Antes de nada, considero preciso
El decir que lo mío no es la guerra,
Por más que lo parezca, dada la perra
Que he cogido con la Flor del Paraíso
Gubernamental, donde tiene su piso,
También con él, el otro cuerpo de becerra,
Que ya de sobra sabemos dónde entierra,
No en la Cañada Real, sino en El Viso;
Sintiendo que ya va oliendo a tierra
Quemada su presencia, este aviso
No les vendrá mal, ni a quien se aferra
Al Poder como una lapa, ni al que hierra,
¡Vaya por Dios!, calzado de decomiso;
Sepan pues, aunque hagan caso omiso,
Que al establo la puerta ya se le cierra,
Y al jardín, … ¡se le está secando el narciso!.