Bokabulario

Gadafi: «Mira en qué situación me encuentro y dime si Dios existe o no”

Viendo el trato que recibe el cadáver de Gadafi, muy parecido al que recibió el de Benito Mussolini por parte del mismo pueblo que le veneraba , empiezo a sentir un poco de compasión por este tirano que ordenó poner bombas en aviones comerciales.

Del poder máximo a la indefensión completa, del palacio a la alcantarilla, de las aclamaciones al linchamiento, de los halagos a los insultos; tenía toneladas de oro y murió desnudo y solo. ¡Cuántas veces se ha repetido esta historia!

La muerte de Muamar el Gadafi es una lección moral para todos nosotros. El italiano Silvio Berlusconi lo expresó con una cita latina clásica: Sic transit gloria mundi.

Son poco conocidas las frases que pronunció uno de los jefes de la NKVD, la policía política de los bolcheviques, mientras esperaba su ejecución por orden de Stalin, que, como medida de precaución purgaba la cúpula de sus asesinos cada cierto tiempo. Al que nos referimos era Genrikh Yagoda.

estando en la cárcel de donde salió para morir, fue visitado por su sucesor Yezhov y al despedirse Yagoda pronunció la palabra «Dios».

Sorprendido su visitante, se vuelve atrás y le pregunta: «¿Pero, tu crees en Dios?». La respuesta de Yagoda merece pasar a la Historia: «De Stalin merezco el mayor de los premios; de Dios, el mayor de los castigos. Mira en qué situación me encuentro y dime si Dios existe o no».

Un cadáver desnudo, amoratado por los golpes, hinchado por la corrupción de la carne y sucio por la sangre, yace sobre un colchón y se exhibe como la momia de Lenin a la curiosidad y el morbo de la chusma. Hace unos meses, muchos de los que ahora van a tocar el cadáver y burlarse de él marchaban a vitorear y a aplaudir al hombre que entonces era, cuando un alma lo animaba.

Un amigo historiador, experto en los años 30 y la guerra, me ha dicho que al ver a los milicianos rodeando a Gadafi y ensañándose con él -y no digo que no mereciera ser fusilado, porque yo, igual que Julio Camba, no padezco la enfermedad del humanitarismo- pensó en que formaban el mismo tipo humano que en julio de 1936 salió a violar monjas y matar burgueses.

¿Quiénes sustituirán a Gadafi?, ¿esos matones?

(Me empieza a dar pena Gadafi, no sólo por su final, por haber sido abandonado por todos los que le suplicaron unos barriles de petróleo o unos dinares, sino por haberse negado a subir a un avión para asilarse en Arabia Saudí, donde la familia real dueña del país pone palacio a todos los canallas que hay entre los musulmanes, como Ben Alí y como Idi Amín.)

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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