Análisis

Manuel del Rosal: «La cena de los idiotas»

Manuel del Rosal: "La cena de los idiotas"
Cena de los idiotas

«Dios no está con nosotros porque odia a los idiotas» Clint Eastwood

La cena de los idiotas es una película francesa del año 1998. Unos amigos de la alta sociedad se reúnen todos los miércoles a cenar con el aliciente de que el que invite al mayor idiota, al más espectacular imbécil, ganará un suculento premio. Todos los miembros se afanan por ganar el premio llevando al idiota más idiota y que supere en idiotez a todos los idiotas presentados por los otros.

En España y desde hace 40 años los españoles participamos, no solo los miércoles, sino todos los días, en una cena de idiotas. A esta cena hemos de añadir el desayuno, faltando poco para que sea una pensión completa de idiotismo. Por tanto, los españoles desayunamos todas las mañanas con las noticias manipuladas de los medios de comunicación y cenamos con las declaraciones de los políticos, sus promesas y su hipocresía. Como postre a esa cena comemos las tertulias donde los tertulianos nos mienten e intentan adoctrinarnos, muchos de ellos pagados por los partidos políticos. Somos millones de idiotas e imbéciles los que desayunamos y cenamos con el menú que quieren que nos traguemos sin masticar los políticos y los medios de comunicación afines. Esto confirma aquello que los científicos han descubierto: que el elemento más presente en el mundo no es el hidrógeno, sino la estupidez humana o dicho en términos castizos: que hay más tontos que botellines. Porque hay que ser tonto para creer a Pablo Iglesias o a Pedro Sánchez, no te quiero decir a Pepe Luis Ábalos ministro de Fomento. Que millones de españoles sigan creyendo en lo que por las mañanas nos dicen los medios de comunicación en el desayuno y en los discursos y promesas de los políticos en la cena, demuestra a que grado de idiotismo hemos llegado – entremos todos y salga el que pueda – ¿Cómo se puede creer en Pedro Sánchez el del avión presidencial que ha convertido a España en el vertedero migrante de Europa? ¿Cómo se puede creer en el mesías comunista que echaba espuma por la boca rajando de la casta, hasta ser parte de ella y mostrarlo indecentemente comprando un Dacha en Galapagar? Solo se puede explicar esto desde la idiotez y la estupidez. Es imposible que una persona con sentido común y una inteligencia normal pueda tragarse tanta bazofia en el desayuno y en la cena todos los días.

En la película, los idiotas son los invitados a la pantagruélica cena que los señorones se montan, en España los invitados a la bárbara cena que se montan los políticos cuyos platos son sus privilegios, sus sinecuras, sus ventajas de todo tipo, su nepotismo, sus robos, su corrupción; somos nosotros los ciudadanos idiotas. En esa cena, nosotros los idiotas, recibimos las migajas del banquete, los despojos de sus privilegios, los restos de sus beneficios que nos tragamos beatíficamente en la creencia – estúpida creencia – de que ese engordar sus indecentes barrigas hidrópicas de mentiras, odres de hipocresía, lo hacen por nosotros, por el pueblo. Los españoles, forzosamente, debemos estar idiotizados al asistir sin rechistar a la cena que todos los días los políticos aderezan solo pensando en sus intereses y beneficios. Si no, explíquenme como se puede creer en personajes como Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Rufián, Tardá o en el nuevo delfín del PP y toda esa cáfila de personajillos adjuntos que han hecho de la democracia la excusa para saquearnos a impuestos y repartirse España en una cena a la que nosotros, los ciudadanos idiotas, somos invitados para vivir de las migajas que caen bajo la mesa.

España es un enorme banquete cocinado por los políticos en el que llenan sus deshonestas tripas hasta el vómito, mientras nosotros, idiotas ciudadanos, callamos acercando a nuestras bocas las migajas de ese banquete. En la película, mientras más idiotas sean los invitados, más fiesta y diversión para los señorones; pasa igual en España, mientras más idiotez, estupidez e ignorancia de nosotros los ciudadanos, más fácil para los políticos aderezar esa cena de los idiotas.

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