MADRID, 24 (OTR/PRESS)
Los estudiantes madrileños han llegado al intento de agresión física al rector de la Complutense, Carlos Berzosa, por su decisión de convertir los colegios mayores, dependientes de esta universidad, en centros mixtos donde convivan los dos sexos. Ese arranque de modernidad ha despertado las iras de un sector de los colegiales que no quieren cambiar las viejas tradiciones de la segregación, las novatadas y otras antiguallas.
Más de trescientos alumnos de los colegios mayores Teresa de Jesús (femenino) y Diego de Covarrubias y Antonio de Lebrija (masculinos) se manifestaron ante el rectorado y vapulearon el coche de Berzosa porque quieren vivir los chicos con los chicos y las chicas con las chicas.
En pleno siglo XXI se comprende que el espantado rector exclamara «¡como es posible que jóvenes estudiantes estén más atrasados que yo!». Tienen razón en que deberían ser consultados antes de tomar una decisión sobre la residencia en la que viven, y tienen también razón en el grado de deterioro de las instalaciones. En muchos casos los edificios necesitan una rehabilitación en profundidad y no un lavado de cara aprovechando las vacaciones de verano.
Pero ¿de verdad los estudiantes universitarios del 2010 no encuentran otros motivos para manifestar su disconformidad con la sociedad que les rodea que liarse a insultar a su máxima autoridad por pretender crear colegios mixtos?
¿Es que la falta de salidas profesionales, la falta de prestigio a nivel internacional de las universidades españolas, el paro o la corrupción no les concierne? Tiene toda la razón el rector Berzosa cuando dice confiar en que sea una estricta minoría lo que piensan de semejante manera porque, de lo contrario, no merece la pena enseñar en esas aulas.
Como se dio el hecho de que dos vigilantes de seguridad, que intentaban proteger a Berzosa de la furia de los segregacionistas, resultaron heridos, a la Complutense no le queda otra alternativa que abrir expedientes a los violentos e incluso puede que alguno sea expulsado de la Universidad.
Hace ya muchos años, muchos, otros estudiantes fueron expulsados de esas mismas aulas, se les abrió además un expediente policial que les persiguió durante décadas. Los motivos, permítaseme decirlo, fueron mucho más dignos: estaban reivindicando las libertades y la democracia que ahora disfrutan los que zarandean porque no quieren compartir colegio con las chicas.
