El Joan Tardá tiene a su favor
Que es un viejo amigo, un hombre de bien,
Y por eso mismo es tal que un tren,
Aún hoy, con la máquina de vapor;
En la ERC es tal su labor,
Que más que un político de retén,
Su conducta viene siendo tan fetén,
Que, si fuera un convento, sería el prior;
Pero es un Partido Político, y a quien
Se queda parado de pie en el andén,
Nuevos pasajeros sin ningún pudor,
Porque por su edad no sufra un vaivén,
Viendo que ya está marchita la flor,
Pueden echarlo a la basura… ¡y amén!.
II
El Gabriel Rufián, sin embargo, desdén
No nos causa; lo que nos causa es furor,
Pues que, sin puta idea del honor,
A la ERC en un «Todo a cien»,
La está convirtiendo… O en un harén,
Lo que desde luego es mucho peor;
No siente ni el más mínimo rubor,
Con tal de tener, ¡craso error!, la sartén
Por el mango del más vil provocador;
Son toda su gloria y su esplendor
Hacer el ridículo y lo también
Más obsceno, donde lo uno y lo otro estén:
Miniatura que es, se cree el Cid Campeador,
Y, a lo grande, el Doble… ¡de Maríne le Pen!.