Al escritor le gustó su tabernera barriobajera convertida en intelectual feminista por Aitana Sánchez Gijón
Mario Vargas Llosa asistió ayer al estreno de su obra ‘La Chunga’ desde la fila siete del Teatro Español, flanqueado por la alcaldesa de Madrid, un montón de políticos y la cada vez más extensa legión de invitados. Entre las ovaciones al caer el telón, la actriz Aitana Sánchez Gijón bajó a buscarle, y ya desde el escenario el escritor se mostró emocionado, agradecido y feliz en un largo parlamento. Se trata de un argumento escabroso con un gran texto -no podía ser de otra manera- y un ambicioso planteamiento dramático; bien dirigido, mejor escenografiado y excelentemente interpretado. Una pieza programada para dos meses y condenada al éxito sin remisión.
Es mucho menos conocida la creación dramática de nuestro premio nobel que su gran producción en novela y ensayo. Por ello Natalio Grueso, director de los teatros municipales madrileños, ha decidido programar su teatro completo, otras siete obras anteriores y posteriores a esta ‘La Chunga’, la más conocida y representada, un drama social escrito en los 80 y ambientado en su Piura natal de los años 40: amores lésbicos rodeados de maldad y miseria, escenas escabrosas, mujeres buenas oprimidas por hombres malvados. El célebre liberal conservador practica aquí la denuncia de género y de clase para confusión de sus críticos, practicando la tradicional habilidad de los escritores para espiar el lado oscuro de la realidad y convertirlo en atractivo entretenimiento para las clases medias.
Estamos en la recurrente taberna de tantas y tantas piezas neorrealistas de mediados del siglo XX. Sebastià Brosa ha creado una escenografía impactante y cuidada, casi hiperrealista, que no descuida el menor detalle, del barreño con hielo picado para enfriar los botellines de cerveza al almacén de trastos: mostrador artesanal a la izquierda, mesa de parroquianos en el medio, mecedora al otro lado, puerta y ventanal al fondo, y dormitorio de la dueña en el piso de arriba. Un naturalismo historicista hoy un tanto denostado pero de efectividad rotunda y acierto innegable. La iluminación de Lionel Spycher soporta y subraya el realismo casi estremecedor de la escena, se combina con creatividad a lo largo de las quince escenas de los dos actos, y produce necesarios cambios de ambiente en el decorado único. Bueno también el vestuario de Miriam Compte, cuidado en todos los detalles.
En la humilde tasquilla que regenta La Chunga, cuatro compinches que gustan llamarse los inconquistables beben y juegan a los dados. Tres son pobres diablos casi andrajosos pero el otro es un elegante cafiche. Cuando Josefino, que así se llama, quiera la revancha por haberlo perdido todo, la dueña lesbiana del lugar le prestará tres mil soles a cambio de que la novia del chuleta, la jovencita Meche, pase la noche con ella en calidad de esclava dispuesta a todo. Ambas mujeres se aman y también intiman, y al final de la noche Meche desaparece para siempre. Cada uno de los personajes imaginará las razones y circunstancias de la huida en un entrelazado de presente y pasado, de real e imaginario, en el que la verdad de lo ocurrido se presta a toda clase de conjeturas.
Y es aquí donde radica la debilidad del montaje. Escenografía e iluminación deberían marcar con más precisión los retrocesos temporales de la trama y especialmente distinguir con sutileza las ensoñaciones de los personajes y lo realmente ocurrido. El director se inclina por hacer de La Chunga casi una heroína y de Meche una dulce virgen, ambas poco probables en el ambiente en que viven. Por el contrario, los cuatro hombres son a cual más impresentable, más ruin, más basura. Ya tenemos los buenos y los malos, mejor dicho, las buenas y los malos, y así el público sabe a qué atenerse y todo resulta correcto. Hubiéramos preferido más relativismo y complejidad, pero la supervisión atenta del autor sobre el resultado nos hace suponer que Vargas Llosa está de acuerdo en tal caracterización de los personajes. Vendría a demostrar que el teatro tiene un grado de dificultad mayor que la novela, y que un maestro en la ficción literaria como él puede resultar mediano inventor de complejos caracteres teatrales.
En estas circunstancias todo está preparado para el triunfo clamoroso de los personajes femeninos. Y no es que Aitana Sánchez Gijón e Irene Escolar no estén sobresalientes, sino que debemos comenzar por decir que también Tomás Pozzi, Asier Etxeandía y los demás ‘ingobernables’ están a su altura. Pozzi ya apuntaba alto en 2009 con ‘Vendrán días mejores’, de Richard Dresser, a las órdenes de Alex Rigola, y precisamente ya entonces en compañía de Irene Escolar. En febrero pasado, tuvo una intervención destacable en la segunda parte del excelente doble programa de zarzuela ‘La Reina Mora / Alma de Dios’ que dirigió Jesús Castejón. Pero resultaba demasiado histriónico en la primera y un poco fuera de tono por su acento porteño en la segunda. Pero aquí, personificando a este pobre guiñapo al que todos llaman ‘El Mono’ realiza un complejo trabajo merecedor del mayor reconocimiento. Junto a él, el rufián Josefino de Asier Etxeandía es impresionante, y el introvertido Lituma de Jorge Calvo, conmovedor.
Aitana e Irene son en estos momentos lo mejor de lo mejor que pisa nuestras tablas en papeles de mujer madura y jovencita inocente. Sánchez Gijón viene de un papel completamente diferente en aquella buena comedia del pasado otoño llamada ‘Babel’, donde ya mejoraba su intervención en ‘Santo’ de hace dos años. Su personaje es elevado desde el lodazal barriobajero a las alturas de una intelectual feminista y este contrasentido chocante termina formando parte del señuelo gracias a su magnetismo y convicción. Escolar sigue siendo la coqueta mosquita muerta de todas sus apariciones, bien porque esos papeles la buscan a ella o bien porque ella los mimetiza de esa forma. Tras la citada ‘Vendrán días mejores’ y destacar en ‘El mal de la juventud’ y la buenísima ‘Rock’n’roll’ de Tom Stoppard, irrumpió casi deslumbrante en ‘Oleanna’, se mantuvo fuerte en ‘Agosto (Condado de Osage)’, nos decepcionó un poco en ‘De ratones y hombres’ y ayer volvió a vencer; pero no convencerá del todo -al menos a nosotros- hasta que la veamos en papeles diferentes.
Reseñable la mezcla de acentos y de expresiones entre los dos lados del charco, el tipismo encantador de los piuranos, la precisión casi vallisoletana de estas mujeres de baja cuna y alta mente. Llegará pronto un día en el que en el teatro global en español habrá que precisar este tema con el calibre que hace ya tanto tiempo se emplea en el teatro en inglés. Mientras, el entramado nos enriquece y alegra.
Dice Vargas que en esta obra, ‘la Chunga y los inconquistables están atrapados, como en una telaraña. Algo pasó allí, en ese barcito miserable, una noche de antaño, aquella primera y última vez en que Meche, la amante de Josefino, visitó el bar de La Chunga, algo que encandila la imaginación y los deseos de esos hombres rudos e
ignorantes, y algo que sólo sabe la Chunga, pero no lo dice y nunca lo dirá. Porque, acaso, con el tiempo que ha corrido desde entonces y debido a sus propias fantasías, a lo mejor ni siquiera ella lo sabe ya con certeza. La memoria suele a menudo hacernos esa trampa: convertir las verdades en mentiras, volver ficción la realidad’. Y lo suscribimos. Pero el montaje que vimos ayer no lo hacía. Son las sutilezas del teatro, la facilidad del trazo gordo, el difícil trenzado de los matices.
En todo caso, tendremos Mario para rato. De sus restante obras teatrales, ‘Kathie y el hipopótamo’ se estrenará en noviembre, ‘Al pie del Támesis’ a principios de 2014, ‘La señorita de Tacna’ en el otoño de ese año y ‘Ojos bonitos, cuadros feos’ antes de que acabe. No tiene aún fecha ‘El loco de los balcones’ ni parece que vaya a salir del cajón eterno ‘La huida del inca’. No se habla de su última producción basada en Las mil y una noches, pero ya se anuncia que está escribiendo otra pieza teatral. Ha cumplido 78 años el mes pasado.
VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 8
Texto: 8
Dirección: 7
Interpretación: 8
Escenografía: 8
Realización: 8
Producción: 8
Programa de mano: 8
Documentación a los medios: 7
Teatro Español
‘La Chunga’, de Mario Vargas-Llosa
Dirección: Joan Ollé
Del 25 de abril al 16 de junio
Reparto (por orden de intervención)
El mono, Tomás Pozzi
Lituma, Jorge Calvo
José, Rulo Pardo
Josefino, Asier Etxeandía
La Chunga, Aitana Sánchez Gijón
Meche, Irene Escolar
Escenografía, Sebastià Brosa
Iluminación, Lionel Spycher
Vestuario, Miriam Compte
Movimiento escénico, Andrés Corchero
Diseño de sonido, Orestes Gas
Ayudante de escenografía y vestuario, Nicolás Bueno
Ayudante de dirección, Iban Beltran
Dirección Joan Ollé
Una producción del Teatro Español.