Esta nueva versión del célebre drama histórico de Lope de Vega suprime el perdón real con que culmina, alterándola gravemente, en una producción modesta de simple puesta en escena y aceptable interpretación. Al dúo veterano de adaptadora y director les hemos visto mejores trabajos.
Escrita hace cuatro siglos por un Lope de Vega en la plena madurez de su creatividad, ‘Peribáñez y el Comendador de Ocaña’ es una de las obras memorables del teatro del Siglo de Oro, junto a Fuenteovejuna, El mejor alcalde, el rey, y El caballero de Olmedo, dentro de ese magma asombroso que forman las más de cuatrocientas piezas suyas que se conservan.
Es la historia de un simple trabajador que se toma la justicia por su mano ante los abusos de un alto cargo político. Es la irrupción en la cultura española de la nueva clase emergente que exige respeto a la nobleza que la subyuga. No está planteada en esos términos políticos que plantearán las revoluciones inglesa y francesa, ni en los de explotación económica que traerá el marxismo. Se trata del núcleo de la dignidad humana, del honor y de la honra, del intangible respeto que el ser humano merece y aprecia. En esta obra, así nos la presentan, Lope aúna las cualidades que definen y aportan valor a su producción dramática, la ruptura de las leyes aristotélicas, un concepto del teatro como arte para entretener al espectador, y una estructura argumental que crearía escuela.
Pero la veterana ‘Noviembre Compañía de Teatro’ no se digna en explicarnos su propuesta, las razones de Pallín para introducir muchos retoques y alterar el final, los argumentos de Vasco para un montaje que aúna el historicismo de vestuario con la atonía escenográfica. En el drama de Lope, Casilda se casa con Peribáñez, un humilde villano, y en la fiesta celebrada en el pueblo el comendador sufre una cogida por uno de los toros de la fiesta. Casilda se encarga de cuidarlo y es así como el Comendador se enamora de Casilda. Peribáñez advierte lo que está pasando y se arrepiente de haberse casado con una mujer tan bella. El comendador empieza a visitarla a su casa en ausencia de Peribáñez, a la par que trata de ganarse a Peribáñez con regalos mientras halaga a Casilda. Luego Peribáñez, cuando el Comendador lo invita a participar en una guerra contra los Moros, (en la cual acepta participar), le entrega una prenda negra, en vez de una verde, en señal de desconfianza y marcha a Toledo a cargo de una numerosa cantidad de soldados españoles. El comendador, feliz de su partida, aprovecha la ausencia de Peribáñez e intenta conquistar a Casilda, esta se niega, y Peribáñez sale de su escondite y hiere al comendador. Este se paraliza y sale corriendo, además de pedirle a Leonardo que no busque venganza en el Comendador, luego Peribáñez mata a Luján y a Inés, y se da a la fuga. Ya en el invierno se comentan las hazañas y asesinatos de Peribáñez, el Rey se vuelve loco de rabia y manda a matar a Peribáñez. En ese momento, aparecen Peribáñez y Casilda y el Rey, Enrique III el Doliente, les da una oportunidad de contar su versión. Al rey le parece justo lo que hizo Peribáñez y lo deja libre. Luego de esta escena, la reina le regala a Casilda cuatro vestidos por su casamiento con Peribáñez.
En la adaptación de Pallín, el comendador se cae del caballo, el encuentro con Casilda es fugaz, y el Rey ni aparece. Se ve que no es buen momento para sacar reyes justicieros. La mayor aportación del montaje de Vasco es una recia banda musical, que entendemos fidedigna al folclore de la época, y que contribuye a realzar la pieza. Se supone que es suyo también el acertado manejo del verso por parte del reparto. Un pintoresco vestuario de época y una iluminación detallista completan la puesta en escena, estrenada hace un año en Valladolid y pasada por el rubicón del festival clásico de Almagro.
El elenco es homogéneo y consigue autenticidad. Una vez más debemos destacar la aportación de los personajes secundarios -el depravado lacayo Luján, el eficiente criado Leonardo y el simpático cura Antón junto a la tontuela de la prima Inés-, que siempre son esenciales en el resultado final, sin que no dejen de ser notables la Casilda de Elena Rayos, verdadera protagonista en la sombra, entre el bueno del Peribáñez de Rafael Ortiz y el malo del comendador de Alberto Gómez. Manuel Pico exhibe vozarrón y dinamismo en el labrador Bartolo, y Daniel Santos hace de caravaggio toledano.
En conjunto todo llevadero y todo muy aceptable para acompañar unos maravillosos fuegos artificiales de la lengua castellana, un despliegue cegador de términos ya en desuso, de cuando todo y cada cosa, la vestimenta, el mobiliario, los trabajos cotidianos, recibían cada cual su particular denominación ajustada y espléndida, todas esas que hacen abultado el diccionario de la lengua española y prosaico el hablar nostramo. Anotemos en el haber de esta Guía Cultural que estamos ante otro clásico en escena, en un invierno madrileño que se está prodigando, con Lope, Cervantes y Calderón en los escenarios.
VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 8
Versión: 6
Dirección: 7
Interpretación: 7
Puesta en escena: 6
Producción: 6
Programa de mano: 0
Documentación a los medios: 0
FERNÁN GÓMEZ CENTRO CULTURAL DE LA VILLA
Peribáñez y el comendador de Ocaña, de Lope de Vega.
Dirección: Eduardo Vasco
Versión: Yolanda Pallín
Del 3 al 27 de febrero de 2022
Reparto:
Peribáñez Rafael Ortiz
Casilda Elena Rayos
Comendador Alberto Gómez Taboada
Inés Mar Calvo
Luján Julio Hidalgo
Leonardo Francisco Rojas
Padre Antón Jesús Calvo
Bartolo Manuel Pico
Pintor Daniel Santos
Asesor de movimiento: José Luis Massó
Música y canciones: Eduardo Vasco
Iluminación: Miguel Ángel Camacho
Vestuario: Lorenzo Caprile
Escenografía y atrezo: Carolina González
Distribución y producción ejecutiva: Emilia Yagüe
Compañía: Noviembre Compañía de Teatro.
Duración, 80 minutos.
