El mundo contra Ben Bernanke y su política de compra de bonos

El mundo contra Ben Bernanke y su política de compra de bonos
El presidente de la Reserva Federal estadounidense, Ben Bernanke. EFE/Archivo

El plan de compra masiva de bonos por parte de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos ha causado fisuras en el seno del banco central, puesto en pie de guerra a medio planeta y provocado críticas hasta de la estrella del movimiento ultraconservador «Tea Party» Sarah Palin.

«Cese y desista», pidió esta semana Palin al presidente de la Fed, Ben Bernanke, quien prevé inyectar 600.000 millones de dólares en la economía de EE.UU. hasta mediados del 2011 mediante la compra de bonos del Tesoro a un ritmo de 75.000 millones de dólares mensuales.

La ex candidata republicana a la Vicepresidencia de EE.UU., que hasta ahora se había mantenido al margen del árido mundo de la política monetaria, dijo estar «preocupada» con la lista del supermercado: «Todo el mundo sabe que los comestibles han subido mucho» e imprimir dinero en masa los hará subir aún más, aseguró.

Más serias han sido las dudas expresadas por varios directivos de la propia Fed, entre ellos el presidente del Banco de la Reserva Federal de Dallas, Richard Fisher, quien alertó el lunes que el plan amenaza con incrementar la especulación financiera.

Similar escepticismo expresó Kevin Warsh, miembro de la junta directiva de la Fed, quien afirmó que la creciente tendencia global a intervenir en los tipos de cambio es fruto de las «distorsiones» que la expansiva política monetaria estadounidense ha causado en el sistema financiero internacional.

Fuera de EE.UU., los ánimos están igual de caldeados, empezando por Berlín que culpa a su socio estadounidense de despilfarrador, hasta Pekín, que asegura que Washington no ha tenido en cuenta las repercusiones de esa excesiva liquidez en los mercados emergentes, e incluso Luxemburgo, que acusa a Washington de combatir la deuda con «más deuda».

Los críticos aducen que el multimillonario plan de compra de bonos debilitará el dólar, lo que a su vez apreciará otras divisas y tendrá un efecto negativo en el sector exportador de los países afectados por el repunte en sus monedas.

El ministro de Finanzas brasileño, Guido Mantega, alertó que la debilidad artificial de algunas divisas amenaza con provocar una guerra comercial y burbujas de activos.

Mantega señaló, además, que resulta muy probable que el dinero que inundará la economía estadounidense no se quede en el país, donde los tipos de interés están próximos a cero, sino que desembarque en los países emergentes donde la rentabilidad es mayor.

Dentro de EE.UU., los analistas están divididos.

Alan Reynolds, del centro conservador Cato, califica de «quijotesco» y «sueño imposible» el esfuerzo del titular de la Fed para reanimar la economía y crear empleo con su política de «expansión cuantitativa» (Quantitative Easing).

En su opinión el plan de estímulo aumentará la inflación, debilitará el dólar, alentará unos mayores precios de las materias primas y será en última instancia perjudicial para los negocios porque los costes inflados reducirán sus márgenes.

Por el contrario David Wyss, economista jefe de Standard & Poor’s, cree que es «la decisión adecuada».

Wyss calificó en declaraciones a Efe de «especialmente irónico» el que Japón se queje cuando «ha mantenido sus tipos de interés en niveles próximos a cero durante 20 años, lo que explícitamente ha devaluado el yen».

El experto considera que la depreciación del dólar es «inevitable» dado el elevado déficit del país e insiste en que es imprescindible que EE.UU. acabe con su déficit comercial y que países como Japón y Alemania eliminen sus superávit.

«Al final el mundo se equilibrará», pronosticó Wyss.

Similar punto de vista comparte Kurt Karl, economista jefe de la reaseguradora Swiss Re en Nueva York.

«La Fed tiene el doble mandato de mantener baja la inflación y el desempleo», explicó a Efe Karl.

«Dado que la inflación no es una amenaza pero la deflación sí podría serlo, la Fed se ha concentrado en estimular la economía para evitar la deflación y aumentar el crecimiento con el fin de reducir así el desempleo», añadió el experto.

El mayor y casi único espaldarazo de peso a la controvertida política de Bernanke llegó el lunes desde la India de la boca del presidente estadounidense, Barack Obama, quien visitó esta semana ese país.

La Casa Blanca se ha mantenido al margen históricamente de las decisiones de la Fed, pero Obama rompió con la tradición al dejar bien claro que su mandato y el del banco central consiste en lograr que la economía crezca.

Y eso, añadió el mandatario, no es sólo por el bien de EE.UU. «sino por el del mundo en su conjunto».

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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