Si hay algo que sobra en el mundo son ridículas caricaturas, ´prêt-à-porter´, de los estereotipos que el nuevo Orden Mundial ha establecido como modelos a seguir

Más vale ser un mal original, que una buena copia; salvo ‘cutres’ excepciones

Tras correr un ´estúpido velo´ sobre el lado oscuro de estos tipos

Más vale ser un mal original, que una buena copia; salvo 'cutres' excepciones

Podría comenzar sentenciando que  “MÁS VALE SER UN MAL ORIGINAL, QUE UNA BUENA COPIA”, pero creo que me equivocaría, ya que en algunos individuos, su propio original es tan sumamente malo, que desbordaría la peor pesadilla de Stephen King.

Krishnamurti preguntaba si una mente vulgar y ramplona, podía volverse sensible y delicada, o si un necio era capaz de transformarse en un filósofo.

La respuesta era que sí, que sí se podía conseguir, pero que el método para lograrlo distaba mucho de lo que la gente solía hacer para alcanzar ese objetivo, ya que si me decía a mí mismo que mi mente era vulgar y trataba en consecuencia de volverme sensible, el esfuerzo mismo de volverme sensible era en sí una vulgaridad. Mientras que si observaba mi ordinariez, sin tratar de cambiar nada, pero comprendiéndola mediante la observación objetiva de mi propia conducta; si era capaz de recapacitar sobre mi canino modo de comer, o en la acritud con que trataba a la gente que me rodeaba, y en la ordinariez de mi corto y soez vocabulario; entonces, esa misma observación de mi propia vulgaridad, producía la catarsis de mi vulgar mente, transformándola en sensible.

Lo mismo sucede si un necio patán pretende convertirse en un gran pensador: el esfuerzo de transformarse en un intelectual, es tan sólo una forma ampliada de necedad, ya que en lugar de intentar comprender y estudiar su bobería, se ha lanzado directamente a cambiarla, adquiriendo artificialmente el refinamiento superficial de la erudición de sobremesa; citando cuatro libros de los que tan solo ha leído sus resúmenes en Internet, o repitiendo frases de grandes pensadores, que no entiende, pero que las recita de memoria siempre que tiene ocasión y aunque no vengan a cuento.

Con ello lo único que conseguirá es engañarse a sí mismo, y posiblemente a algún analfabeto funcional como él; pero seguirá siendo el mismo necio, zafio y patán que siempre fue; lo cual no le resta para que, viendo el nivel intelectual imperante, pueda triunfar en política, del mismo modo que podría prosperar como actor en una teleserie turca.

El cambio comienza por el reconocimiento y comprensión del problema; su origen y por qué se ha enquistado en la personalidad.

Si no somos capaces de observarnos a nosotros mismos y conocernos sin la venda del apasionamiento narcisista, ¿cómo pretendemos cambiar a mejor?

Cuando el observador es capaz de convertirse en observado; cuando el observador es capaz de observarse a sí mismo, con fría objetividad, como sí de un extraño se tratara, es cuando comienza el cambio de vulgar a sensible; de necio a pensador.

Todo lo demás ya rueda solo. No hay mayor filósofo que aquel que se conoce a sí mismo y tiene la sana ambición de mejorar, pero sin dejar de ser él mismo.

Si hay algo que sobra en el mundo son ridículas caricaturas, ´prêt-à-porter´, de los estereotipos que el nuevo Orden Mundial ha establecido como modelos a seguir, tras correr un ´estúpido velo´ sobre el lado oscuro de estos tipos.

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Autor

Antonio Gil-Terrón Puchades

Antonio Gil-Terrón Puchades (Valencia 1954), poeta, articulista, y ensayista. En la década de los 90 fue columnista de opinión del diario LEVANTE, el periódico LAS PROVINCIAS, y crítico literario de la revista NIGHT. En 1994 le fue concedido el 1º Premio Nacional de Prensa Escrita “Círculo Ahumada”. Ha sido presidente durante más de diez años de la emisora “Inter Valencia Radio 97.7 FM”, y del grupo multimedia de la revista Economía 3. Tiene publicados ocho libros, y ha colaborado en seis. Actualmente escribe en Periodista Digital.

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