Tremendo pollo el que tienen en el Gobierno con el espinoso asunto.
El próximo día 18 en Mondragón hay convocado un acto para exaltar y homenajear al encarcelado etarra Henri Parot (cuyo apellido conocerán por la doctrina generada a partir de una conflictiva decisión del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que permitía la salida de prisión de numerosos delincuentes mucho antes de lo que deberían).
Un acto (ongi etorri), por tanto, que supone una auténtica exaltación de un terrorista, y que está poniendo al Gobierno de la nación en una tesitura que termina por ser bastante ridícula.
El Parlamento Europeo pidió en 2018 a los Estados miembros «prohibir estos homenajes» con clara consición, pero Marlaska, que no sale de una y ya se mete en otra, ha decidido esperar a la revisión de la directiva.
El Ministerio del Interior dice que no tiene «instrumentos legales» para prohibir el acto de homenaje que se viene, así que nos lo tendremos que comer todos los españoles… O vaya usted a saber.
Y es que el Gobierno, a través del ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, ha intentado salir al paso del ridículo y decir que el Gobierno sí actúa en contra de estos ongi etorris agraviantes.
«El asesino Parot, gran protegido de Sánchez»
Describía hace un par de días Carlos Dávila el calado completo de la ofensiva situación:
El PP, Vox y las asociaciones de víctimas han exigido al Ministerio del Interior de Marlaska que impida la realización de este copioso acto, y los tribunales estudian ahora mismo la propiedad de abortarlo legalmente. No hay noticia al día de hoy de que los solicitantes hayan recibido contestación alguna del Gobierno, o mejor dicho, sí: la Fundación Villacieros, llena de víctimas y perseguidos por ETA, como María San Gil y Carlos Urquijo, sí tiene noticia de una escuálida respuesta del departamento citado en la que se inscribe este descomprometido parrafito: “Tomamos nota”, lo cual se interpreta así: “¡Déjennos en paz y no nos molesten con nuestros socios!” A Bildu se refieren, una de las patas organizativas de esta canallada. El homenaje a Parot no será uno más de los que se están cumplimentando cada vez que un asesino abandona el trullo; es toda una provocación de los criminales y sus aledaños, un cariñoso reconocimiento al mayor homicida que militó en la consabida banda.