Se acabó lo que se daba (Juanma Moreno a los de Podemos: «Yo no me puedo comprar una casa de 600.000 euros como la de Pablo Iglesias»).
La histórica investidura de Juan Manuel Moreno Bonilla en Andalucía culminó este 16 de enero de 2019 la composición de un Parlamento donde casi todos los partidos tienen clara su nueva posición (La televisión de los obispos sataniza a VOX imitando a laSexta: «Es una caja de bombas manejada por un mono»).
Los diferentes líderes desfilaron por la Cámara enarbolando sendos discursos con los que despejaron cuál será su actitud para con el Ejecutivo y sus principales líneas de actuación en la legislatura. Salvo Susana Díaz («Susana Díaz y Teresa Rodríguez están azuzando el odio contra Vox y serán responsables de las desgracias que puedan ocurrir»).
Aquí Susana Díaz diciéndose a si misma (en noviembre de 2017) lo mal que está alentar a las movilizaciónes en la calles durante una sesión de investidura y fletar autobuses para cercar un parlamento. Hoy aquello que tanto criticaba, es lo mismo que ella defiende. pic.twitter.com/3fc3ziaap8
— Juan PabloPolvorinos (@JuanPPolvorinos) 15 de enero de 2019
La ya ex inquilina del Palacio de San Telmo se mostró incapaz siquiera de escenificar el papel que le corresponde, al menos por número de escaños: el de líder de la oposición. Porque Díaz se encuentra perdida en su propio laberinto.
Tras encabezar un escrache al Parlamento, acudió este miércoles al mismo para reconocer que «hay una mayoría parlamentaria legítima» y al momento tachar al nuevo Ejecutivo de «gobierno de involución».
Las verborreicas contradicciones de la ex presidenta son uno de los síntomas que evidencian su confusión.
? ¡Ea, ea, ea, Zuzana se cabrea!
La cortijera Susana Díaz llora: ‘Los herederos de Franco van a gobernar Andalucía’ https://t.co/gwpNfVYoon
— MEDITERRÁNEO DIGITAL (@MediterraneoDGT) 16 de enero de 2019
En un debate de investidura serio, en el que cada formación abordó políticas concretas, la socialista supuso la cuota más demagógica junto a Teresa Rodríguez.
La desorientación de Díaz a la hora de centrar sus discursos es comprensible, dado el nerviosismo a flor de piel. Incluso su continuidad en el cargo está en cuestión.