El también conocido como el niño de la beca, Errejón, es el menos indicado para criticar a Vox. Su caso es como de aquellos que critican a Franco, pero no es porque sean mejores que él, sino porque tienen envidia del poder que tuvo.
Errejón viene de un partido, Podemos, nacido para el mal. Aunque se haya salido de él, todo lo que haga en el futuro tendrá su hedor aroma. Algún podemita aludió a los oscuros negocios de Espinosa y Monasterio. Como si los de Iglesias, Monedero y otros con Irán y Venezuela fueran claros como el agua clara.
Vox es un partido cuyo auge se debe precisamente a la impotencia que sienten muchos honrados contribuyentes ante la chulería y el desparpajo de quienes no se contentan con infringir la ley, sino que se pavonean de ello e instan a los demás, entendiendo por demás a los canallas, a hacer lo mismo. Lógicamente, quienes no son canallas no desean infringir ninguna ley, sino que lo propio de ellos es exigir que se cumpla.
El sistema español fue ideado por unos señores tan ingenuos que dieron cabida en él a partidos antisistema, partidos que lo que desean es hacer daño a España, o sea, a los españoles, y hemos llegado a un punto en que ya no disimulan este deseo suyo. Uno de estos partidos, pero no el único, es Podemos, cuya sintonía con Bildu, el partido de Otegui, es indisimulable. Siempre que tenga opción de favorecer al terrorista o a su partido lo hará.
Que alguien procedente de un partido nacido para el mal, como es Podemos, quiera señalar como malo a otro es indicio claro de cinismo. Están acostumbrados a decretar acosos, acciones que últimamente han tomado el nombre de escrache, con lo cual demuestran que sus sentimientos hacia la ética y la moral son de absoluto desprecio.
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