El poeta sueña solo con principio
se mueve y lo hace lento y sin prisas
con rimas amistosas de las caras
como el tiempo remata con inicios
de los labios sellados con tus besos
la alegría velada respiraba
en el reflejo inédito y eterno
de la aventura pero sin embargo.
El desarrollo en todo es del azar
y ocupa con la inercia el alma entera
tal como en el elogio liberado
se expande sin control por los recados
desde las piedras negras a la playa
y de la atención al encadenado
despiste inevitable ya creado
descrito en el consejo anaranjado.
Por el contrario sin hablar siquiera
el final desmedido es del lector
pilota el sentimiento ajeno y propio
vive la mujer en el hombre y este
vive en la mujer bajo misma suerte
de resultado incierto en el futuro
iguales y sin daño qué es aurora
sino violeta rosa o la simple hiedra.
José Pómez