Esta simple anécdota de Aguirre es un reflejo de la sensación de impunidad que tienen algunos
Este 13 abril 2014 Elvira Lindo titula Esperanza y Carmina su sección Don de gentes en el suplemento Domingo de El País.
«Soy hija del Cuerpo». Cuando la otra tarde, viendo ‘Carmina y amén’, la singular película de ese genio de la comedia que es Paco León, escuché a su portentosa madre soltar esa frase para burlar la ley, se me dibujó una sonrisa al recordar todas esas veces en que mi padre nos aconsejó que dijéramos lo mismo si teníamos problemas con la policía o con la Guardia Civil.
Añade:
Pero se suponía que en un periodo democrático todas esas marrullerías iban a ser borradas, tanto los excesos de brutalidad policial como el “usted no sabe con quién está hablando” de aquellos otros que por alguna razón tenían que dar cuentas ante las fuerzas del orden. Pero no. Es imposible cambiar esos tics que denotan un atraso cultural si quien tiene que dar ejemplo cívico, por haber tenido y tener responsabilidades políticas, huye de la policía porque le atacan las prisas mientras le ponen una multa, para luego argumentar ante la prensa que lo que ocurrió en la calle era un asunto privado que nada tenía que ver con la vida pública. Vaya, esto sí que es bueno.
Y concluye:
Apeló la señora Aguirre a su edad provecta: parece que no hay en España más problemas, dijo, que el de la infracción de tráfico que comete una sexagenaria. Acabáramos: la edad y el sexo. […] Se arma de un casticismo tan achulapado si Paco León hiciera una tercera parte de su Carmina, podría proponerle a Aguirre un duelo verbal con su madre. No sé si en Sevilla o Madrid habría rellano lo bastante amplio para que cupieran dos hembras tan antológicas como estas. De hecho, en la película, doña Carmina le pega un hostión a un guardia de seguridad que le vuelve la cara del revés. Doña Esperanza, más acorde con la educación recibida, tiene otro estilo: pisa el acelerador.