EL DESEO Y LA REALIDAD
—Te propongo un juego, Josep. Déjame que te lea unas líneas, que me han llamado mucho la atención. A ver si aciertas cómo se llamaba quien las escribió, dónde y en qué fecha: “Cuando bajé del vagón, me estaba esperando en el andén mi tío Otto, cogimos el tranvía y fuimos a su casa. La fiesta se respiraba por cualquier rincón de la ciudad. En las calles y en las plazas brillaba y bullía el contento. Surgían de los balcones y las ventanas un sinfín de banderas a merced del viento. La música y las risas, más que escucharse, se palpaban, se olían, brotaban hasta de las mismas piedras. Por fin, había llegado el día en el que el tedio quedaría atrás y la euforia por delante. Por fin, la libertad era total, completa, absoluta. El pueblo había conseguido lo que pretendía, decirle adiós al abuso de autoridad, a la corrupción, al expolio y hola a la decencia, a la empatía, a la fraternidad. La gloria se tocaba con las yemas de los dedos. La nación caminaba con paso firme hacia su futuro”.
—¿Montserrat, Barcelona, 11 de septiembre de 2018?
—Has marrado por muy poco: Friedrich, Berlín, 15 de noviembre de 1938.
Ángel Sáez García
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