Un poquito de viagra

Puesto que somos incapaces de encontrar otras soluciones más humanas, tendremos que recurrir otra vez a la ciencia, ungüento mágico para todos nuestros males. O sea, que necesitamos urgentemente encontrar una viagra para el alma.

Un poquito de viagra

Vivimos en la era de la ciencia y la tecnología. La velocidad, la informática y las telecomunicaciones condicionan nuestra vida. La medicina, apoyada en la ciencia, avanza al ritmo vertiginoso que le impone la tecnología y hasta de la clonación humana ya solo nos separa una frágil barrera ética, que el tiempo acabará por derribar. Todo aparenta estar a nuestro alcance y nada, por difícil que parezca, resulta inalcanzable. ¡Por fin estamos en los albores de un mundo feliz!

Sin embargo, para nuestra desgracia, esto es sólo un espejismo. Sin hablar de la miseria, la enfermedad y el sufrimiento de millones de seres humanos víctimas del desamparo, la hambruna o la injusticia. Si fuéramos capaces de pararnos un minuto y regalarnos una mirada introspectiva, o hacia quienes nos rodean, veríamos que nuestra realidad más próxima también es muy distinta. Que nuestro microcosmos bulle en mil problemas ajenos al orden establecido. Y que nuestras ilusiones y sentimientos más recónditos no encuentran consuelo en esta sociedad del bienestar, del consumo, del metal y los espejos, mientras millones de discípulos del Gran Hermano, indiferentes, nos observan.

La escala de valores, principios morales y éticos que todo sujeto social racional –persona humana– debería tener, han saltado por los aires. O simplemente se ignoran.

Mecanicismo y agnosticismo. Nada nuevo. Tanto tienes tanto vales, que dice el refrán. La escala de valores, principios morales y éticos que todo sujeto social racional –persona humana– debería tener, han saltado por los aires. O simplemente se ignoran. Nos debatimos, tampoco es nuevo, entre la absurda dualidad de la abundancia material y la miseria espiritual. La religión, abandonada en unos tiempos en que somos sordos como tapias ante lo que no queremos oír –y mucho menos si el mensaje trasmite algún tipo de compromiso– no cumple con su función preventiva de las enfermedades del alma. Las drogas y demás paraísos artificiales tampoco curan los corazones rotos. Solo aturden y abotargan.

¿Qué hacer entonces? Puesto que somos incapaces de encontrar otras soluciones más humanas, tendremos que recurrir otra vez a la ciencia, ungüento mágico para todos nuestros males. O sea, que necesitamos urgentemente encontrar una viagra para el alma. ¿Se imaginan lo que supondría su descubrimiento, la potencia moral y el estímulo, la alegría y la felicidad que nos proporcionaría? Para evitar indeseables efectos secundarios, como podrían ser la promiscuidad afectiva compulsiva, o quizás el síndrome SCD (Sentimental Collective Disorder) –Desmadre Colectivo Sentimental–, la píldora se dispensaría únicamente bajo prescripción facultativa, siendo el médico el encargado de fijar las dosis terapéuticas.

Pero bajo supervisión médica, como la penicilina, ¡cuántas disfunciones afectivas, de pareja o familiares y sociales se evitarían! Y quién sabe si hasta alguna guerra, aunque solo fuera doméstica. Sería una revolución, como en su época lo fueron la penicilina y las sulfamidas.

¡Qué felicidad! Se acabarían los malos rollos, la maldad, la soledad y el desamor. A los primeros síntomas, bastaría con ir al médico… y que nos recetara un poquito de “viagra”.

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Autor

Antonio Cabrera

Colaborador y columista en diversos medios de prensa, es autor de numerosos estudios cuantitativos para la Dirección General de Armamento y Material (DGAM) y la Secretaría de Estado de la Defensa (SEDEF) en el marco del Comercio Exterior de Material de Defensa y Tecnologías de Doble Uso y de las Relaciones Bilaterales con EE.UU., así como con diferentes paises iberoamericanos y europeos elaborando informes de índole estratégica, científico-técnica, económica, demográfica y social.

Antonio Cabrera

Colaborador y columista en diversos medios de prensa, es autor de numerosos estudios cuantitativos para la Dirección General de Armamento y Material (DGAM) y la Secretaría de Estado de la Defensa (SEDEF) en el marco del Comercio Exterior de Material de Defensa y Tecnologías de Doble Uso y de las Relaciones Bilaterales con EE.UU., así como con diferentes paises iberoamericanos y europeos elaborando informes de índole estratégica, científico-técnica, económica, demográfica y social.

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