El de Los Descendientes es de los mejores guiones que he leído en años
Es el actor más deseado de Hollywood. A sus 51 años, George Clooney está en uno de los momentos más dulces de su carrera.
El actor, productor, director y guionista habla de su papel en el filme Los descendientes, uno de los más importantes de su vida, con el que consiguió la nominación a mejor actor en la pasada edición de los Oscar y llevarse a casa el Globo de Oro en esa categoría.
-¿Qué fue lo que más le atrajo de un papel y de una película rodada en su mayoría en un lugar tan paradisiaco como Hawai?
-Menudo trabajo más duro… Trabajar con Alexander Payne… Y qué malas noticias: tener que rodar en Hawai (risas). Lo cierto es que tuve una conversación así con los hermanos Coen. Me encontré con ellos en Arizona, mientras rodaba Tres reyes en el año 99, y me dijeron que me iban a mandar un guión a ver si me apetecía trabajar con ellos. Les dije que ‘bueno’ que ‘sí’ y era el de O Brother. Luego no me podía creer la suerte que tuve. Con Alexander Payne pasó casi lo mismo. Le dije que sí casi sin haberme leído el guión y al principio del rodaje me preguntaba: ‘¿Será ésta la primera película mala de Alexander Payne?’ Y mire si tengo suerte que con las dos pasó exactamente lo contrario. El de Los Descendientes es de los mejores guiones que he leído en años. Y eso que no pasa mucho en la película. Ves el trailer y es difícil decir de qué trata porque todo pasa muy despacio y, sin embargo, te envuelve desde el primer minuto.
-¿Se sintió identificado con su personaje?
-Estaba buscando algo nuevo que intentar interpretar. Cuando hice Solaris con Steven Soderbergh le escribí una carta y le dije ‘de verdad me encanta el personaje, pero sólo lo haré si crees que puedo hacerlo’. Con este me pasó algo parecido, aunque sea un tipo de personaje que nunca hubiera hecho antes, por eso me apetecía mucho explorarlo y para ello necesitaba hacerlo con alguien de quien me fiara totalmente.
-Es raro verle haciendo de rompecorazones en los últimos años. Le vemos más haciendo de hombres que están atravesando la crisis de la mediana edad…
-Sí, eso es lo más gracioso. Me encuentro mucha gente que me dice lo mucho que se ha sorprendido viéndome haciendo este tipo de personajes y que me dicen que cuándo voy a dejar de sorprender. Y pienso que eso lo dicen por otro tipo de papeles que he interpretado con anterioridad en mi carrera. Pero prefiero eso a que el público acabe diciendo: ‘Siempre hace de sí mismo’.
-¿Ha sido el malo en alguna ocasión?
-Sí. En Batman y Robin, que no fue una gran película, la verdad. Pero era el malo. Y en El Pacificador tampoco es que fuese el bueno, precisamente. Cometí algunos errores de ese tipo porque tampoco sabía muy bien por dónde quería llevar mi carrera ni qué papeles hacer.
-¿Qué prefiere, actuar o dirigir?
-El cine es una forma muy interesante de arte porque implica a un montón de personas y millones de dólares, como la arquitectura. Para mí es un arte porque produce opiniones subjetivas y por eso dirigir es más duro que actuar en términos de crítica. Porque cuando actúas es una cosa que pasa en tres o cuatro meses, y empiezas otro proyecto. Pero cuando diriges estás metido en la película cuatro, cinco o incluso seis años y todo puede irse al garete en sólo dos minutos por las malas críticas. Dirigir es más duro. Nadie cuestiona tu inteligencia cuando actúas. Y cuando diriges todos dicen que estás hablando de ti mismo.