Esperpento, – Persona o cosa que destaca por su fealdad, desaliño o apariencia ridícula o grotesca.
Que desde hace años la política española es grotesca, cierto. Que tras el 20D se ha convertido en un esperpento vergonzoso en el que los políticos se mueven únicamente por sus intereses de poder, también. España no figura en ninguna de las agendas de ningún político, ha sido sustituida por el poder.
El espectáculo que nuestros políticos están dando en la búsqueda de fórmulas para la formación de gobierno es una muestra esperpéntica y grotesca de ruindad, egoísmo, intereses oscuros y mezquindad, en un ambiente sórdido y asfixiante en el que todos mienten, manipulan y ocultan sus verdaderos propósitos.
Cuando oigo la consabida, estereotipada, manoseada e hipócrita frase de «Queremos un gobierno de progreso», no sé si reír o llorar. A un gobierno formado por un PSOE con tan solo 90 diputados, un partido estalinista (Podemos), uno nacionalista (PNV) y un grupúsculo comunista (IU), le llaman «gobierno de progreso».
Valle Inclán publicó en 1919 Divinas Palabras, una obra esperpéntica que se desarrolla en la España de la Regencia. La obra refleja la miseria física y moral de la época a través de unos personajes en los que anidan todos los vicios capitaneados por la lujuria y la codicia.
Todo gira en torno al carretón donde yace, Laureaniño, el idiota hidrópico que todos se disputan y que pasa de mano en mano de los personajes a los que no mueve la piedad, sino el egoísmo y la codicia, pues mostrado en las ferias, el carretón y el idiota recaudan buenos dineros.
Los que han estudiado la obra desde la óptica política ven en los personajes a los políticos de la época y en el carretón del hidrópico a la misma España que, tal como el carretón pasa de mano en mano para ser explotado, pasa por el turnismo político de partido a partido para ser esquilmada por los unos y por los otros.
Sin ser esta España la de la Regencia, el espectáculo esperpéntico y bochornoso que están dando nuestros políticos para alcanzar el poder, podría ser comparado con el grotesco espectáculo de los personajes de Divinas palabras por tener en su poder el carretón del idiota.
