No sirve para evitar guerras ni encarcelar dictadores

¿Sirve la ONU?

La educación viene a ser aprender ciertas actitudes más que en convertirse en persona culta

¿Sirve la ONU?

A juzgar por los resultados, la ONU, fundada el 24 de octubre de 1945 en San Francisco (California), Estados Unidos y gran invento de la posguerra, se ha convertido en un organismo internacional que no sirve para afrontar los problemas actuales y crea otros.

La Asamblea General de la semana pasada ha constatado lo habitual: pasarela de jefes de Estado y de Gobierno, discurso apocalíptico de su Secretario General, el portugués António Guterres de Oliveira: “El mundo está en peligro y paralizado” y “Nuestra guerra suicida contra la naturaleza”, e impotencia frente a Rusia, a la que dedicaron discursos de condena ó de débil reproche, tras acusarla de cometer crímenes de guerra en Ucrania, negociar un frágil acuerdo para la exportación de grano ucraniano desde Odessa y establecer algunos controles de seguridad en la central nuclear de Zaporiyia. Dos dictaduras como China y Rusia tienen poder de veto en el Consejo de Seguridad, máximo órgano ejecutivo, que junto con Estados Unidos, Reino Unido y Francia, suman los únicos cinco miembros permanentes de un total de 15, en donde los otros diez son rotatorios y pintan poco. Lo que cualquiera de los cinco primeros no quiere que se haga se veta y asunto terminado. Rusia ha invadido Ucrania y la ONU no ha podido hacer nada ni para evitarlo ni para pararlo. Y para más inri China se ha puesto sibilinamente de su lado (ella quiere hacer lo mismo con Taiwán), junto a otras autocracias, todas miembros de Naciones Unidas y algunas integrantes de comités como el de derechos humanos. ¡Qué ironía!

Sin embargo, sí es de utilidad para sacar dinero al contribuyente y para que los gobiernos de turno coloquen a amigos y conmilitones en puestos de relumbrón, bien remunerados por las arcas públicas. Por ejemplo, lo que hizo José Luis Rodríguez Zapatero con la recién creada ONU Mujeres (2 de julio de 2010), en la que apoyó como Secretaria General Adjunta de la ONU y primera Directora Ejecutiva del invento a la ex presidenta de Chile Michelle Bachelet Jeria, tras hacer una importante donación económica “en nombre del Gobierno de España” y, a cambio, situar en tan apetecible lugar a su ex ministra de Igualdad Bibiana Aído Almagro (“miembros y miembras”, ¿se acuerdan?), con un sueldo anual de 100.000 euros y como asesora de Bachelet en la “división por la igualdad de género e impulso femenino”. Desde 2017 es representante de ONU Mujeres en Ecuador. Y a Leire Pajín Iraola, ex ministra de Sanidad, Política Social e Igualdad, Zapatero le gestionó una asesoría política del programa para el Desarrollo de la ONU, desde donde saltó a la Organización Panamericana de Salud, organismo con sede en Columbia (Estados Unidos) que forma parte del Sistema de Naciones Unidas. Más tarde se unió al equipo del Instituto de Salud Global de Barcelona y asumió la presidencia de la Red Española para el Desarrollo Sostenible (REDS), lobby alimentado con dinero público que persigue impulsar los objetivos de la Agenda 2030.

Como vemos, la ONU no sirve para evitar guerras ni encarcelar dictadores que maltratan al pueblo, le someten a penuria e injusticia y facilitan la salida de sus conciudadanos para que dejen de protestar, trabajen en otros países y manden mensualmente las famosas “remesas” con las que viven dignamente los familiares que las reciben, crece falsamente la renta per cápita y se vanaglorian sus sátrapas. Pero sí da para cargos y para ideologizar la enseñanza, hacer ingeniería social y someter el individuo al grupo, como ha denunciado en una Tercera de ABC la catedrática de Español de la Universidad de Lund (Suecia) Inger Enkvist.

Según Enkvist, la crisis de la educación en varios países occidentales se debe a que “…Organizaciones internacionales como la ONU hablan constantemente de los derechos de los alumnos, pero no de sus obligaciones, e intentan imponer políticas sin apoyo en la experiencia o en la investigación. La crisis de la educación occidental apareció al mismo tiempo que se introdujeron dos ideas o ideologías que llevaron a cambios en los currículos, en la organización de los grupos y en la formación docente. La primera era que la escuela se debía utilizar como un instrumento para lograr la igualdad social, una metapolítica más que intelectual. Se podía resumir como la política de “una talla para todos”. La segunda tenía que ver con el ideal político-pedagógico del antiautoritarismo. Los alumnos no debían escuchar a los profesores y aprender de ellos, sino trabajar de una manera más libre. Debían actuar como exploradores o investigadores, trabajando por proyecto y en grupo. Importaban menos los contenidos que los métodos de trabajo… Para los antiautoritarios, los adultos representaban el pasado, mientras que se veía a los alumnos como pioneros del futuro, con menos conocimientos quizás, pero con actitudes progresistas y acostumbrados a amoldarse al grupo. La promesa era lograr unos alumnos convertidos en adultos responsables, creativos y adaptados a una sociedad democrática. Sin embargo, el resultado es muy diferente -afirma Enkvist- y se habla de crisis. La crisis no se debe a falta de recursos. Nunca antes se había invertido tanto dinero como hoy en la educación. Nunca antes los alumnos habían tenido edificios escolares y materiales didácticos tan atractivos como hoy. Nunca antes habían tenido tanto tiempo para estudiar como ahora. Además, su alimentación ha sido mejor que la de generaciones anteriores. No -enfatiza- el problema no es financiero sino político o ideológico, y la solución: introducir otras ideas”.

Inger Enkvist termina su Tercera afirmando que “En la Agenda 2030 se ve un énfasis en convertir a los alumnos en agentes del desarrollo sostenible como una parte de la ingeniería social. La educación viene a ser aprender ciertas actitudes más que en convertirse en persona culta. La nueva visión del hombre no se basa en el valor individual de cada uno, sino en la subordinación del individuo al grupo. Los políticos no ven su papel al servicio de los alumnos, sino que, al revés, ven a los alumnos como instrumentos para crear el nuevo tipo de sociedad que quieren los políticos”.

Y añado yo: si para competir en cualquier deporte se selecciona a los mejores de la especialidad en cada categoría, ¿por qué no se hace lo mismo con los mejores estudiantes para que formen la élite en cada ciclo y reciban más exigentes saberes?

JORGE DEL CORRAL Y DIEZ DEL CORRAL

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Autor

Jorge del Corral

Hijo, hermano y padre de periodistas, estudió periodismo en la Escuela Oficial de Madrid. Ha trabajado en cabeceras destacadas como ABC y Ya. Fue uno de los fundadores de Antena 3 TV. Miembro fundador de la Asociación de Periodistas Europeos (APE) y del Grupo Crónica, creador de la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión (ATV) y fundador de la Unión de Televisiones Comerciales (UTECA). Un histórico de la agencia EFE, donde fue subdirector y corresponsal en Roma.

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