La foto de la vergüenza que ha reunido a todos los partidos con representación en el Parlamento vasco, salvo el PP, y a los sindicatos para salir sonrientes con el proetarra Arnaldo Otegui y darle carta de naturaleza al paripé del 8 de abril de 2017 con esa nueva entrega de armas de ETA a los verificadores internacionales ocupa la actualidad informativa española.
La noche del 6 de abril de 2017, ‘El Cascabel’ (13TV), dedicó varios minutos a esta cuestión. La socialista Eva Llarandi, en un ejercicio de funambulismo increíble, justificó la imagen de su compañera Rafaela Romero, del PSE-PSOE, con Otegui porque entiende que la situación respecto a ETA no tiene nada que ver con la de los años del plomo.
Carlos Cuesta, director de ‘La Marimorena’, le dio un auténtico baño recordándole aspectos esenciales por los que esa imagen nunca debió tener como comparsa a un partido como el socialista:
Esa fotografía lo que hace es dar carácter de veracidad a la entrega de armas. Cuando tú estás entregando 70 u 80 pistolas eso no es una entrega de armas. En los últimos cuatro meses les han detectado tres zulos y cualquiera de ellos con mucho más material del que se va a entregar. La última vez que hicieron una entrega con los famosos mediadores entregaron 55 pistolas viejas, unos cartuchos de dinamita y con las mismas manos con las que se las habían traído a los mediadores, en las mismas manos y en las mismas cajas se las volvieron a llevar. ETA no cambió por convencimiento, sino por estrategia. Cambió las armas para poder colarse en las instituciones a través de alguna de sus marcas. Hoy tenemos marcas metidas que desafían cualquier ámbito de la legalidad y de la constitucionalidad.
Llarandi soltaba un falaz argumento:
¡Pero es que ya no matan!
Cuesta proseguía el relato:
Sí, eso está claro. Pero fíjate, tú antes has utilizado un término, que es normalizar, que ya va siendo hora de que se normalice. A ver, normalizar significa que en un estado de derecho se aplique la ley. Lo que no puede ser normal es que se viole la ley. Lo que ellos están pidiendo no es que se cumplan sus condenas, no es que permanezcan en sus prisiones que les han sido adjudicadas no por un criterio de tortura, sino que en cuanto tú concentrabas a cinco o a diez personas de ETA se adueñaban de la prisión.
La socialista insistía en justificar lo injustificable:
Pero eso se hizo en el momento en que se mataba, Carlos, pero la situación ha cambiado.
El periodista volvía a rebatirla:
No, no. Eva, ellos han mantenido la disciplina dentro de ETA por el hecho de estar varias personas de ETA porque entre ellos mismos se delataban cuando alguno pretendía salir de la banda terrorista. Es decir, la política de dispersión no fue ninguna tortura. Si tú los mantenías organizados, la estructura de ETA pervivía dentro de la prisión. Esto de normalizar es aplicar la ley.
Llarandi pretendía seguir con su línea de rebajar las críticas a la banda terrorista:
Perdona, pero lo que tampoco se puede pretender es que ahora veamos las circunstancias tal y como estaban hace algunos años cuando la banda mataba.
El director de ‘La Marimorena’ iba indignándose con los argumentos de Llarandi:
¿Pero tú a qué llamas normalizar?
La del PSOE trataba de salir del apuro:
Lo de normalizar es que tenemos que ir asumiendo, nos guste o no nos guste, es que esa banda que se ha ido convirtiendo en un partido político va a estar ahí, que le permiten estar.
Cuesta la dejaba fulminada con la pregunta definitiva sobre lo que es ETA:
¿Sabes cuántos asesinatos cometió?