El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Si cobrara, sería la caraba

SI COBRARA, SERÍA LA CARABA

   Nadie que arribe por aire o por mar a la mayor de las Islas Canarias, Tenerife, puede escapar a su doble e irrefutable atractivo eviterno; o sea, a la seducción involuntaria, espontánea, auténtica, de la venustidad o belleza femenina perfecta, hecha mujer, de Iris/Amanda, y a la majestuosidad y suntuosidad del formidable (en su triple acepción de colosal, magnífico y temible) volcán, hecho cumbre, el Teide. Una y otro son para este menda, que tiene a bien firmar abajo los renglones torcidos que contiene el presente escrito, las dos señas de identidad por antonomasia de la afortunada y cara (uso la voz con el significado de amada, apreciada o querida) ínsula susodicha.

   Tenerife es uno de los sitios más hermosos del orbe (así que no me extraña nada que se siga propalando por doquier la noticia, con apariencia de axioma, que airea que allí estuvo emplazado, fija y seguramente, el edén); y, si yo tuviera el arrojo y el valor de los que carezco o me faltan, no hubiera pisado ene veces el pedal del freno a mi deseo de volar en parapente, cuyas experiencias en tándem he contemplado con gozo extático y visto aterrizar en numerosas ocasiones en una playa bulliciosa y transitada del Puerto de la Cruz, localidad donde suelo vacacionar.

   Para mi actividad literaria es fundamental que viva (en Tenerife o donde decida residir ella) alegre mi amada musa chicharrera Iris/Amanda. Si algún mérito le conceden los lectores (ellas y ellos) a mis urdiduras (o “urdiblandas”), a ellas/os ya les consta, de manera fehaciente, quién es la causante (y/o tiene buena parte de la culpa) de que servidor continúe emborronando a diario las medias cuartillas amarillas de las que me sigue abasteciendo mi querido hermano Miguel Ángel, “(el) Chato”.

   Mi primo Manolo, sabedor de que no gano nada, ni un euro, con lo que urdo, suele afearme o reprocharme mi inveterada o arraigada actitud de que dedique tanto tiempo y esfuerzo a leer y escribir. Yo acostumbro a razonarle de esta guisa: Si, además del bien que me proporciona crear, me pagaran por ello, eso sería miel sobre hojuelas. A mí trenzar textos me da más satisfacciones que disgustos (aunque estos, ciertamente, no brillen por su ausencia). A veces, por variar de argumento, me da por aducir que, si cobrara por lo que urdo, eso sería la caraba, la repanocha, el súmmum.

   Confieso que me ha brotado o surgido la tentación de, mudando lo que ha de mudarse, establecer un paralelismo con la idea que acarrea el parágrafo precedente, pero (como Oscar Wilde no logra salir siempre airoso y victorioso con su idea, que ha devenido axioma, de que “la única manera de librarse de la tentación es ceder ante ella. Si se resiste, el alma enferma, anhelando lo que ella misma se ha prohibido, deseando lo que sus leyes monstruosas han hecho monstruoso e ilegal”) me ha bastado con pisar el mismo pedal mentado arriba para frenarla en seco.

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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