Todo lo que ha sido alegría en La Sexta se ha tornado en preocupación en Telecinco. En su programa número cien, La Sexta Noche volvió a reinar de forma indiscutible en la pugna con Un tiempo nuevo, poniendo de nuevo en un brete al espacio que dirige Sandra Fernández y presenta Sandra Barneda.
Mientras que La Sexta Noche que dirige Juan Ramón Gonzalo y presentan Iñaki López y Andrea Ropero conmemoró su centenar de emisiones con un 15,6% de cuota media de audiencia, Un tiempo nuevo se quedó en un 10%.
Si bien es cierto que La Sexta puso toda la carne en el asador haciendo un programa a la medida de su público -con Jordi Évole y el multipropietario inmobiliario Wyoming incluidos, convertidos en ídolos de los groupies de la izquierda en un fenómeno que recuerda, en el otro lado del espectro ideológico, al hooliganismo de derechas destilado en otros canales durante el zapaterismo-, lo sorprendente es que el de Telecinco se desinfló pese a tener los elementos a su favor.
Para empezar, Telecinco empalmaba la nueva edición de Un tiempo nuevo con el partido del Real Madrid con el San Almagro por la primacía mundial. Sin embargo, Un tiempo nuevo, por lo que se ve, no supo retener a su público (un 31,3% de share), que desertó también ante la entrevista al nuevo portavoz parlamentario del PP, Rafael Hernando.
Y es que Hernando aportaba poco nuevo después de una semana de tournée mediática con lugares comunes y mucho argumentario. ¿Cuántas veces ha repetido a lo largo de la semana lo del «efecto coleta» que afecta a Pedro Sánchez? Cambie el disco, hombre de Dios…
Tampoco el debate sobre el pequeño Nicolás levantó las cosas en un mar de especulaciones y elucubraciones con una grabación filtrada a otros medios y unas intervenciones grabadas del joven que se insertaban entre medias.
Una vez más, quedó demostrado que a Un tiempo nuevo le va bien con Nicolás en el directo del plató pero no enlatado como una fabada Litoral.
Realmente decepcionante la apuesta de los de Fuencarral por despachar tertulias llenas de profesionales «frikis».
Unos mimbres que no dan ni para un cestillo en una espiral de audiencias más parecida a una montaña rusa que a un programa en búsqueda de consolidarse.
