Cuando el Real Madrid se convierte en un equipo de pueblo.

Empecemos por la sinceridad, soy madridista, o al menos lo he sido mientras el fútbol me interesó lo suficiente. Madridista no fanático, sino simplemente defensor de un equipo que representaba, bajo mi óptica personal y subjetiva, un estilo de practicar deporte con cierta limpieza y elegancia de maneras y formas. No he dejado de ser madridista, es simplemente que el fútbol ha pasado a un plano infinitamente inferior de mis preocupaciones. Aún así nunca me permitiría hacer como mi vecina de enfrente, que siempre critica al que pierde, Barça o Madrid, y explicar los triunfos, del Madrid o Barça, por la suerte y la ayuda de los árbitros. Pobrecita.

El Real Madrid está a punto de convertirse en un equipo de barrio, digno de militar con ciertas apreturas en la segunda división de la liga de equipos de mi barrio. Claro que para ello antes ha tenido que pasar por diferentes etapas. La de vulgaridad, por ejemplo. El Real Madrid se ha convertido en un equipo del montón, chabacano, ramplón y sin sentido en manos de unos dirigentes catastróficos, paradigma de los cuales fue Ramón Calderón, al que escribí en este mismo medio una carta que titulé “Véngase, señor Calderón, véngase”, aprovechando que escribo desde su ciudad natal.

Pero tras la vulgaridad la decadencia parece no detenerse y el que fue un equipo altivo y de señorío, con caballeros del deporte militando en sus filas, puede convertirse en ese equipo de liga de barriada al que aludía más arriba, cuando uno empieza a caer nunca se sabe cuándo se va a detener. De momento el Real Madrid es un equipo de futbolistas macarras, matones y chulos infantiles que golpean vergonzosamente a sus rivales o les sacan la lengua puerilmente. Que pase de ser un equipo de macarras a un club de macarras depende sólo de las decisiones que deben tomar los directivos actuales, en sus manos está llevar de nuevo al club a la senda que le corresponde, la senda de la elegancia, de la deportividad y del comportamiento noble y elevado.

Si las determinaciones que se tomen sobre el violento macarra que confundió el Bernabeu con un ring de pressing catch no son suficientemente duras, con un castigo ejemplar a la altura de la historia aristocrática del club, el Real Madrid será ese club macarra zafio, bajo, pedestre y chocarrero que he predicho más arriba. Nadie en la larga historia que el fútbol madridista tiene se ha portado así ni puede volver a hacerlo, de momento la mancha ha caído sólo sobre él, pero se extenderá a todo el club si no se adoptan las medidas ejemplares que son imprescindibles. El comportamiento de Pepe y el Real Madrid son incompatibles, el Real Madrid debe estar representado no sólo por los mejores jugadores del mundo, cosa que ahora mismo está muy lejos de suceder, sino también por los mentalmente más equilibrados.

Ese otro chavalillo que vestido con la camiseta del equipo que más copas de Europa tiene salía burlándose grotescamente del rival también debe llevar su castigo. Desde luego el delito no es el mismo y no puede serlo la pena con la que acarree, pero el fútbol, entre un batiburrillo de cosas, también es deporte, sigue siendo deporte. Ciertamente el chavalete que sacaba la lengua parece justamente acreditado para jugar en esa segunda división de la liga de mi barrio, pero no parece una persona con la capacidad de aguantar la gran presión que se sufre en las altas competiciones.

Que se venga a mi barrio.

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Pedro de Hoyos

Escribir me permite disfrutar más y mejor de la vida, conocerme mejor y esforzarme en entender el mundo y a sus habitantes... porque ya os digo que de eso me gusta escribir: de la vida y de los que la viven.

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