‘Lo oculto en las colecciones Thyssen-Bornemisza’ es una exposición original, extraordinariamente presentada, que recorre la pintura occidental de todas las épocas buscando sus conexiones esotéricas, a menudo alambicadas y difíciles de detectar a primera vista. Un paseo muy denso y sugerente junto a destacados pintores que intentaron ir más allá de la realidad.
Se reúnen cincuenta y nueve obras de las colecciones del museo ( tanto de la permanente como de las privadas de varios miembros de la familia fundadora) en las que Guillermo Solana ha detectado con mucha paciencia y explica con minuciosidad rastros de lo oculto, mensajes para iniciados, intentos de trascendencia, huellas de la llamada filosofía perenne que ha resistido al racionalismo manteniendo su influencia en sectores intelectuales muy minoritarios pero de potente influjo. Solana ha trabajado con tesón y eficacia para desvelar detalles y aspectos de las obras de arte que han pasado inadvertidos y proponernos nuevas lecturas heterodoxas.
Las denominadas ciencias ocultas son prácticas y conocimientos trasmitidos en secreto que desde la antigüedad pretenden penetrar y dominar los secretos de la naturaleza por vías no racionales, una sabiduría secreta sólo accesible a unos pocos iniciados que con el tiempo se ha ido ampliando; son correspondencias entre distintas partes del universo (elementos, planetas, temperamentos, etc), en el marco de una correspondencia fundamental entre macrocosmos y microcosmos; y se descubren ejercitando ciertos poderes latentes en el ser humano que conducen a una transmutación espiritual. Los saberes ocultos han sobrevivido durante siglos en un entorno cultural hostil —dominado primero por la religión hegemónica y más tarde por el racionalismo y el positivismo— gracias a su capacidad de camuflaje e infiltración, dice Solana. Quizás también a que contienen algo de eso casi inaccesible a lo que llamamos verdad.
Y en las artes visuales, las ideas y creencias esotéricas han encontrado el terreno ideal para sus mensajes cifrados: desde las alegorías herméticas del Renacimiento hasta las disquisiciones vanguardistas del siglo XX. Adaptándose a las disciplinas y corrientes más conocidas de la tradición ocultista, la exposición se organizada en torno a siete temáticas:
1. Alquimia .- Las rocas fantásticas en los fondos de paisaje de la pintura renacentista –especialmente de la Escuela de Ferrara– pueden aludir a explotaciones mineras, vinculadas en la época a las investigaciones alquímicas. La alquimia reaparece con fuerza en el arte del siglo XX, por ejemplo en Max Ernst o en Lucio Fontana.
2. Astrología.- El interés por los cuerpos celestes y su influencia en la vida humana ha dejado huellas en infinidad de obras de arte de distintas épocas. Puede ser un zodiaco en una tabla religiosa, un horóscopo en un retrato o el mito del nacimiento de una constelación. Las estrellas y sus figuras virtuales volverán a apasionar a artistas como Miró, Cornell, Matta…
3. Demonología.- La fascinación por las variedades de lo demoníaco recorre toda la historia de la iconografía cristiana. Aparte de los diablos etiquetados como tales, en la pintura del Renacimiento y el Barroco hay una plétora de rostros grotescos, indicios de “mal de ojo” y otras presencias inquietantes que encarnan las asechanzas del Maligno.
4. Espiritismo.- El ocultismo renació en el siglo XIX bajo la forma de una obsesión por la comunicación con los espíritus de los muertos. Ciertos cuadros en el penúltimo cambio de siglo, con sus figuras sonámbulas en ambientes crepusculares o nocturnos, evoca a menudo la atmósfera de las sesiones espiritistas.
5. Teosofía.- Fundado en 1875 por Helena Blavatsky, el movimiento teosófico combinaba elementos de la tradición esotérica occidental con religiones y filosofías orientales. A comienzos del siglo XX disfrutó de una enorme influencia cultural e inspiró a los pioneros del arte abstracto, como Kandinsky y Kupka, Balla y Severini, Mondrian y Van Doesburg.
6.- Chamanismo El artista de vanguardia se identifica con la figura del chamán, mediador espiritual y sanador en muchas culturas. Picasso, Chagall, Kandinsky o Pollock son casos notorios de apropiación de objetos y rituales chamanísticos.
7. Sueños, oráculos y premoniciones.- Los surrealistas se apasionaron por el ocultismo y adoptaron sus prácticas, aunque no necesariamente sus creencias. Investida de aparente rigor científico por el psicoanálisis, la interpretación de los sueños ocupa un lugar central entre sus obsesiones, especialmente vinculada a las premoniciones y los poderes de los videntes. Las obras de Dalí, Ernst, Tanguy o Delvaux dialogan en esta sección con artistas difíciles de encasillar como Schad, Balthus o Bacon.
Muchas de las obras expuestas son muy conocidas por el público aficionado a visitar museos y sus exposiciones temporales, pero en este nuevo contexto adquieren dimensiones sorprendentes, y esta muestra es un excelente ejemplo de cómo mover los fondos de un gran museo buscando conexiones temáticas desconocidas y sugerentes. No estamos ante una propuesta ligera de equipaje, sino ante un desafío denso aunque solo fuera por encontrar en cada obra las pistas y sugerencias ocultistas que ha detectado el comisario. Sin duda que la búsqueda de lo trascendente, del alma de los seres vivos y de la esencia intangible de las cosas, ha sido constante en la historia del arte, tan insistente como incomprendida. Casi dominante en las vanguardias de los dos últimos siglos, pero siempre dejada de lado por incomodidad del racionalismo imperante. Esta exposición rompe una lanza por ampliar nuestra perspectiva hacia otros mundos que también están en este, esa conexión universal que buscaron muchos artistas al margen de los caminos religiosos trillados, que asumieron los hippies primero y la New Age después.
La propuesta se ciñe a los fondos del museo, dejando fuera de su órbita una enorme galaxia de pintores -qué decir de Remedios Vara o Leonora Carrington, de Duchamp o Rotchko, por nombrar a algunos- por no entrar en el universo artístico en su conjunto. En Los Ángeles de mitad de los años 80 se celebraría una exposición seminal, ‘The Spiritual in Art. Abstract Painting (1890-1985)’, que después se vería en Chicago y La Haya. Luego vendrían otras, aunque la relación del arte con los cultos secretos siempre ha permanecido en un segundo plano, ignorada. La contracultura de los años 60 y 70 generó un boom de lo esotérico y lo espiritual que duró hasta el cambio de milenio. Quizás tras unos años de decadencia, ahora ha repuntado.
‘La luz negra. Tradiciones secretas en el arte desde los años 50’ fue el título de la exposición que en octubre de 2018 presentó el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) recorriendo el ocultismo, las sociedades secretas y herméticas, la psicodelia, el misticismo o el esoterismo, con cerca de 350 obras entre lienzos, dibujos, portadas de discos, collages, fotos y películas, la mayoría poco vistos hasta la fecha, y la presencia de Henri Michaux, Kenneth Anger, Harry Smith, Mark Rothko, Carl Gustav Jung, Joseph Beuys, William S. Burroughs, Alejandro Jodorowsky, Sun Ra, Antoni Tàpies, Genesis P-Orridge, Suzanne Treister y Derek Jarman: escritores, psiquiatras, cineastas, pintores, músicos y dibujantes unidos por esta luz negra. un concepto del sufismo, ‘el estadio que perseguían los místicos relacionados con los colores hasta llegar a la luz negra, el éxtasis absoluto en contacto con la divinidad’, como contaba Quim Casas en su reseña de entonces para El Periódico. Vicenç Villatoro, el director del CCCB explicaba en la presentación que no se trataba de ‘una enciclopedia ilustrada del pensamiento esotérico. Tampoco es una reivindicación de estas corrientes, ni su refutación’, sino de mostrar como desde mediados del siglo XX y hasta la actualidad han sido planteados una serie de temas ‘fuera del sistema científico y racional, contra la tradición hegemónica’.
En enero de 2022, el suplemento cultural ‘Babelia’ -refugio de la progresía superracionalista e hiperagnóstica- tuvo que rendirse a la evidencia y publicar un extenso reportaje de Silvia Hernando titulado ‘La cultura se llena de magos y videntes’. En fin, lo oculto está ahí, esperando acercamientos como este del Thyssen.
Aproximación a la propuesta (del 1 al 10)
Interés: 9
Despliegue: 9
Comisariado: 8
Catálogo: 7
Documentación a los medios: n/v
Programa de mano: 7
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza
Lo oculto en las colecciones Thyssen-Bornemisza
Sala de exposiciones temporales (planta baja)
Comisariada por Guillermo Solana, director del Museo
Hasta el 24 de septiembre.