ANALISIS

Santiago López Castillo: «Sindicatos Trivagos»

Santiago López Castillo: "Sindicatos Trivagos"
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Conocí a Nicolás Redondo a través de mis entrevistas en profundidad para la revista de «Cambio 16», no la actual cuya cabecera adquirió un tal Manuel Domínguez Moreno, pájaro de bajos vuelos y experto en el trapicheo de cromos con los mercados bolivarianos. Antes, nada más salir de la cárcel, entrevisté a Marcelino Camacho -tipo ejemplar- quien me dedicó su librito «Charlas desde la prisión» (asimismo, departí frecuentemente con él en su etapa de diputado comunista, 1977-81). Después, seguí la andadura del hijo del primero, Redondo Terreros, que últimamente me parece una «pieza» intercambiable para cualquier modelo o carrocería como es el chasis del iluminado Pedro Sánchez, empleado para todo y, conquistada la Moncloa, aspirante férreo a la presidencia de la República si es que toca, porque los enemigos de España están en ello.

Muy ocurrente, una amiga mía, y ante la proliferación de sindicalistas «liberados»´, más el escaso caso que hacían y hacen a los trabajadores, los calificó de «trivagos». UGT, como es sabido, ha cumplido 130 años pero sería aconsejable que ni uno más. Es como su partido de cuna, el PSOE, que ha alardeado de 100 años de honradez pero ni un minuto más, agregamos los imparciales. Redondo Jr., en sus tertulias (me abstengo de los proselitistas que, encima, no saben escribir) se le ve solícito a un cargo del partido de Sánchez, alias el arrivista. Bien lo decía un político en decadencia: fuera del poder, hace frío.

Debo elogiar, desde mi perspectiva, al ex sindicalista de Comisiones José Mª Hidalgo, que creo que fue médico de profesión antes que fraile en el andamio. Ahora danza danzando un tal Pepe Álvarez que le da a la cosa y a la mariscada. Cuando no a las luces de neón de la carretera a las que tan afines eran y son los sindicalistas andaluces. ¡Una de putas! ¡Marchando! Como si son tres y media, las raciones, quiero decir. En esta conmemoración de los puti-factores estuvo la nueva ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, de ojos verdes, piel canela pero de cerebro escuálido, se ha sacado de sus partes (las del ministerio, se entiende) la abolición de la reforma laboral que tan pingües resultados le dio al facha de Rajoy, jodo, petaca. Recuperar cinco millones de parados.

Doña Magdalena Valerio, de profesión abogado, está casada con el sociólogo Lorenzo Díaz, más rojo que un pimiento morrón e hijo de guardia civil como la titular de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social -¿será por títulos?-. Quien, por cierto, se presentó a las elecciones municipales por Guadalajara y no se comió ni un colín. Que no cunda el pánico: con los «trivagos» Álvarez (UGT) y Unai Sordo (CC. OO.) y otras hierbas, la mamandurria está asegurada. Está claro: Sánchez ha venido para quedarse y llevárselo crudo. ¿Será por dinero…?

PD.- ¿Por qué los hijos de militar reniegan tanto de sus padres. V. gr., Luís López del Pecho (TVE), que se paseó por la vida con el pseudónimo de Luís Pancorbo.

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