar una «opción» a los pandilleros del Tren de Aragua: regresar a Venezuela o enfrentar el temido sistema penitenciario de Bukele, donde podrían cruzarse con la temida MS-13. Sin embargo, detrás de esta decisión se esconde una realidad preocupante: Estados Unidos, incapaz de manejar su crisis de seguridad, busca un escape rápido transfiriendo el problema a otras naciones.

Tresn de Aragua
Bukele, quien ha hecho de la seguridad su bandera, ha logrado reducir los homicidios a niveles históricos, según cifras oficiales. No obstante, su estrategia despierta críticas por su enfoque extremo: arrestos masivos, detenciones sin pruebas y la creación de la temida prisión de máxima seguridad CECOT, donde miles de presuntos pandilleros han sido confinados.
El Salvador ya cargó con la plaga de la violencia durante décadas. ¿Está dispuesto a asumir también la responsabilidad de los criminales de otros países? La pregunta es clave, y la reunión entre Rubio y Bukele podría definir si el país centroamericano se convierte en un aliado estratégico o en la próxima víctima de las políticas de conveniencia de Washington.
La mega-prisión más grande de América albergará la friolera suma de 40 mil presos, en su mayoría pandilleros de las temidas «Mara Salvatrucha».
Las maras
El Salvador ha sido afectado por la actividad de pandillas durante décadas. Las dos principales son la Mara Salvatrucha (MS-13) y la Barrio 18 (también conocida como la 18th Street Gang). Estas pandillas tienen una larga historia de violencia, extorsión y crimen organizado en El Salvador y otros países de América Central.
En respuesta a la actividad de pandillas, el gobierno de Nayib Bukele ha implementado diversas medidas, incluyendo la creación de «mega prisiones» para alojar a miembros de estos grupos delictivos.
Las «maras» se originaron en las comunidades de inmigrantes salvadoreños en los Estados Unidos durante la década de 1980 y se extendieron a El Salvador y otros países de América Central a medida que sus miembros fueron deportados.
Las pandillas en El Salvador han sido responsables de una gran cantidad de homicidios, extorsiones, tráfico de drogas y otros delitos graves. La violencia de las pandillas ha contribuido a la inseguridad en el país y ha afectado la economía y el bienestar de los ciudadanos.
Con la llegada del nuevo gobierno, en el país se han implementado diversas medidas para combatir la actividad de los pandilleros, incluyendo la creación de unidades especiales de la policía, la promoción de programas de prevención de la violencia y la construcción de «mega prisiones» para alojar a los miembros de estas temidas bandas de delincuentes.» />