Pacos

Paco Sande

Han conseguido dividir a los españoles y mandar al “guano” la famosa transición.

A la muerte de Franco, se inauguró la era más importante de la historia contemporánea en España, la Transición.

Algunos hablaban del milagro español, tan altos parecían los logros de aquella Transición.

Pero aquellos logros traían como fondo una nueva institución política, las Comunidades Autónomas, una herencia tan amarga y envenenada que constituyó, y aun lo hace, el mayor peligro contra la nación que le dio  cobijo.

El Presidente Adolfo Suarez, con su política de: “Café para todos”, creo este Ente, creyendo que de esta forma, dándole a todas las regiones de España el mismo estatus político, lograría neutralizar el cáncer que el nacionalismo catalán y vasco, representaban para España, sin darse cuenta que con esta medida sólo conseguiría extender la metástasis.

Los catalanes pronto dieron muestras de que no estaban contentos con lo que habían logrado y sólo calmaban sus ambiciones cuando conseguían alguna concepción del Gobierno de turno.

El Gobierno Vasco –PNV-, parecía más comedido y más conforme con lo que le había tocado, -Al fin  y al cabo, el “Concierto Vasco” no es moco de pavo- mientras iba recogiendo las nueces que los asesinatos de ETA, dejaban por el camino.

-El último asesinato de ETA,  fue el 16 de marzo de 2010 en territorio francés. Por primera vez en su historia, la banda asesino a un policía francés, Jean-Serge Nèrin.

El ultimo atentado de ETA en España, fue el 30 de julio de 2009, en Palma de Mallorca, con la explosión de una bomba lapa adosada  a un automóvil que causo la muerte de los guardias civiles Carlos  Sáenz de Tejada y Diego Salvá-.

A este circo pronto se unieron también los gallegos –cuatro gatos que votan aquí al nacionalismo- los valencianos y Baleares.

Y pronto les siguieron el resto que, aunque no todos pedían la independencia, si reclamaron el mismo estatus que las anteriores con sus correspondientes prebendas.

Y así fue como se encontró España, de la noche a la mañana, con 17 Comunidades Autónomas, con 17 gobiernitos a imagen y semejanza del Gobierno de la Nación, con ministros y ministerios que se solapan la mayoría de las veces; con dos ciudades con estatuto de autonomía, -Ceuta y Melilla; y 8.125 entidades locales, además de chiringuitos varios.

-Una mastodóntica industria política, una monstruosidad burocrática que consume 25.000 millones de euros al año. Una barbaridad, una lacra parasitaria que España, un país de 47 millones de habitantes en el cual 2.710.405 son empleados del estado  y 17.319.595 trabajan para la empresa privada o son autónomos, -que son los que generan riqueza- no podrá resistir por mucho tiempo-

Y la cosa no quedó ahí, se hizo peor, mucho peor. Cada Comunidad Autónoma comenzó a sentirse país y cada Presidente Autonómico, un jefe de estado. Y en aquellas comunidades en que tuvimos “la suerte” de tener un “idioma propio”, comenzó a imponerse dicho idioma en detrimento del español –castellano-, y poco importa que la Constitución diga que todo español tiene el derecho y el deber de conocer el Español, en esas comunidades se lo pasan por el forro.

En Cataluña, a la brava, se niegan a impartir incluso un 25% de clases en Español,  si discrepas te marcan como hacían los nazis cuando marcaban a los judíos y, en este momento, se está orquestando una campaña de odio contra un niño de cinco años por el hecho de que sus padres pidieron ese derecho de que su hijo recibiera, por lo menos, ese 25%, de castellano en sus clases.

En las Baleares, es lo mismo aunque de momento nadie se haya atrevido a protestar. Lo mismo en Valencia y en la Vascongadas. En cuanto en Galicia, con un presidente del Partido Popular – Núñez Feijóo-, que prometió que si ganaba la elecciones cambiaria todo eso, van a la chita callando, pero la realidad es que, estamos peor que en El País Vasco, no es coña.

Y ya lo peor, si algo podía ir a peor, fue la izquierda.

Una izquierda que al principio se mostró comedida y modosita, pero que en realidad nunca quiso la paz, el perdón y la tolerancia entre españoles, sino que siempre estuvo ahí, agazapada en la sombra, esperando su momento,  su viejo sueño de ganar una guerra que perdió hace ochenta años, colmar su sed de venganza, cambiar la historia y destruir al país que no pudo destruir entonces.

Y comenzaron a contar un relato bastardo de una historia que se fueron inventando a su gusto y hechura, tanto sobre la Guerra Civil como sobre la dictadura franquista.

Una historia, que según la cual, los que lucharon en el bando nacional –o franquista- fueron unos malos malísimos de la muerte y los que lucharon del bando republicano –o rojo- casi meaban agua bendita.

Y sobre la dictadura, esta fue culpable, y todavía lo es, de todos los males que ha venido acarreando,  y todavía acarrea, España.

¿Que importa el pequeño dato de que esa dictadura hubiese acabado hace más de 45 años?

¿…? …Les da lo mismo…

La  han convertido en el comodín que les vale para todo.

Pero con esa historia mal contada, esa fabula con mas agujeros de guion que la saga “Terminator”, con sus practicas necrófilas de desenterrar muertos –solo de un bando, claro está, los del otro bando no fueron victimas de represión- se están saliendo con la suya. Han conseguido  dividir de nuevo a los españoles y mandar al “guano” la famosa transición.

Al final, ni fue vencida ETA,  ni fue doblegado el nacionalismo separatista, ni fue erradicado el comunismo, todos forman parte del Gobierno de España…

Han ganado…

 

 

Posdata.

Hace un siglo tanto el gallego como el catalán estaban considerados unos dialectos y no pasaba nada, incluso Rosalía lo llamaba dialecto, sólo a partir del regionalismo del siglo XIX se empezó a reivindicar políticamente como una lengua diferenciada. Pero según la RAE un «dialecto» es un sistema lingüístico considerado con relación al grupo de los varios derivados de un tronco común». Por lo que en consecuencia el español es un dialecto del latín, como el gallego y el catalán, y el valenciano que se habla hoy es un dialecto del catalán y el portugués un dialecto del gallego. La ventaja del español -mal llamado castellano- es que lo hablamos en toda España y debería potenciarse en las CCAA que lo atacan por motivos políticos.

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