Un problema del '¿El coche o la cabra?' saltó en un famoso concurso televisivo

¿Eres capaz de resolver el enigma que más cartas de lectores ha hecho llegar al ‘New York Times’?

Su sencillez y dificultad ha desatado una polémica que se prolonga en el tiempo y cuyos ecos aún no se han extinguido

¿Eres capaz de resolver el enigma que más cartas de lectores ha hecho llegar al ‘New York Times’?
¿El coche o la cabra? EP

Siempre es brillante y retador lo que plante semanlamente Carlo Frabetti en ‘El País‘ en ese rincón suyo dedicado a la ciencia, con mayúsculas y con minúsculas.

Está y a sugerencia de uno de sus lectores más participativos, Francisco Montesinos, Frabetti el conocido como “problema de Monty Hall”, un clásico que en su día suscitó una polémica cuyos ecos aún no se han extinguido del todo; de hecho, es el tema que más cartas al director ha suscitado en The New Yok Times.

El problema se denomina así por el nombre del presentador del concurso televisivo en el que se planteó, y en esencia es el siguiente: un concursante tiene que elegir una de entre tres puertas cerradas; detrás de una de ellas hay un lujoso automóvil y tras las otras dos, sendas cabras.

El concursante elige una puerta. El presentador abre una de las otras dos, tras la cual hay una cabra, y le ofrece al concursante la posibilidad de seguir apostando por la puerta que ha elegido o de cambiarla por la otra puerta cerrada.

¿Qué le conviene hacer? Se supone que el concursante prefiere el coche, aunque no está de más preguntarse qué le convendría hacer si prefiriera llevarse una cabra.

El problema de Monty Hall guarda cierta relación con la paradoja de los dos sobres. Imagina que te dan a elegir entre dos sobres cerrados que contienen dinero y te dicen que en uno hay el doble que en el otro. Eliges uno de los sobres, lo abres y dentro hay, pongamos por caso, 100 euros.

Y ahora te dan la posibilidad de quedarte con esos 100 euros o de cambiarlos por el otro sobre. Aparentemente, te conviene cambiar, pues si en el otro sobre hay 200 euros ganas 100, mientras que si hay 50 solo pierdes 50, y las probabilidades son las mismas.

Pero el mismo razonamiento valdría si, de entrada, hubieras escogido el otro sobre… ¿Cómo es posible?

NOTA.- la solución, si no la encuetras, en ‘El País’ dentro de unos días.


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