Carlos Rubio Romo

¿Hay algo que celebrar?

¿Hay algo que celebrar?
Carlos Rubio Romo

¡Pasen y vean, señoras y señores!

¡El hemiCIRCO les ofrece, en una única e inolvidable sesión, el peor espectáculo que hayan podido ver en su vida!

Así podrían haber anunciado el miércoles pasado los ujieres del Congreso la sarta de mamarrachadas que tuvimos que ver y oír por parte de sus señorías.
El motivo era la celebración de los cuarenta años de las elecciones de 1977. La casta se encontraba a sí misma, lejos, como siempre, de los españoles, en su mundo de Yupi, para celebrarse a sí misma y mirándose al espejo decirse: «espejo, espejito, ¿quiénes son los más bonitos, los más demócratas, los más listos?»

Allí estaban todos, o casi. Los sepaRATAS de la ETA y sus lacayos catalanes decidieron ausentarse en un gesto de difícil comprensión puesto que al fin y al cabo, esas elecciones y este sistema vinieron a dar cobertura legal a lo que hasta ese momento no eran más que vulgares terroristas. Hoy, esos que aplaudían/aplauden/aplaudirán el tiro en la nuca y la bomba lapa, ocupan muchos puestos de responsabilidad política y se llevan un montón de millones de euros en sueldos y subvenciones. Por cierto, dinero robado a los españoles mediante el atraco legal llamado impuestos. Quizá decidieron no venir porque con sus manos manchadas de sangre al aplaudir hubieran salpicado los trajes y los vestidos de sus señorías y eso hubiera sido de muy mal gusto.

Faltaba también, paradojas de la vida, el «prota». Ese del que durante décadas no se pudo contar ni una verdad hasta que se rompió la cadera cazando elefantes en Botswana, mientras los españoles perdían su trabajo por millares, se arruinaban o les echaban de sus casas por no poder pagar la hipoteca. Allí, con su querida, disfrutaba tranquilamente de unos días de cacería el «artífice de la transición», el «arquitecto de la democracia». En fin, ese que ha amasado una inmensa fortuna con la participación destacada de sus amigos, los jeques del Golfo (con perdón) Pérsico. Aunque claro, donde las dan, las toman: aquél que sin recato alguno traicionó a su padre aceptando la proposición de Franco para convertirse en rey; el perjuro que, sin empacho ninguno, traicionó los Principios que juró defender, ha probado su misma medicina y su propio hijo, a imagen de lo que él mismo hizo con su padre, le ha clavado un puñal por la espalda prohibiéndole asistir a esa ceremonia de la vergüenza. Parece que al emérito no le ha hecho gracia. «Sic transit gloria mundi», Juanito.

Los demás estaban todos. Bien apretaditos, puesto que para la ocasión sacaron incluso de sus sarcófagos a algunas momias que no veíamos desde hace casi cuarenta años. Y, aunque olía bastante a alcanfor, estaban todos encantados de verse de nuevo. Allí estaba Alfonso Guerra, el protocorrupto de este sistema cleptocrático, al que en un verdadero ejercicio de impostura han vestido con el uniforme de venerable sabio y que lleva ya años pontificando sobre todo lo divino y lo humano. Fue con el que más selfies se hicieron los de la bancada socialista. Sin embargo, «dios», también conocido como «mister X», prefirió sentarse con los de Ciudadanos. Da igual. Son lo mismo. Peones de oscuros poderes. Felipe y Albert ya se habían cruzado en las reuniones del Club Bilderberg y se habían caído bien. Parece ser que el de la cal viva y el «henmano» de Juan «el cafelitos», ni se saludaron. ¡Con la de maldades que hicieron juntos, ahora se detestan!…aunque parece ser que nunca se aguantaron. Su pareja era como la de los reyes de antes: pura conveniencia.

¿Y qué decir de aquellos jóvenes profesionales, más o menos salidos del Franquismo, que dejaron sus bufetes y notarías para jugar a aprendices de brujos y, alineándose detrás de Suárez, desmontar todo lo bueno que se había hecho durante cuarenta años? Ellos, ucederos de todos los pelajes, abrieron la caja de Pandora. Y de aquellos polvos, vinieron estos lodos. Ellos ya dibujaban lo que sería la mal llamada derecha del Sistema: cobarde y acomplejada, dispuesta a todo con tal de no ser tachada de «franquista». Pues ahí estaban los Herrero de Miñón, Pérez Llorca y demás Landelinos Lavilla, imágenes vivas de la traición a unos principios y la sumisión frente a los enemigos de España.

Pero de todos esos si uno destacó en patetismo fue Martín Villa. Siniestro personaje que decretó la amnistía a terroristas de ETA, GRAPO y demás basura marxista. Responsable de la legalización de la bandera del PNV/ETA como bandera de los vascos. Enemigo de los militantes vascos de su partido por su entreguismo al PNV. Pues bien, ese personaje se pasó todo el acto mendigando un encuentro con los etarras de PoTemos para intentar demostrarles que él no tuvo nada que ver con los acontecimientos de Vitoria de los cuales los comunistas le señalaban como máximo responsable. Arrastrándose por los pasillos y los corrillos como un alma en pena con su fajo de papels. Cuarenta años después no ha aprendido nada. Sigue siendo un cobarde y un amilanado frente a esa carroña. La misma ansia por hacerse perdonar por la izquierda, por demostrar que él fue siempre un demócrata. Reconociendo de facto la autoasignada y falsa superioridad moral de la izquierda ¡Qué pena!

¿Y qué se ve allá al fondo? Vaya, los TRESvergentes. Los chorizos que han robado miles de millones de euros en Cataluña, cual vulgares mafiosos vendiendo su protección a cualquier pobre comerciante. Esos ladrones, sepaRATAS para más señas, han hecho de esa región española un coto privado donde cualquier desmán se justifica en el altar de la «nació». De su imaginaria «nació» que nunca existió y que ellos inventaron para poder trincar sin parar. Por cierto, con el beneplácito de la UCD, PSOE y PP, culpables por omisión de lo que pasa allí. Pues bien, el numerito de esa partida de bandoleros fue mostrar dibujitos de urnas para reivindicar el maldito referéndum que, si Dios no lo remedia, tendrá lugar el próximo uno de octubre. No sé qué fue más bochornoso si sus papelitos o la dejadez de funciones de la presidenta del congreso que no mandó desalojarles por imbéciles.

Unas bancadas más abajo, huele mal. ¡Ah!, claro, son los de PoTemos y ya sabemos la inquina que tienen contra el champú y el jabón. Pues bien, esos, junto con los de izquierda «hundida», decidieron dar protagonismo al color rojo. Nada sorprendente viniendo de los herederos de Stalin. Garzón y otros dos o tres tipos con camisetas de los dos asesinos españoles más tristemente célebres del s. XX: Ibárruri y Carrillo. Rindiendo homenaje a aquélla a la que llamaban «madre de todos los mineros» pero no por su carácter bondadoso y su atención a ese gremio sino porque le encantaba encerrarse con los mineros en huelga para mejor «conocer» sus reivindicaciones. La misma que en sede parlamentaria pronunció la condena a muerte de D. José Calvo Sotelo. Y la misma, en fin, que declaró como resumen acertado de su pensamiento: «más vale condenar a cien inocentes a que se absuelva a un solo culpable«. Y recordaron también al asesino de Paracuellos, Carrillo, responsable máximo y directo de más de dos mil asesinatos de presos políticos y religiosos durante las sacas de finales de 1936.

Semejantes patochadas contaron con dos animadores a la altura de las circunstancias: Ana Pastor y Felipe de Borbón. Mucho bla, bla, bla. Muchas frases hechas. Mucho vacío. Mucha nada…Y también, bastantes falsedades y bastantes tonterías.

La primera contribuyó a engordar la manipulación de la Historia homenajeando a Carrillo. Homenajeando a un asesino sobre cuya conciencia pesan miles de muertos. Un defensor de Stalin, Lenin y lo que su siniestra ideología representa. Pues bien, la Sra. Pastor, creyó conveniente, incensar a tal genocida e insistir en que nuestra «democracia» le debe mucho. Así es la Historia de estos cuarenta años: los malos ganan, los acomPPlejados les hacen el juego y los buenos pierden. Tuvo un recuerdo, a su manera, por las víctimas de ETA. Todo un detalle. Pero no para pedir perdón por la responsabilidad del Sistema «democrático» en ello, por sus cesiones, por du dejación de funciones y por su cobardía. No, sino que fue para afear «la cerril reacción de algunos frente al cambio«. No pudo por menos, evidentemente, que plegarse al guión oficial y rendir homenaje a Juan Carlos de Borbón «cuyo nombre en la Historia no podrá nunca desligarse de la palabra democracia«. Evidentemente, no conviene recordar el papel fundamental que ese señor tuvo en la preparación intelectual del 23 de febrero de 1981, que fue bastante alejado de la imagen heroica que nos quieren vender de paladín de la democracia.

El segundo fue más de lo mismo con algunas perlas que merece la pena destacar, como cuando se permitió decir que «el terrorismo estaba felizmente derrotado». Creo que debería ir con más frecuencia a las Vascongadas y a Navarra para ver quién gobierna allí y el programa que aplican. Para que vea los homenajes que se hacen cada vez que el gobierno de Rajoy suelta a un asesino etarra. O darse una vuelta por el resto de España para conocer a los más de 200.000 exiliados vascos y navarros que tuvieron que dejar su tierra y no han vuelto porque esos chicos malos de ETA no entendieron esto de la concordia y la democracia. ¡Mecachis, qué chicos tan malos!

Cuando declaró que «lo que hoy disfrutamos constituye un extraordinario patrimonio moral y material» ¿pensaba en la corrupción que gangrena nuestra patria desde hace cuarenta años? ¿En la podredumbre de partidos y sindicatos? ¿En las comisiones que sistemáticamente se pagan a los políticos si se quiere trabajar para la Administración pública? ¿Se acordó del patrimonio de los Pujol? ¿De Roldán, Mariano Rubio, Filesa? ¿De los tesoreros del PP? ¿De la beca de Errejón, las comisiones de «Moneydero» o el sueldo iraní de Pablo Iglesias?

Al decir que «la Corona reafirma…su compromiso irrevocable con la democracia, con el entendimiento entre todos los españoles y con su convivencia en libertad«, ¿pensó en los miles de españoles perseguidos y discriminados en su propia patria por querer hablar en español? ¿O en los católicos que lentamente pero inexorablemente son cada vez más el blanco de ataques por parte de comandos marxistas? ¿Pensó quizá en los que se oponen a la imposición de la aberrante ideología de género? Hum, tengo mis dudas.

¿Querrá hacer méritos porque ve que se le acaba el invento? Con una izquierda marxista salvajemente republicana, un PSOE que ya sin disimulo habla de promover los «valores republicanos» y un PP como siempre, pusilánime y acomplejado, creo que está empezando a verse solo. Muy solo.

Ana Pastor definió el régimen que arrancó con las elecciones de 1977 como «un proyecto nacional sugestivo e ilusionante» y Felipe de Borbón declaró que «los españoles podemos sentirnos orgullosos de lo que hemos construido juntos en estas cuatro décadas«.

Si nos tomamos la molestia de leer la prensa de ese mismo día veremos que la actualidad contradecía palmariamente el cuento que intentaban hacernos creer: el 43% de los contratos temporales duran menos de un mes y el 28% duran menos de una semana. Que la brillante labor de la Policía Nacional permitió detener a cuatro musulmanes en Palma de Mallorca que se disponían a atentar de una forma inminente. Que el PSOE, en comandita con los filoetarras del PNV, se opone a colocar un simple monolito en Bilbao para honrar la memoria de Miguel Ángel Blanco. Que el PP de Badalona firma un manifiesto a favor de la plurinacionalidad (?) de España. Que, ¡por fin!, después de 178 días trabajando para pagar impuestos, el español medio empieza a trabajar para pagar la hipoteca, la ropa de los niños, la luz y el agua: es el día de la liberación fiscal. Que el PSOE, una vez más y con más fuerza que nunca, proponga denunciar el Concordato con la Santa Sede, mientras que, al mismo tiempo, forran de dinero a todo tipo de asociaciones musulmanas y se deshacen en felicitaciones tuiteras a los moros por el Ramadán. Que Madrid es la sede mundial de esa macroaberración del orgullo gay convertida por la magia de la manipulación del sistema en la «fiesta del amor». ¿Y lo llaman orgullo?, ¿se puede estar orgulloso de una reunión donde el acto principal es que tíos peludos y barbudos se vistan de mujer y hagan una carrera de tacones? ¿Se puede estar orgulloso de tíos desnudos bailando delante de niños de diez años y menos?

Esa es la cruda y triste realidad. Eso y no el relato fantasioso que nos contaban desde el hemiCIRCO. Todo eso sucedía en el mundo real mientras la castuza, absolutamente ajena a todo, celebraba unas elecciones y un sistema que han abierto la puerta a esas miserias.

Una nación con record mundial de paro y con una precariedad laboral astronómica. Una nación que se muere porque ya no hay niños. Una nación donde los terroristas han ganado. Una nación que, al igual que el resto de Occidente, ha abierto suicidamente sus puertas a la invasión musulmana. Una nación que ha pasado de ser bastión de la Cristiandad a ver cómo la persecución a los cristianos se convierte en cotidiana. Una nación donde la castuza saquea a los españoles mediante unos impuestos confiscatorios. Una nación, en fin, convertida en el paraíso de las aberraciones más sucias.

¿De verdad hay algo que celebrar?

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