Nominada al Oscar a mejor Película Internacional por Alemania, hoy llega a los cines SALA DE PROFESORES, un drama de intriga cargado de tensión en el que una profesora llena de buenas intenciones da pie a un embrollo monumental. PERIODISTA DIGITAL entrevista a su director, Ilker Çatak (pronúnciese Chátak), que con su film ha obtenido numerosos premios.
Por GLORIA SCOLA
La sutil línea (roja) entre la sospecha fundada y la prueba irrefutable. La verdad absoluta frente a la verdad subjetiva. Los métodos (válidos, éticos, legales, comprensibles… o no), para averiguar los hechos. Y la minúscula enorme diferencia entre el 99,999% de probabilidad y el 100% de certeza. De todo ello trata Sala de Profesores (Das Lehrerzimmer), una muy inteligente película presentada en la Berlinale 2023 y en la SEMINCI, con galardones en ambos festivales, que ya se ha alzado con cinco premios LOLA de la Academia de Cine Alemán, una nominación al Oscar a Mejor Película Internacional (gala: 10 de marzo 2024) y otra al Goya a Mejor Película Europea (10 de febrero 2024).
En un colegio de Alemania, una sucesión de pequeños hurtos llevan cometiéndose desde hace tiempo. Un día, la junta escolar insta a los alumnos a sacar sus carteras para revisarlas (“No es obligatorio, pero, si no tenéis nada que esconder, no tenéis nada que temer”, les dicen). Además, dos niños son presionados por los maestros para que se chiven de los posibles sospechosos. Y ante tanta invasión de privacidad e indignada por el trato a los escolares, una bienintencionada profesora de matemáticas decide investigar por su cuenta. Con su cámara del ordenador, graba lo que acontece en la sala de profesores para descubrir al ladrón. Buena intención, mala decisión, desastrosas consecuencias.
Ilker Çatak (Berlín, 11 de enero de 1984), director y coguionista de la película, recibe amablemente a PERIODISTA DIGITAL en el hotel Intercontinental de Madrid, y relata el cómo y el porqué de SALA DE PROFESORES.
Felicidades y bienvenido a Madrid. ¿Es su primera vez aquí?
Gracias. Sí, mi primera visita a Madrid. Prácticamente no he salido del hotel, ya que tenía entrevistas. Luego voy a la première, y mañana la presento en Barcelona.
Sus padres son turcos, y usted nació y creció en Berlín, y luego se trasladó a Estambul.
Exacto. Fui a Estambul cuando tenía 12 años, y ahí fui al instituto, y cuando acabé el colegio, volví a Alemania para hacer el servicio militar. Pero no hice la mili, sino la prestación social sustitutoria. En esa época podía elegir entre la mili o el servicio social (como en España los objetores de conciencia), y yo elegí lo segundo.
¿Y luego fue a una escuela de cine?
Sí. Quise ir a una escuela de cine, pero todas rechazaron mi solicitud, así que empecé a hacer cortos por mi cuenta, y en determinado momento, empecé a vender helados. Con ese dinero pude permitirme una escuela de cine privada en Berlín, pero, desde luego, no era la mejor, así que simplemente me metí ahí para tener acceso al equipo técnico. A los 26 años tenía mi título, pero no tenía trabajo. Y pensé: “Debería ir a otra escuela de cine”. Así que solicité ingresar en el Hamburg Media School de Hamburgo, y me aceptaron. Allí estuve dos años y fue una estupenda decisión, porque los tres cortos que tuve que hacer allí tuvieron tanto éxito que me abrieron las puertas para los largometrajes.
Enhorabuena por SALA DE PROFESORES. Tengo entendido que la idea surgió de un hecho que vivió con su coguionista y compañero de colegio en Estambul, Johannes Duncker.
Sí. Tres profesores entraron en clase y nos pidieron que pusiéramos las carteras sobre la mesa, muy parecido a lo que pasa en la película. Pasó hace 20 años.
¿Y le sorprendió?
Bueno, no tanto. Sabíamos que había chicos robando, los profesores encontraron el dinero en sus carteras, y los pillaron y los expulsaron. Pero no nos cuestionamos la actitud de los profesores. Nadie dijo: “No puedes invadir mi privacidad”, y todos sacamos las carteras. Y un día, hace dos años, Johannes y yo hablamos de lo raro que había sido ese momento. Y nadie cuestionó la actitud de los profesores. Entonces Johannes me contó que en el colegio de su hermana, que es profesora de matemáticas en Alemania, se estaban cometiendo robos. Y pensamos: “Este es un buen planteamiento para una película”. Una combinación de robos, una atmósfera envenenada y niños acusados.
El personaje de la actriz, estupenda, Leonie Benesch (La cinta blanca, The Crown), la profesora de matemáticas, es todo bondad y buenas intenciones. Pero cuanto mejor quiere hacer las cosas, más mete la pata. Lo cual ocurre.
Sí (sonríe). Eso ocurre en la vida real todo el rato.
Y es frustrante. Porque no solo se mete en un buen lío, sino que lo monta. Enmaraña las cosas y la van culpando in crescendo.
Exacto. El camino al infierno está construido de buenas intenciones, como dice el proverbio.
En cierta forma me recuerda a El Juramento (Sean Penn, 2001), donde Jack Nicholson es un detective comprometido a atrapar a un asesino, y su empeño le lleva a acabar fatal. En Sala de profesores, la maestra quiere saber quién es el ladrón y le pone una trampa. Y lo descubre, o eso cree. Y el espectador también lo cree.
Eso es interesante. Como espectador, mí me gustan las historias que me enfrentan a mi propia imagen. Y si tengo que hacer mi propio juicio y sacar mi propia conclusión, eso dice algo de mí mismo. ¿Me entiendes?
Como en The Staircase, la miniserie de ficción en HBO MAX y el documental de Netflix. Es un caso real sobre una mujer que cae por las escaleras y muere. ¿Accidente o asesinato por parte del marido?
No la he visto, pero es un poco como Anatomía de una caída. Alguien cae desde la ventana y muere. ¿Fue empujado por su mujer o no?
Desde luego, en The Staircaise no me hubiese gustado formar parte del jurado, porque realmente no lo sabes.
Pero si no lo sabes, debería ser inocente.
Estoy de acuerdo. Es mucho más grave meter en la cárcel a un inocente a que dejar libre a un culpable.
Sí. Y te contaré algo. La persona que interpreta al sospechoso o sospechosa en Sala de Profesores, ante los comentarios del resto de los actores sobre su personaje – y no se mencionan para no desvelar la trama-, ¡se puso a llorar! Se lo tomó a pecho. Tuve que consolar a esa persona y decirle: “Vamos, no pasa nada. ¡Es solo una película!” Como dice la profesora de matemáticas en su clase: ¿Es 0,99999 lo mismo que 1? Es casi lo mismo, pero no es lo mismo.
En su película no hay moralina, e invita a la reflexión.
Trata sobre cómo de esquiva e imprecisa es la verdad, y cómo de subjetiva puede ser. A veces tenemos que traicionar la verdad para perseguir un ideal mayor. Y mentimos. Y lo hacemos porque sabemos que hay una verdad superior a esa. Se traiciona a la verdad porque hay algo mayor, más importante, en lo que creemos. Especialmente ahora, con hechos alternativos, el crecimiento de la inteligencia artificial, y la circunstancia de que todo tiene una fuente en internet, y hay opiniones de todo, la verdad se ha convertido en un asunto de fe, en una creencia. Se ha convertido en algo muy raro. Es muy difícil encontrar verdad en nuestra era. Y también creo que por eso hay tantas películas que dan tantas vueltas alrededor de ese tema.
Interesante.
Como guionista, con Johannes, pensábamos: “En esta película tienes el mundo racional de las matemáticas. ¿Y qué es lo opuesto a eso? La irracionalidad. La creencia. Solo la ceguera y la creencia. Aunque no sea racional.
Volvamos a la protagonista: una profesora buena. Al Pacino me contó que su profesora de 8º fue a hablar con su abuela para que le animara a hacer teatro, ya que tenía talento en la interpretación. Y lo valoró muchísimo.
Sí. Desde luego, es un buen ejemplo de un buen profesor.
¿Por qué le interesan los profesores?
Porque creo que hay algo bueno y bonito en los profesores. Hay belleza en una persona que pasa, transmite algo a un alumno. Hay belleza en un profesor viendo el talento de un niño. Hay belleza en simplemente ser capaz de ver a otra persona. Hay intimidad. Ser capaz de ver a la otra persona, más allá de lo que tienes que comunicar en clase porque está en tu programa y en tu horario. Un buen profesor es capaz de verte como niño, y yo tuve la suerte de tener un profesor así. De hecho, he tenido muchos profesores muy buenos. Y uno de los que tuve con Johannes en Estambul, mi profesor de Alemán y de Historia, vio que nos gustaba el cine porque hablábamos de películas. Y un día nos dio el DVD de 2001: Odisea en el espacio. La vimos, y dijimos: “¿Pero qué es esto?”
¿Les gustó?
La verdad es que yo no la entendí. La vi y me quedé alucinado. Empezamos a hablar de la película con el profesor, y de repente, un amor por el cine brotó en mí. Y también en Johannes. Y mira dónde estamos ahora (ríe). No sé si seríamos cineastas si ese profesor no nos hubiese dado cuerda con ello. Como lo de Al Pacino. Los buenos profesores son cruciales. De hecho, Sala de Profesores está dedicada a uno de mis profesores en la universidad, Andrew Hood, que fue un mentor para mí y supuso una gran influencia.
¡Qué maravilla!
Él siempre me dijo que no me rindiera. Porque al principio trabajas y trabajas, y solo consigues rechazo tras rechazo. Y este señor me dijo: “Tienes un don, cree en ti mismo”. Creo que ese tipo de profesores son las personas más importantes de tu vida y suponen un giro en tu camino. Por eso he querido hacer una película sobre un buen profesor.
Como Sidney Poitier en Rebelión en las aulas.
Esa no la he visto.
¿Nervioso ante la posible nominación al Oscar? (ya confirmada el 23 de enero).
Intento mantenerme en calma y no tener demasiadas expectativas, pero es muy difícil, cuando todo el mundo habla de ello (ríe). En cualquier caso, esta película ha sobrepasado todas nuestras expectativas y ha cambiado mi vida. Estoy en una situación privilegiada, y si no me nominan, o no gano, me sentiría mal si me lamentara porque no ocurriera. Insisto. Si lo consigo, maravilloso. Si no, no quiero ser uno de esos idiotas al que le engulle la avaricia o la ambición.
El director alemán Wim Wenders, podría también estar nominado por Japón con Perfect Days (ya confirmado. Además de La sociedad de la nieve, de Juan Antonio Bayona (ESPAÑA); YO, Capitán, de Matteo Garrone (ITALIA); y The Zone Of Interest, de Jonathan Glazer (REINO UNIDO), aunque con actores alemanes). ¿Le gusta Wim Wenders?
Sí, me encanta Wim Wenders. Es un hombre maravilloso y muy generoso. En la primera criba de nominaciones me escribió diciendo: “¡Ahora solo tenemos que conseguir que nos nominen juntos! (Ríe). Y le contesté: “¡Sí! Eso sería lo mejor del mundo”.
Mucha suerte en los Oscar.
Muchas gracias.