El omnipresente comisario José Villarejo le está haciendo un roto al Gobierno Sánchez y la ha montado también en el Ministerio de Justicia (Grietas en el Gobierno Sánchez: Hay guerra sucia de dossieres entre las ministras Robles y Delgado).
A Dolores Delgado, la flamante ministra, no le llega la camisa al cuello. Este 19 de septiembre de 2018, cesó a Luis Fernando Rodríguez, su director de Comunicación, después de que la prensa evidenciara la sucesión de matizaciones de la titular del departamento sobre su relación con el máximo exponente de las cloacas del Estado (La Audiencia Nacional investiga si el exjuez Garzón también cobró del excomisario Villarejo).
Dos comunicados y una declaración en que se desdijo tres veces en solo 48 horas fueron el preludio de una crisis en su gabinete de Comunicación, la segunda en 20 días (El CNI sigue ahora la pista del extelefónico Juan Villalonga, la tercera pieza en el embrollo Corinna-Villarejo).
Hace dos semanas lse había cargado ya a su jefa de prensa, Susana Nieves.
El corte de cabezas, típico de político en apuros, responde a la equivocada idea de la valoración que comienzan a hacer los periodistas sobre las -como poco- sospechosas relaciones entre la antigua fiscal y el excomisario son fruto no de su torpeza personal, sino de la incapacidad del departamento de comunicación. a la hora de transmitir a la prensa su postura en relación con la cuestión.
La gota que ha colmado el vaso de la pacienca de Delgado fue la información sobre la extradición del empresario Ángel Pérez-Maura y la aparición entre los documentos del policía retirado y desde hace 10 meses preso en la cárcel de Estremera de una nota en la que este refleja una cita con ella bajo un nombre en clave.