Javier Marías sigue comportándose como un ‘verso suelto’ dentro del diario El País, que le publica sus columnas de opinión cada domingo en el suplemento ‘El País Semanal’.
En esta ocasión, el escritor arremete contra «la necesidad de angustiar a la ciudadanía con lo venidero» por parte de medios de comunicación, opinadores y no digamos políticos.
En concreto, Marías sitúa el foco en «la manera de dar noticias» por parte de algunos, y llama «imbécil» a un locutor de TVE que soltó la siguiente perla:
“Hoy el coronavirus se ha cebado con los niños”
Cuando en realidad, lo que sucedía era que la noticia desarrollaba que como mucho había tres o cuatro menores fallecidos en toda Europa a causa del virus. «¿Eso es cebarse?», se pregunta el autor de ‘Berta Isla’.
«No, pero el terror ya ha aumentado y todo el mundo se queda acongojado. Y así hasta la náusea», responde a su pregunta.
Pero la parte final del artículo se la reserva para volver a retratar a su conocido enemigo Pablo Iglesias, con el que ya ha mantenido duras polémicas en el pasado: «Curiosamente, ninguno de estos cenizos menciona un riesgo sibilino y ya presente: contamos en nuestro Gobierno con un Vicepresidente autoritario y al que la democracia estorba (se asemeja bastante a Orbán), taimado, y adulador cuando le conviene.»
Y añade:
Ahora adula al Presidente, mientras le siega la hierba bajo los pies. (Recomiendo releer cada poco el soliloquio inicial de Ricardo III de Shakespeare, para recordar, y quizá reconocer.)
Ese Vicepresidente va adquiriendo una influencia injustificada, pues su partido sólo tiene 35 escaños tras su último retroceso electoral. No sé cómo funcionan estas cosas, pero en caso de baja o enfermedad del Presidente y de la primera Vicepresidenta (ésta ya las ha sufrido), ¿acaso le tocaría a ese político autoritario, y con escasa representación parlamentaria y menguado apoyo popular, encargarse de la gobernación del país? Pálpense el cuerpo y los bolsillos, por favor.
Marías y Pablo Iglesias, historia de un enfrentamiento
Desde que Pablo Iglesias comenzó a adquirir notoriedad, el escritor le cogió rápidamente la matrícula, dejando por escrito la opinión que de él tenía en sus artículos.
En cierta ocasión, hasta se atrevió a comparar al partido del líder morado con La Falange, lo que provocó que las hordas podemitas que en aquel entonces se creían las dueñas de las redes sociales cayesen sobre él.
Iglesias tuvo el mal gusto de responder a las críticas políticas de Marías llamándole «pollavieja«. Cosa que también le valió una contundente respuesta:
De la degradación intelectual de nuestro tiempo da cuenta que, si en 1987 me enfilaban críticos y escritores, hoy mi más obsesivo detractor sea el nuevo Paco Martínez Soria (tan gracioso como el genuino, y de su escuela), y que el más voluntariosamente ofensivo sea el líder de Podemos, quien al parecer me llamó «pollavieja» en un meditado y estiloso tuit, emulando con éxito a Trump. (Imagínenlo llamando «coñoviejo» a una columnista.)
