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¿Sabes pedir perdón? ¿Eres de los que se disculpa o de los que se justifica?

Para que una disculpa sea auténtica debe reunir una serie de características bien definidas que no son tan obvias como parece y que muy pocos manejan adecuadamente.

¿Sabes pedir perdón? ¿Eres de los que se disculpa o de los que se justifica?

Por orgullo o por torpeza, la mayor parte de las personas tiene serías dificultades a la hora de pedir perdón…  

¿Cuáles son los componentes que hacen de la disculpa un verdadero punto de inflexión?

Conozcamos cuáles son las características principales de una auténtica disculpa, veamos por qué son tan importantes, qué papel juegan en el proceso de perdonar y cómo debemos plantear las cosas para lograr ser perdonados y salir reforzados en el proceso.

Si vas a formular una verdadera disculpa…

  • Expresa un sincero lamento – Es la necesaria expresión de la emoción que la situación ha generado en la persona que se disculpa. Sin una comunicación emocional clara y genuina es difícil que la disculpa resulte creíble. Por eso, para llevarlo a cabo, es importante que identifiquemos cómo nos sentimos y que lo transmitamos con honestidad. El lamento lleva aparejada la expresión de un sincero pesar, que puede ir unido a una dosis de tristeza o cierto remordimiento, y que conlleva necesariamente el deseo de de reparar el daño emocional causado. Al expresar que “lo sentimos” y que “lamentamos lo ocurrido” contribuimos a crear un vínculo emocional con la persona ante la que nos estamos disculpando. Además, la expresión sincera del lamento, junto con la empatía que genera, ayuda a reducir la agresividad, el enfado o la ira que pudiera estar experimentando la persona herida.

Al expresar que “lo sentimos” y que “lamentamos lo ocurrido” contribuimos a crear un vínculo emocional con la persona ante la que nos estamos disculpando.

  • Ofrece una explicación acerca de lo que pasó, o de lo que fue mal – Implica clarificar todo el proceso. Es muy importante que nada en esta etapa suene a justificación; explicar no es sinónimo de justificar. De lo que se trata es de reseñar que nada de lo que se ha hecho ha sido malintencionado. Todas las personas necesitamos dejar bien claro que el daño que hemos causado no ha sido a propósito. De hecho, nos resulta muy difícil, quizá impensable, perdonar algo cuando sabemos que había una intención explícita de herir.

Es muy importante que nada en esta etapa suene a justificación; explicar no es sinónimo de justificar.

  • Asume y reconoce tu pequeña o gran parte de responsabilidad en lo sucedido – Sin la asunción de la parte de responsabilidad que corresponda no hay disculpa posible. Uno se disculpa porque entiende que pudiendo haber hecho las cosas de otro modo, por muy difícil que eso fuera, se equivocó. Sin esta parte no estaríamos hablando de disculparnos sino de ofrecer justificaciones o incluso de poner excusas. Reconocer la responsabilidad es admitir esa pequeña o gran culpa que subyace a toda disculpa, algo que en cierto modo honra al arrepentido frente a la persona dañada y le coloca en una mejor posición para reparar el daño y ser disculpado. La responsabilidad total, o la parte concreta que se asuma, se ha de reconocer siempre en primera persona, sin matices, sin contemplaciones y sin involucrar a terceros
  • Reconoce abiertamente tu arrepentimiento – Aunque parezca una redundancia, la expresión reiterada de las emociones asociadas a lo ocurrido es la parte mas humana de todo el proceso, y la que mejor puede acercar de nuevo a las dos personas. Decir “lo siento” ya conlleva una parte de arrepentimiento, pero no toda. Por eso es importante hacer hincapié en lo mucho que lamentamos que las cosas hayan ocurrido de ese modo, en lo mucho que nos hubiera gustado actuar de otro modo y haber ahorrado el daño. Con la expresión explícita del arrepentimiento le hacemos ver a la otra persona que, en efecto, lo que ha sucedido sí nos importa, ahora que hemos tomado conciencia de ello. Al decir de forma clara que “nos arrepentimos de lo sucedido” demostramos también lo concernidos que estamos con el asunto y lo comprometidos que nos sentimos con lo ocurrido.
  • Ofrécete para tratar de reparar los daños causados – Es una parte importante, siempre que el daño sea reparable. En cualquier caso, mostrar nuestra buena disposición para reparar en lo posible el daño causado, alivia también al otro y le demuestra que no estamos haciendo ningún teatro y que de verdad vamos en serio. Si antes asumíamos la responsabilidad de palabra, en esta parte la asumimos de facto. La parte emocional y la parte conductual han de ser coherentes, porque no vale de nada que lo sintamos mucho y nos sintamos muy implicados, si luego no estamos dispuestos a mover un dedo para remediar lo que nosotros mismos hemos causado. Asumir la culpa es la parte emocional, después la culpa ha de ser transformada en una responsabilidad real que pueda ser ejercida en la práctica. Una disculpa sentida y creíble contiene, en la medida de lo posible, un plan claro, racional y meditado para reparar el daño causado.Si antes asumíamos la responsabilidad de palabra, en esta parte la asumimos de facto.
  • Pide disculpas de manera clara, nítida y explícita – Por último, pero no menos importante, no podemos olvidarnos de decir alto y claro: “perdón” o “perdóname”, e incluso de pedirlo por favor si es necesario. Después, si hemos seguido todos los pasos con rigor, la respuesta ya queda en manos del otro. Las disculpas no pueden pasar desapercibidas o camuflarse sin más. Psicológicamente es muy difícil que alguien nos perdone si ni siquiera se lo hemos pedida. Este último paso puede parecer más o menso simbólico pero desde le punto de vista emocionales imprescindible. Nos permite darle a todo el episodio un verdadero cierre, y pasar página de verdad para poder continuar con la relación sin que se acumulen rencores. Más que un formalismo, pedir perdón es la llave para que la relación siga adelante sin mas complicaciones.

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Autor

Ana Villarrubia

Ana Villarrubia es Psicóloga Sanitaria, directora del centro sanitario 'Aprende a Escucharte', docente en la rama clínica de la psicología, escritora y colaboradora en múltiples medios de comunicación.

Experto
Ana VillarrubiaPsicología

Ana Villarrubia Mendiola es Psicóloga Sanitaria, Experta en el tratamiento de trastornos de personalidad, Experta en terapia de pareja, Especialista en Psicoterapia y Psicodrama, docente en diversos másteres de psicología clínica y terapia cognitivo-conductual, y divulgadora en múltiples medios de comunicación, directora del Centro de Psicología ‘Aprende a Escucharte’, en Madrid, y autora del libro ‘Borrón y cuenta nueva: 12 pasos para una vida mejor’.

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