En apenas medio siglo, en el conjunto de la población mundial, la esperanza de vida ha aumentado 20 años

Aging: 6 estudios científicos que revelan cómo vivir mucho y feliz

Actualmente, la esperanza de vida media en el Planeta Tierra son 66 años, pero en una década subirá a 76 años

Aging: 6 estudios científicos que revelan cómo vivir mucho y feliz
Juventud, vejez y el paso de la edad. PD

Hay estudios que cifran la esperanza de vida media en el Plantea Tierra en 66 años y algunos que la elevan incluso a 72, pero todos coinciden en que pasara de los 75 antes de una década.

En algunas zonas y regiones, debido a la riqueza y a los avances de la sanidad, hace tiempo que se han superado esas cotas.

La mayoría de los países con la esperanza de vida más alta se encuentran en Europa.

Son los casos de Suiza (83,3) y España (83,1), segundo y tercero en la lista u otros como Francia (quinto con 82,9) o Italia, séptimo con 82,8. El primero es Japón con 84,2 años.

Vivir más y mejor es una obsesión del género humano desde tiempos inmemoriales y siguiendo esa estela, un grupo de 16 investigadores de Harvard University, MIT, Stanford University, Salk Institute, Buck Institute, Albert Einstein College y otras instituciones estadounidenses y europeas han lanzado The Academy for Health and Lifespan Research, organización sin fines de lucro para promover el trabajo futuro, facilitar las colaboraciones entre los científicos y asegurar que los gobiernos y las empresas tomen decisiones basadas sobre los últimos estudios científicos, en lugar de rumores, especulaciones o exageraciones.

Los enfoques médicos actuales relacionados con las enfermedades vinculadas con la edad buscan lidiar con las afecciones a medida que aparecen.

Allí la medicina la combate -como sucede ahora con el nuevo coronavirus- hasta que otra aparezca en otro lugar, y el ciclo se repite con, en algunos casos, cada vez menos posibilidades de éxito y costes cada vez mayores.

Los científicos, sin embargo, empiezan a inclinarse hacia la idea de que para tratar efectivamente las enfermedades relacionadas con la edad, se debe apuntar a las causas, no a los síntomas.

Esto significa que para acabar con las enfermedades relacionadas con la edad, se deben tratar las causas del envejecimiento directamente para que estas enfermedades nunca se desarrollen en primer lugar. Este campo de la ciencia se llama gerosciencia.

La medicina relacionada a cómo miramos y tratamos el envejecimiento ya está cambiando.

Resta establecer el escenario público para la transformación que debe hacer la sociedad, ya que el aumento del período de salud significa que una población en crecimiento puede vivir una vida más saludable por más tiempo, a través de la concientización y la educación, brindando a las nuevas investigaciones una plataforma para su difusión y organizando conferencias y foros donde los líderes mundiales en el estudio de la longevidad se reúnan y compartan investigaciones y puntos de vista.

¿Qué postula la ciencia?

1- El rol del ADN en vivir más años

Calico, la empresa de Alphabet (Google) que intenta resolver el rompecabezas de la mortalidad, se asoció con Ancestry, la compañía que posee la base de datos más grande del mundo sobre historia familiar. Su objetivo: investigar hasta qué punto es importante el papel de los genes para determinar la longevidad de una persona.

Aunque la cooperación es secreta, los primeros resultados acaban de ser publicados en la revista académica Genetics. Y no son los que se esperaban.

El trabajo que dirigió Graham Ruby, bioinformático de Calico, analizó registros de más de 400 millones de personas que vivieron y murieron en Europa y los Estados Unidos desde el siglo XIX hasta el presente. Y halló que, aunque la longevidad suele ser un rasgo familiar, el ADN tiene una influencia muy inferior a la que se creía en la determinación de los años que vivirá alguien.

«La herencia real de la longevidad humana en el grupo estudiado es probablemente de hasta el 7%», dijo Ruby a Wired.

Aunque las estimaciones anteriores oscilaban entre el 15% y el 30%, el trabajo de Calico y Ancestry sugirió que la selección de parejas por afinidades es un factor de mayor incidencia.

“El primer indicio de que podía influir algo distinto de la genética o un medioambiente compartido con la familia surgió cuando Ruby trató de investigar el parentesco político”, señaló la publicación.

A partir de las leyes básicas de la herencia —cada persona recibe la mitad del ADN de su madre y la mitad de su padre—, repetidas a lo largo de las generaciones, la investigación observó el vínculo entre dos personas en relación a su tiempo de vida. Investigaron a padres en relación a los hijos, a los hermanos entre sí, a los primos. Las observaciones eran las predecibles, hasta que Ruby llegó a los parientes políticos.

«La lógica indica que uno no debería compartir bloques importantes del ADN con los hermanos del cónyuge», analizaron. «Pero en el análisis de Ruby, la gente vinculada por medio de un pariente cercano de la persona con la que se casó tendían a tener un tiempo de vida casi tan similar como el que tenían en relación con alguien vinculado por la sangre».

El científico comprendió que «aunque nadie había mostrado el impacto de la selección de parejas por afinidades hasta tal extremo, [el hallazgo] era coherente con el modo en que sabemos que se estructuran las sociedades humanas».

Eso no significa que no existan genes asociados al envejecimiento o enfermedades que se presentan con la edad. Pero revela que para identificar más de esos genes será necesario un poder estadístico mucho más grande que el que se creía. Además del factor biológico, será necesario abarcar el social.

2- El arte y la longevidad

De acuerdo con la investigación publicada en la publicación científica The BMJ, las personas que visitan museos, galerías de arte, teatros y asisten a conciertos viven más. El trabajo fue liderado por científicos de la Universidad College de Londres.

Este estudio partió de informaciones brindadas por más de 6 mil adultos ingleses, de más de cincuenta años. Entre 2004 y 2005 se calculó la cantidad promedio de actividades artísticas y culturales en las cuales participaron y en los años posteriores cada uno de ellos fue acompañado 12 años, durante los cuales su mortalidad fue estudiada por los científicos británicos.

A partir del análisis de los datos recolectados, se determinó que aquellas personas que participaban de actividades relacionadas con el arte una o dos veces al año tuvieron 14% menos riesgo de morir en cualquier momento (809/3042 muertes) en comparación con los que nunca se comprometieron con las artes (837/1762 muertes).

Aquellos que se dedicaron a actividades de arte receptivo con frecuencia, es decir cada pocos meses, presentaron una tasa de mortalidad un 31% menor (355/1906 muertes).

Independientemente de los comportamientos demográficos individuales, variables socioeconómicas, o los aspectos específicos de cada personas relacionadas con la salud y los factores sociales, los resultados fueron sólidos para una variedad de análisis de sensibilidad, sin evidencia de moderación por sexo, socioeconómico o factores sociales. El paper aclara que el estudio fue observacional, por lo que en él no se puede medir la causalidad.

3- El secreto para ser supercentenario

La flecha del tiempo canalizada a través del envejecimiento no se puede revertir, pero sí se puede frenar. Así lo afirman Valentín Fuster y Josep Corbella en La ciencia de la larga vida (Planeta). A partir de la homeostasis, proceso que hace que un sistema biológico se mantenga en un estado de equilibrio interno que le permita funcionar, que tenga estabilidad, se pueden desprender ciertas claves para comprender el envejecimiento.

A partir de un estudio realizado por la Universidad de Montreal se llegó a la conclusión que la posibilidad de vivir más de 110 años es muy pequeña; tan solo de 1 entre 100.000. También, que los datos de un censo de población en Japón que abarcó todo su territorio nacional en 2015, mostraron que de las 61.763 personas que en el país superaban los 100 años de edad, tan solo 146 llegaban a la increíble edad de 110 años.

Denominados supercentenarios, su característica distintiva incluye una vida útil larga y saludable en la que se mantiene una función cognitiva relativamente alta y una gran independencia física incluso superados los cien años de edad. En otras palabras, muchos supercentenarios pueden pasar casi toda su vida en buen estado de salud debido, en parte, a la aparición tardía de enfermedades relacionadas con la senectud.

Superan con creces las expectativas de vida de un ser humano medio, por lo que los científicos han encontrado en ellos un modelo idóneo en el que encontrar patrones y comprender los atributos que estos desarrollan, lo que podría resultar en grandes avances de cara a hacer mucho más llevadero el envejecimiento humano, o en última instancia, incluso a alargar la vida.

4- Los músculos, subestimados pero fundamentales

Los músculos han sido despreciados durante años como actores secundarios del cuerpo humano, como si fueran meros instrumentos de fuerza y en los últimos años, al contrario de lo que se cree, la ciencia descubrió que son tejidos sofisticados que cuando son ejercitados segregan moléculas beneficiosas para el conjunto del organismo.

Según un estudio de la Universidad de Michigan, tener mayor definición muscular ayuda a las personas a vivir más. La investigación, publicada en el Journal of Gerontology Medical Sciences, afirma que las personas con baja fuerza muscular tienen un 50% más de probabilidades de morir antes que sus pares con mayor tonificación.

Los científicos analizaron los datos de 8.326 hombres y mujeres estadounidenses mayores de 65 años que fueron seleccionados para representar a la población nacional en su conjunto, como parte del Estudio de Salud y Jubilación de la universidad.
Los investigadores encontraron que la fuerza de agarre de la mano en particular era importante ya que está inversamente relacionada con las limitaciones de movilidad. Sin embargo, no es un aspecto que se observe regularmente en los exámenes físicos de rutina.

5- Más actividad física, más esperanza de vida

La actividad física durante el tiempo libre está asociada con una esperanza de vida más larga, de hasta 4,5 años, e incluso a niveles relativamente bajos de actividad y de peso corporal, de acuerdo a la investigación realizada por un equipo de científicos dirigido por el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos.

Además, se vio que las personas que hacen ejercicio físico regular, como caminar a paso ligero, viven más tiempo que los que no hacen ninguno, incluso cuando tienen sobrepeso.

Los análisis, publicados en PLOS Medicine, analizaron los datos de más de 650.000 adultos, en su mayoría con edades superiores a los 40 años.

Asimismo, se detectaron beneficios en los niveles más bajos de actividad: los que hicieron la mitad de la cantidad de actividad física recomendada añadieron 1,8 años a sus vidas. “Nuestros resultados ponen de relieve la importante contribución que el tiempo libre dedicado a la actividad física en la edad adulta puede otorgar a la longevidad.
El ejercicio regular prolonga la vida en todos los grupos examinados, con peso normal sobrepeso u obesidad”, explicó el autor principal del estudio, el doctor Steven Moore, de la División de Epidemiología del Cáncer y Genética del Instituto Nacional del Cáncer.

6- La dieta de la longevidad

Las personas han perdido peso en los últimos años a partir del estricto control de las calorías ingeridas. Pero algunos estudios médicos recientes sostienen que para lograr mejorar los hábitos alimenticios, ser más feliz, sufrir menos enfermedades y tener una vida más longeva, el cuerpo debe pensar que tiene que comer con menos frecuencia.

Los científicos que estudian la longevidad están investigando el ayuno para descubrir si los períodos regulares de ausencia de alimentos podrían ser la clave para prolongar la vida humana.

«Cuando consumes calorías entras en el juego», afirmó Sebastián Brandhorst, analista de datos en el Longevity Institute, con sede en la Universidad del Sur de California, quien participa en estudios pioneros con lo que se llama la dieta de imitación rápida (FMD), una forma de comer que engaña al cuerpo para que piense que una persona está ayunando.

Los investigadores dicen que los resultados son alentadores. Bajo la dirección del doctor Valter Longo, del Longevity Institute, se ha probado una dieta de ayuno en levaduras, roedores y un pequeño grupo de humanos. Los efectos producidos llevan a los investigadores a abogar por ensayos clínicos más grandes en humanos.

El instituto de investigación puso a los roedores en una dieta imitadora del ayuno dos veces al mes durante cuatro días.

Al final de cada período los niveles de glucosa en sangre eran 40 por ciento más bajos, un hallazgo que los autores del estudio sugieren puede mostrar que el ayuno puede ayudar con la diabetes y otras enfermedades degenerativas. Los resultados, publicados en Cell, señalaron que los ratones, incluso después de regresar a una dieta regular y lecturas biológicas, todavía tenían menos tumores, inflamación y otros problemas de salud asociados con la edad.

En un pequeño estudio de 71 personas, la dieta del ayuno no solo redujo el peso corporal y la grasa corporal, sino que también disminuyó la producción de la hormona IGF-1, que se ha visto implicada en procesos celulares que conducen al envejecimiento y a enfermedades. Los sujetos del estudio también mostraron una disminución en la proteína C reactiva, que es notable porque es un marcador de inflamación y que en los últimos años se ha visto implicada en una variedad de enfermedades, desde enfermedades cardíacas hasta cáncer. Los resultados fueron publicados en Science Translational Medicine.

Aunque las personas pueden comer con la dieta, ésta engaña al cuerpo haciéndole creer que está ocurriendo un ayuno ya que desencadena las mismas tres respuestas que el ayuno del cuerpo humano: niveles más bajos de IGF-1, niveles más bajos de glucosa y un aumento en cuerpos cetónicos, que son moléculas enviadas al cerebro para usar como energía durante tiempos de inanición.

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