El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Piezas que no encajaban en el puzle

PIEZAS QUE NO ENCAJABAN EN EL PUZLE

La última vez que me enamoré le pregunté a mi amigo del alma y heterónimo Emilio González, “Metomentodo”, experto en dicha linde o lindero, porque había datos o piezas que la persona amada me contaba que a mí no me encajaban en el puzle o rompecabezas que iba componiendo con ellos/as, qué y cómo podía hacer para llegar a tener un conocimiento omnímodo y preciso de la fetén.

Si quieres conocer a una persona íntegramente, me dijo, si deseas saber toda la verdad que acarrea, te recomiendo encarecidamente que pruebes a cabrearla, que la enfades en grado sumo, que la soliviantes. En ese estado puedes estar seguro de que no va a fingir y su yo más íntimo va a salir a relucir sin disfraces, disimulos o tapujos. Entonces has de estar muy atento, porque por su mui o sin hueso va a manar su personalidad tal cual, pero a chorro, a raudales.

Grosso modo, la última conversación que mantuve con mi ama(rga)da fue de traca (para tirar cohetes y bombas japonesas, sí). Entre otras lindezas, me llamó embaucador (¿por haberla llamado por teléfono en 49 ocasiones, 30 veces más que ella, que predicaba que no era una rata, teniendo en cuenta que muchas de las citadas —se puede comprobar de manera fehaciente— superaron con creces la hora y pico de duración?). Si uno embauca, si engaña, lo hace para obtener un beneficio o rédito. ¿Qué provecho saqué, me pregunto, si dejo a un lado la producción literaria, que mi denodado trabajo me costó?

Así mismo, me dijo que me follara un pez (habló de tamaño, pero no de color). Ahora bien, como a mí me gusta elegir, al menos, entre las dos opciones de un dilema, no sé si, cuando me espetó lo dicho, con pez se refería a un tal o al acrónimo que cabe formar con el sintagma “panadero energúmeno zamorano”, que tal vez no lo haya, o al resultante de “peluquero (como toma el pelo, acaso estuviera relacionado o tuviera algo que ver con el embaucador de antes) estúpido zaragozano”, que puede que tampoco lo halle o haya, aunque mucho lo busque servidor por doquier.

Por último, mientras yo insistía en la misma doble idea, que iteraba sin parar, de agradecerle y pedirle mil disculpas o perdones por mi morrocotudo error de haber dudado de ella, ella sacó a paseo la vertiente sádica que había quedado agazapada hasta entonces, oculta a buen recaudo.

Entonces entendí los comentarios que sus más allegados le solían hacer, según me comentó la interesada, de que buscara ayuda.

Tanta paz lleve como buenas prosas, recuerdos, versos y descanso me dejó.

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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