Para que lo trabajara y custodiase. 17. Tierra de viñedos

Por Carlos de Bustamante

( Vides de La Legua, Cigales. Acuarela de J. M. Arévalo) (*)

No es éste, ni lo fue nunca, el cultivo más importante en la Dehesa de Peñalba la Verde. Sin embargo, y por estar rodeada de ellos (viñedos =majuelos), no puedo dejar en el olvido lo que hoy es de importancia suma en todo el valle del Duero y aledaños.
Decir que nunca fue el cultivo más importante, no quiere decir que en la Dehesa no hubiera majuelos. Los hubo y de calidad.

Fue “don Julio” -tío Julio- el amo de turno en la Dehesa. Ingeniero técnico agrícola de profesión, quien conjugó divinamente lo tradicional con lo moderno que trajo el progreso. O mejor, fue él quien inició el progreso en la Dehesa. Marchó a Francia primero donde revalidó el mismo título, pero con la validez del francés. Ignora el relator (brrr…) qué modernidades trajo de conocimientos en maquinaria para aplicación y nuevo modo en cultivos ancestrales. Sabe de fijo que en Burdeos visitó las más importantes bodegas de los mejores caldos del país vecino de acreditada fama mundial. Con los principales enólogos franceses, visitó las grandes extensiones de viñedos productores de variedades de uvas con la categoría del cabernet sauvignon, merlot y otras que, elaboradas cuidadosamente con métodos desconocidos por entonces en España, acapararon por méritos propios y sin competencia posible el mercado del vino.

Facturó con mimo “palos” abundantes de las variedades dichas; y a su debido tiempo, plantó la joya que son estas diversidades en los terrenos de secano excesivamente arenosos o con abundante “cascajo”.

No echó en olvido plantar junto a tan famosas vides milenarias, las nada despreciables y de calidad probada, tempranillo, garnacha y verdejo. Las que, según explicó a los aún niños y uno de ellos hoy relator, pudieran tener su origen, primigenio, como las otras, en el Oriente Medio: Líbano-Fenicia con tan merecida fama que, miles de años a. de C., fue su caldo consumido en los más grandes fastos de las civilizaciones egipcia, griega, romana…

Fue en Francia, sin embargo, donde fama y calidad tuvieron el mejor y más desarrollo con técnicas innovadoras. Y fue desde allí donde lo que estaba reservado a los eruditos en la milenaria historia del vino en el Oriente Medio, se dio a conocer al mundo entero.

Con esta primicia, la exportación de esta bebida, por entonces sin competencia, constituyó una fuente tan importante de ingresos que, grandes extensiones de terreno (Alsace, Beaujolais, Bourgogne, Bourdeaux, Corse, Champagne, Jura, Languedoc-Rousillon, Loire, Provence, Savoie…), como la palestina Ain Karin, cuna de san Juan Bautista, se convirtieron, como ella, en fuentes de viñedo. Tierras de viñedos.

Dicho lo cual, en una exhibición de conocimientos que no son propios, y si me acompañan mis amigos y probables únicos lectores, veamos con qué ojos miró -el que, de casi niño, o sin casi (12 años)- los majuelos en pleno vigor de vegetación y producción de fruto abundante. Majuelos que, por entonces, sólo los recorría una y cien veces, por ser el refugio seguro de gran número de las más diversas piezas cinegéticas. El ahora nuevo amo, sin perder afición por la caza, vio, miró y meditó el milagro que cada nueva primavera se producía en personas, animales y… plantas. Hoy, majuelos.

Porque como un milagro era el brote de nuevos sarmientos y, en ellos, los pámpanos en un despuntar, tiernos y verde timoratos, a la nueva vida. Y el progresivo desarrollo, verde intenso, hasta formar hojas tan grandes o más que la palma humana de la mano. Luego, los zarcillos, con perfume de madera noble y acidillo de las primero uvas agraces que pronto serían como signos y madres de los minúsculos racimos. Los que, desarrollados y vendimiados, serán pronto con su jugo los mejores caldos de estos pagos.

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos”, “sin Mí no podéis hacer nada”. No hace el relator (brrrrr) descubrimiento alguno con el epitafio anterior, puesto que cree haberlo comentado largamente en el artículo ya publicado en este blog con el título: “Ego sum vites, vos palmites”. Les dice, no obstante, que los palos plantados con gran número de años en antigüedad, vio ahora en ellos la imagen viva y vigorosa del Cuerpo de Cristo (Iglesia sin mancha posible, ni arruga) en vides (cepas); y sarmientos: “parte” bellísima de ésta, si se mantiene incorrupta.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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