«En caso de que no sea posible darme un programa en la tele pública, podríamos utilizar tus influencias en el Grupo Prisa», le decía en su columna de este jueves César Lumbreras al secretario de Estado de Comunicación, Fernando Moraleda.
En un irónico artículo sobre la avalancha de favores que que se ven -más o menos- obligados a atender todos los designados para cargos públicos y de poder, César Lumbreras se apunta al carro de Fernando Moraleda y no se corta a la hora de pedir en su columna que titula «Moraleda: ¿qué hay de lo mío?», justo cien días después de la jura de su cargo.
Imperdibles párrafos como los siguientes:
«Puedes hacer y deshacer a tu antojo y todavía no me has regalado ninguna canonjía. ¡Qué vergüenza!»
«Volviendo al ¿qué hay de lo mío?, durante estos días de olvido casi total por tu parte, he reflexionado y decidido ponerte una serie de condiciones para que tengas una idea de lo que quiero. Primero, de puestos de directivos en la tele o en la radio públicas, nada de nada, que me han dicho que hay que levantarse pronto (…). De director de Informativos nada de nada, que eso es un potro de tortura (…). De tertuliano tampoco, que hay que repasarse los temas. Dirás que te lo pongo difícil. Pues no hombre no. He pensado que como tienes algo que ver con los medios públicos, podrías mandarme a un horario marginal, las cuatro o las cinco de la madrugada del sábado, por ejemplo. En la uno de TVE podríamos hacer una cosa como la de Garci, pero con películas de moral distraída.»
«En caso de que no se pueda hacer en la tele pública podríamos utilizar tus influencias en el Grupo Prisa, que sé que son muchas, para que Polanco me proporcione esa oportunidad en La Cuatro.»
«Me ofrezco voluntario para representar un puesto de asesor tuyo (…). Finalizará mi jornada laboral cantando para ti aquello de «pena, penita, pena», que debería ser el himno oficial de La Moncloa.»
