Los incumplimientos y engaños de Fernández de la Vega; El ‘vicebluff’

Los incumplimientos y engaños de Fernández de la Vega; El 'vicebluff'

(PD).- Transparencia es a María Teresa Fernández de la Vega lo que talante a José Luis Rodríguez Zapatero: la palabra más manida de su vocabulario. Una palabra, eso sí, que en boca de la número dos del Ejecutivo dista años luz de la definición de la Real Academia de la Lengua.

Cuando el pasado 3 de julio, Fernández de la Vega declaró que Rodríguez Zapatero va a liderar el trayecto hacia la paz informando a la ciudadanía con total transparencia”, pero evitó pronunciarse sobre los contactos del PSOE con ETA un mes antes de las elecciones de 2004, muchos españoles cayeron en la cuenta de que la vicepresidenta primera, ministra de la Presidencia y portavoz del Gobierno maneja un castellano un tanto peculiar a la hora de referirse a las negociaciones con la banda, según Época.

Claro que no todo son libres interpretaciones del diccionario. También practica la todopoderosa colaboradora de ZP una cierta afición a decir “digo” donde había dicho “diego”.

Incluso a “retorcer la verdad”, una expresión que utilizó recientemente contra el PP. “Aseguro rotundamente que no hay ninguna negociación ni con ETA ni con Batasuna”, declaró en febrero de 2005. O:

“Batasuna fue ilegalizada porque se le consideró el brazo político de ETA y, por lo tanto, no se puede presentar a las urnas, porque así lo han sentenciado los tribunales”.

Ni su habilidad dialéctica ni su enorme capacidad de trabajo están en entredicho. Tampoco su autoridad en el Consejo de Ministros, donde, a decir de fuentes bien informadas, la única persona que no se cuadra ante una llamada de atención de María Teresa es la titular de Educación, la independiente Mercedes Cabrera.

Desde que se instaló en el despacho principal del Edificio de Semillas, Fernández de la Vega arrastra fama de ser la lista del Gobierno, bregada en mil batallas políticas que, desde el principio de la legislatura, le otorgan un liderazgo indiscutible en el seno de un Ejecutivo de novatos. Sin embargo, en su caso, como en tantos otros, la experiencia no es necesariamente sinónimo de brillantez.

UNA PIEZA CLAVE EN LOS ESCÁNDALOS DEL FELIPISMO

Hija de un alto funcionario del Ministerio de Trabajo en época de Franco –su padre, Wenceslao Fernández de la Vega Lombán, fue delegado de Trabajo a las órdenes del entonces titular de la cartera, Fermín Sanz Orrio-, María Teresa (Valencia, 1949) estudió Derecho en la Universidad Complutense de Madrid y en 1974 sacó plaza como secretaria judicial.

Con la llegada de los socialistas al poder, aquella chica que se afilió al Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) y había sido activa militante antifranquista fue nombrada jefa del gabinete de Fernando Ledesma, a la sazón ministro de Justicia.

En 1990, accedió a la magistratura por el cuarto turno -léase por la puerta de atrás-, e inmediatamente después fue designada como vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Un nombramiento que sorprendió sobremanera en ámbitos judiciales: era la única magistrada de España que no había firmado una sola sentencia en su vida. Cosas del felipismo. Una época en la que el nombre de Fernández de la Vega quedó definitivamente inscrito tras la designación de Juan Alberto Belloch como biministro de Justicia e Interior. Y no precisamente en letras de oro.

De la mano de Belloch, con quien había colaborado estrechamente en el CGPJ, María Teresa tuvo que hacer frente a la etapa más convulsa de los mandatos de Felipe González. Nombrada en 1994 secretaria de Estado de Justicia, vivió en primera línea la instrucción de los sumarios del GAL, las escuchas ilegales del Cesid y, sobre todo, estuvo involucrada en el caso Roldán. Un escándalo del que, según un veterano juez y miembro del Consejo de Estado, “sorprende que no terminara con el procesamiento de ciertas personas, como Juan Alberto Belloch y su círculo”.

Juntos, María Teresa y Belloch bandearon la entrega del ex director general de la Guardia Civil: una rocambolesca historia de papeles falsos, mentiras y dinero de los fondos reservados, en la que el ministerio llegó a pagar al espía Francisco Paesa 300 millones de pesetas para que delatara al prófugo Roldán.

De aquella época es también el nacimiento del nuevo Código Penal. La iniciativa supuso la creación, en 1995, de un texto que en tan sólo 11 años ha sufrido ya una veintena de cambios, que han afectado a más de 150 artículos. En opinión de diversos juristas consultados por este semanario, se trata de un caso único en el mundo, “un auténtico desastre”, que respondió a la “vanidad política” del ministro; “una chapuza de principio a fin”, en la que participó activamente la mujer que ahora pasa por ser la pieza clave del Gobierno Zapatero.

Desde sus cimientos, el Código Belloch presentó irregularidades: no se contó con la opinión y el asesoramiento de la Comisión General de Codificación (ni de su sección penal). Lo cual, unido a los intereses políticos y al amiguismo que se practicó durante su elaboración, ha dado como resultado un texto lleno de parches que en 2007 volverá a ser nuevamente reformado.

Aunque no es preciso remontarse a 1994 para desmontar la imagen prefabricada de la vicepresidenta estrella. Cierto que Fernández de la Vega ha actuado de apagafuegos del Ejecutivo. Su dedicación al cargo y su estajanovismo -dicen que acostumbra a revisar papeles hasta altas horas de la madrugada para levantarse con el alba- le han permitido asumir muchas veces tareas de otros miembros del Gobierno -en especial, de Asuntos Exteriores- y suplantar a Zapatero en las situaciones más delicadas. Viajó al Vaticano para entrevistarse con el cardenal Sodano y ofrecer diálogo directo a la Santa Sede. Y fue la primera en acudir al lugar de los hechos tras el incendio de Guadalajara. ¿Resultado? El entendimiento con la Iglesia no parece haber mejorado en exceso, a la vista del frío recibimiento dispensado por Zapatero a Benedicto XVI en el reciente encuentro mundial de las familias celebrado en Valencia. Mientras, en la Riba de Saelices (Guadalajara), los familiares de los 11 componentes del retén forestal que perecieron en la tragedia reprochan a los socialistas que les sigan ignorando un año después.

Tampoco su exhaustiva gira iberoamericana para preparar la Cumbre de Salamanca dio los frutos esperados. El objetivo era asegurar la mayor asistencia posible de jefes de Estado, pero, a pesar del periplo de Fernández de la Vega -presidenta de la comisión interministerial encargada de los preparativos de la cumbre-, finalmente fallaron los presidentes de Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala y Nicaragua.

POR LA BOCA MUERE EL PEZ

El Gobierno reitera y asume el compromiso de que el Parlamento recupere el papel central de la vida política en España”, dijo el 10 de mayo de 2004 en su primera comparecencia como vicepresidenta ante la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados. En aquella extensa declaración de principios -cuajada de promesas de las que no queda ni rastro-, María Teresa Fernández de la Vega, mano derecha del presidente que ha hurtado a los representantes de la soberanía nacional el debate en torno al inicio de las negociaciones con ETA, aseguró literalmente: “Este Ejecutivo renuncia expresamente a trasladar el debate político o la explicación de sus iniciativas a otros foros más cómodos donde la acción de Gobierno no pasa el fielato del debate público”. A lo que, entre otras perlas, añadió:

“Pretendemos un Parlamento (…) que consiga asegurar un control eficaz de la acción del Gobierno”.

Y esto otro:

“Hemos anticipado importantes medidas para conseguir una mayor transparencia en el funcionamiento del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS)”.

De momento, ni el antifranquismo militante ni el feminismo radical -dos herencias de su juventud- le han proporcionado grandes alegrías como vicepresidenta, exceptuando, eso sí, la satisfacción de encabezar el sector femenino de un Gobierno paritario… O el regocijo de celebrar el 90 cumpleaños de Santiago Carrillo con la desaparición de la estatua ecuestre del dictador Franco que se encontraba junto al edificio de los Nuevos Ministerios. Un gesto que incluso Felipe González catalogó de “estupidez”.

A pesar de ser una feminista peculiar, adicta a la ropa de marca, la Vice Vogue se jacta de ser defensora a ultranza de los derechos de la mujer. Igualdad y paridad son, como transparencia, palabras recurrentes en sus intervenciones públicas. ¿Mucho ruido y pocas nueces?

Amnistía Internacional (AI) ha denunciado que la Ley Integral contra la Violencia de Género, aprobada en diciembre de 2004, no está cumpliendo con las expectativas anunciadas a bombo y platillo por De la Vega. La ONG argumenta que faltan medios materiales y humanos, que se excluye a las víctimas inmigrantes y que jueces y policías no están suficientemente preparados. Además, señala la falta de medidas para detectar con anticipación la violencia de género en el ámbito sanitario y la diferente atención que reciben las mujeres según las autonomías.

Las cifras le dan la razón a AI, que ha advertido que en lo que llevamos de 2006 se ha producido el mayor número de asesinadas desde el 99. Sólo en los siete primeros meses, 48 mujeres han muerto (128 desde que se creó la ley), según datos del Observatorio de la Violencia.

El silencio de la vicepresidenta –aunque también del resto de militantes socialistasante la permanencia de Jesús Eguiguren, condenado por maltrato, dentro de las filas del Partido Socialista de Euskadi (PSE) es otro gesto más de que en sus declaraciones hay mucho de pose y de teatralidad.

Lo que nadie puede discutir es que la vicepresidenta siempre va como un pincel. Le pierden los modelos de Adolfo Domínguez y Roberto Verino, quien le ha llegado a diseñar trajes amedida. El precio de sus chaquetas oscila entre 150 y 400 euros, y las camisas entre 80 y 250 euros. Todo en su estilismo está estudiado: pendientes, pañuelos, broches, gafas, sombra de ojos… Todo conjunta a la perfección en esta socialista que percibe un sueldo de 79.854 euros anuales (extras y prebendas aparte) y cuyo estilo se aleja eones de los cánones de la progresía.

Soltera y sin familia apenas –tiene un único hermano, Jesús, que trabaja como director corporativo de recursos humanos de Repsol-, su amplio fondo de armario agradecerá los muchos metros del chalé que se está construyendo en la localidad segoviana de La Granja de San Ildefonso, como desveló ÉPOCA (número 1102). Una lujosa casa de 505 metros cuadrados, cuyo precio podría superar los 700.000 euros.

Fue Eduardo Zaplana quien, a la vuelta del viaje de De la Vega a Kenia y Mozambique, le pidió que por una vez se disfrazara de vicepresidenta. El traje regional de Maputo y, sobre todo, la gira multicultural en compañía de un séquito de mujeres -a cargo del erario público- fueron tan criticados como la recepción-sólo-parachicas que dispensó a la mandataria chilena Michelle Bachelet en su visita a España. Una extravagancia más de la omnipresente De la Vega que pone en entredicho su papel dentro del aparato político y propagandístico del Gobierno. Y es que ya lo dice el refrán: no es oro todo lo que reluce.

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