Raúl del Pozo titula ‘Podemos: ni Dios, ni Rey’ su columna de este lunes 27 de julio en El Mundo y que comienza así:
El aire corrompido de la política del bipartidismo fue invadido por un ventarrón de demagogos en bicicleta y señoritos sin corbata. Ni la greña jacobina, ni la gorra bolchevique, ni el mono de miliciano; llegó la camiseta con mensaje. Carmen Lomana, linier de la elegancia de los insurgentes, dijo que los de Podemos vestían de pena.
Continúa:
El alcalde de Cádiz se ha puesto por primera vez corbata para casar a unos chirigoteros -van a los platós todos disfrazados de posmodernos-. Su estética no recuerda para nada el pasado, aunque tiene mucho que ver con el viejo anarquismo, por su origen asambleario, por su odio a los de la casta, por su obsesión antimonárquica y anticlerical. Hemos pasado de aquella «república de trabajadores», a una nonata república de profesores. Los de las asambleas callejeras tomaron el ágora electrónica y se han vuelto moderados, por eso los anarquistas juran que no tienen nada que ver con ellos.
Finaliza:
Lo reconoce el ministro de Exteriores: «Una declaración de independencia no tendría recorrido». Se parará con abogados, no con generales. Con todo, los de Podemos en Cataluña pueden eclipsar a los pequeños burgueses de la secesión y mandarlos a empezar de nuevo.