La chistera de Perro Sánchez es grande como una tolva de pienso. Lo que ha sacado a última hora no es el conejo del mago sino un hipopótamo cebado a dieta de márquetin ideológico donde cabe el memo de Garzón, insuperable en su inutilidad si no es por la borrica de Montero, y esa caterva podemita en la que ellos quieren que destaque la repija cacatúa de las “tareas urgentas” y los “señoros”, esa mema a calzón caído, sin tapujo de vergüenzas adobadas por una ignorancia que parece universal. A su prólogo de El Manifiesto comunista me remito.
Entre memos anda el juego, como ven. Y ha tenido Perrito el acierto de calzarse la careta socialdemócrata por si cuela y todos entramos en amnesia colectiva para no recordar al vicepresidente más zarrapastroso que ha tenido Europa, el que empezó pidiendo que saliéramos de Europa, de la OTAN, que no pagáramos la deuda y que eso lo hiciéramos a base de cócteles molotov “de esos que explotan”, para al final someter a referéndum su acceso a la casta contra la que juró luchar. Qué se dice socialdemócrata que era el fulano.
Creía yo que el psoe, desde que renunció al marxismo, era socialdemócrata, como lo fue Felipe González, al que mi padre llamaba sin saña Felipe Golfales. Quienes en la reciente tenida socialista recordaban con unción el fin de la época de Golfales han eludido cuidadosamente citar la de gente que acabó en la cárcel por la corrupción que acompañó a aquella caída. Citaré sólo a Roldán, que se llevaba en sacos el dinero de los huérfanos de la Guardia Civil. Eran socialdemócratas desvirtuados y corruptos pero jamás negociaron con el golpista Tejero, al que obligaron a cumplir su pena, ni se aliaron con los proetarras. Perro Sánchez viene de otra camada mucho más negra.
Lo de indultar golpistas es ya agua pasada -que no dejará de correr a la hora de votar-; lo de liberar asesinos a cambio de presupuestos no es del todo nuevo pero sí lo es con la intensidad actual: pretenden liberarlos a todos, que más de ochocientos muertos no es nada, como no decía ningún tango. Para sus siniestros planes no necesitan un gobierno socialdemócrata, que no entraría al trapo, sino un gobierno «progresista» como Perrito y la gentuza que lo rodea hasta que llegan los cuchillos largos y se los carga a voluntad. Compra prensa, televisión, encuestas a medida de sus deseos y, a última hora, presupuestos a cambio de liberar asesinos, con tal de seguir soñando con cuatro años más de despilfarro y nula gestión. La estirpe tirana ha ganado un nuevo caso de estudio que la historia tendrá que analizar.
Por lo demás, seguimos teniendo pendiente el día después de las elecciones en que toda la rabia acumulada se habrá de materializar en un voto de castigo de dimensiones bíblicas. ¿Habrá suficiente acuerdo para desbancar a Perrito? ¿Serán tan necios PP, lo que quede de Cs, VOX y algunos otros como para no aparcar sus diferencias insalvables y abordar las coincidencias imprescindibles que inicien el desmontaje de todo este emporio de inutilidad práctica y saqueo?
Estuve votando al psoe desde 1977 hasta 2004, cuando se presentó Zapatero; en la misma noche electoral ya supe que había votado al más necio presidente que ha tenido España- Perro Sánchez no es necio sino perverso-, sobre todo desde que sufrió aquel episodio de alucinaciones con brotes verdes a los que sólo le faltaban las antenas para entrar en categoría alienígena. Desde 2004 no volví a votar a esos socialmemócratas ni encuentro, por otra parte, a quién votar, y suelo hacer prosa satírica en la papeleta hasta que vuelva a haber en este país un partido verdaderamente socialdemócrata a lo Brandt, Palme o Golfales sin corrupción, o unos liberales -que bien pudieron ser Cs- que propicien una sociedad libre y próspera; hoy, más que nada, libre, porque prósperos ya somos pese a los esfuerzos de Perro Sánchez por llevarnos a la ruina a base de gasto y más gasto… inútil y sin sentido.
