Rafael Torres – Al margen – La insondable Andalucía.


MADRID, 26 (OTR/PRESS)

Será que los andaluces son insondables, es decir, inasequibles a los sondeos, pero lo cierto es que no han votado lo que las encuestas, los que cocinan las encuestas, les mandaban. Por lo demás, ¿qué razón habría para que un electorado mayoritariamente de izquierda se pasara de pronto, con armas y bagajes, al Partido Popular? En todo caso, y es lo que ha sucedido, ese cuerpo electoral ha optado, ante la posibilidad del triunfo de la derecha, de sus recortes, de sus reformas laborales y de sus cosas, por hacerse un poco más de izquierda todavía, cual acredita el notable ascenso de Izquierda Unida, que ha doblado su representación parlamentaria.

Las criaturas humanas son insondables, y las criaturas humanas empadronadas en Andalucía, también. Sólo hay un instante en que, políticamente hablando, dejan de serlo: en el de introducir su voto en la urna. Este, una vez leído y computado revela inequívocamente la opinión y la intención de la dicha criatura. La pavorosa abstención registrada nos deja sin saber, bien es cierto, cuales son las de casi la mitad del electorado, pero la otra mitad se ha expresado transparente en superficie, en esa superficie de la papeleta que hace inútil cualquier sondeo. Punto arriba, punto abajo, Partido Popular y Partido Socialista Obrero Español han obtenido similar porcentaje de votos, y han sido los que desde éste último se han mudado a Izquierda Unida, una buena pila de ellos, los que han vencido la balanza a favor de la opción que tradicionalmente han preferido siempre los andaluces, la izquierda.

Se queda el PP, pues, con la miel en los labios, y con el amargor, encima, de quedar convertido en le tercera fuerza política de Asturias, bien que con el relativo consuelo de saber que el Foro, la segunda, es, si cabe, más PP que el PP. Con todo esto, un poco de oxígeno penetra en la política española por el resquicio, enorme resquicio, que en el que se presumía manto absolutamente azul ha hecho el costurón de Andalucía. Si cualquier particular con una gorra de plato se cree en España capitán general, ¿qué no habría sucedido con un PP amasando todo el poder político? Andalucía, insondable de suyo, votó.

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