Ya asoman la patita. No han pasado ni siquiera 96 horas desde que ETA anunciase el cese de la lucha armada, cuando desde el PNV ya se reclama un gesto por parte del Gobierno de España y que ponga, literalmente, de patitas en la calle a los presos etarras. Es decir, no se fuerza a los violentos a que se rediman, pidan perdón a las víctimas o entreguen definitivamente las armas. No, ahora lo que se pretende es que el Ejecutivo responda al estímulo lanzado por los terroristas en forma de comunicado.
Cuenta La Gaceta en su edición del 24 de octubre de 2011 –A estos asesinos los quieren en la calle– que:
Josu Erkoreka, en nombre del PNV, reclamó ayer al Estado que empiece a desarticular la «excepcionalidad legal y penitenciaria» de los presos de ETA. El cabeza de lista de los nacionalistas al Congreso por Vizcaya explicó que dicha excepcionalidad «podría haber tenido sentido en un contexto de acción armada de ETA presente y activa, pero que deja de tener sentido a partir del momento en el que la organización terrorista decreta el cese definitivo de sus actividades».
Apunta maneras el que hasta ahora ha sido portavoz de los nacionalistas vascos en el Congreso de los Diputados y no se resiste a lanzar el mensaje de que se está ante:
La histórica la oportunidad de acabar con el régimen que rige actualmente para los presos de la banda. No podemos permanecer con los brazos cruzados y en una actitud pasiva, esperando a que ocurran y sucedan las circunstancias. Tenemos que comprometernos y arriesgar.
El recuerdo a las víctimas es bastante taimado por parte de Erkoreka:
Este compromiso deberá llevarse a cabo bajo dos premisas. La primera sería la conservación del recuerdo y de la memoria. Debe quedar claro que la experiencia de los últimos 50 años con una organización pretendiendo irrumpir en la actividad política, coartar la libertad, limitar la democracia a través del ejercicio de la violencia, es una experiencia inmensamente negativa, que sólo ha dejado un reguero de sangre y de sufrimiento, que tiene que desaparecer definitivamente.
La segunda premisa se trata de la reconstrucción de la convivencia. Tenemos que reconstruir una sociedad que supere las heridas del pasado, que sea capaz de superar las dificultades que se han producido en su entendimiento y su cohesión.
Y lo mejor es cuando interpreta ad libitum las intenciones de la banda armada.
ETA ha dicho ya adiós a las armas, aunque todavía haya que dar pasos para que esto sea ya realmente efectivo y definitivo, pero el Estado ha de empezar ya a desarmar, a desarticular la excepcionalidad legal y penitenciaria, que podría haber tenido sentido en un contexto de acción armada de ETA presente y activa, pero que deja de tener sentido a partir del momento en el que la organización decreta el cese definitivo de sus actividades.