Uno echa un vistazo a la política española, analiza las mamarrachadas que se están perpetrando y se queda con la impresión de que hemos puesto a los monos a dirigir el circo. Como además de sectarios, son unos ineptos de tomo y lomo, resulta que la desquiciada ley del ‘sólo sí es sí’ está provocando que delincuentes sexuales vean revisadas a la baja sus penas.
El caso más reciente es el del abusador de cuatro menores, al que le acaba de quedar en un año de prisión lo que originariamente era una condena de seis años y seis meses.
O sea que, además de beneficiar a golpistas catalanes, proetarras vascos y socialistas corruptos, el Gobierno Sánchez también juega a favor de los degenerados.
Esto último propiciado por el engendro legislativo de la llamada ‘Ley Montero’, que, entre otras pifias, unificó en un sólo tipo penal los delitos de agresión sexual y abuso.
A primera vista, la calamidad es consecuencia de poner a redactar el BOE a memos y memas expertos en confección de pancartas y algaradas universitarias, pero no cometamos el error de quedarnos ahí.
Los tertulianos a sueldo de La Moncloa se esfuerzan en responsabilizar de la chapuza a los zopencos de Podemos, que disfrutan de sillón en este Gobierno, donde la nulidad y la incompetencia tienen premio, y venden la tesis de que hay enfrente, como contrapeso, un grupo de ministros socialistas, sensatos y profesionales.
Mentira. Los culpables de que esto parezca un manicomio administrado por locos no son la insulsa Belarra, el ocioso Garzón o la histérica consorte de Pablo Iglesias.
Son ese acomodaticio Marlaska, que se tragó que la fiscal Delgado se burlara de él llamándole ‘maricón’ delante de Villarejo, esa sumisa Margarita Robles, que descuartizó el CNI, esa agobiada Nadia Calviño, que no sabe ni contabilidad, esos cobardes barones del PSOE que se la tragan doblada para seguir chupando del frasco y, sobre todo, el prepotente Pedro Sánchez.
El jefe del PSOE y su panda son más malos que la carne del pescuezo y en el año que les resta en el poder, nos darán muchos disgustos.
No descarten que si les presiona el pazguato Rufián, amenazando con quitarles las llaves del Falcón, aprueben una reforma exprés del Código de Tráfico para adaptarlo a las peculiaridades específicas de ‘Euskadi’ y ‘Catalunya’ y terminemos viendo a vascos y catalanes circulando por la izquierda, como los ingleses, para subrayar su ‘hecho diferencial’ con gallegos, manchegos, andaluces y extremeños.
Suena a coña, pero con un fantoche como Sánchez al mando y con tanto necio cobrando del presupuesto, cualquier carnavalada es posible en este país llamado España.
