El cardenal Ortega fue anfitrión de las históricas visitas de Juan Pablo II, en 1998, de Benedicto XVI, en el 2012 y del Papa Francisco, en 2015.
El papa Francisco aceptó la renuncia al gobierno pastoral de la archidiócesis metropolitana de San Cristóbal de La Habana, Cuba, presentada por el cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino, al cumplir la edad estipulada, explica una nota del Vaticano.
Le sucederá en el cargo monseñor Juan de la Caridad García Rodríguez, hasta ahora arzobispo de Camagüey (Cuba). Nació el 11 de julio de 1948; estudió Filosofía y Teología en el seminario de San Basilio de El Cobre y en el seminario mayor San Carlos y San Ambrosio de La Habana. Fue ordenado sacerdote el 25 de enero de 1972.
Realizó el ministerio sacerdotal en la parroquia de Morón y en la de Ciego de Ávila. Fue también párroco de Jatibonico y de Morón y vicario para la pastoral de la entonces vicaría de Ciego-Morón. En 1989 fue nombrado párroco de Florida. Fue también fundador y director de la Escuela para misioneros de la diócesis de Camagüey.
El 15 de marzo de 1997 fue nombrado obispo titular de Gummi de Proconsolare y Auxiliar de Camagüey, y recibió la ordenación episcopal el 7 de junio sucesivo. El 10 de junio de 2002 fue nombrado arzobispo de Camagüey.
El reemplazo de Ortega había sido postergado por decisión del Vaticano pues había presentado su renuncia el 18 de octubre de 2011 a Su Santidad el Papa Benedicto XVI, tal y como estipula el Código de Derecho Canónico, que establece la presentación de la renuncia al cumplir 75 años.
El Cardenal jugó un rol clave como interlocutor del Gobierno cubano en los últimos años. Su intervención consiguió la liberación de decenas de presos políticos cubanos entre 2010 y 2011, la mayoría de los cuales tuvo que marcharse al exilio en España y Estados Unidos.
En los últimos años, el cardenal Ortega fue anfitrión de las históricas visitas de Juan Pablo II, en 1998, de Benedicto XVI, en el 2012 y del Papa Francisco, en 2015.
«Testigos de la invaluable labor pastoral que el Cardenal Jaime Ortega Alamino ha desempeñado desde que el Santo Padre San Juan Pablo II lo nombrara Obispo de Pinar del Río en 1978, y luego Arzobispo de La Habana en el año 1981, expresamos nuestra gratitud al Sr. Cardenal por su docilidad a la acción del Espíritu Santo en el pastoreo de la grey a él confiada», indica una nota del Arzobispado de La Habana.
El Cardenal Jaime Ortega Alamino establecerá su residencia en el Centro Cultural «P. Félix Varela» (antigua sede del Seminario San Carlos y San Ambrosio), donde, con la oración y su experiencia,continuará sirviendo a la Iglesia; además de las funciones que le son propias como Cardenal de la Iglesia al servicio del Papa», asegura el comunicado.
En este caso, Francisco fue particularmente generoso con Ortega y Alamino, a quien lo mantuvo en el puesto hasta casi sus 80 años, que cumplirá en octubre próximo.
Esa generosidad tiene sus razones: el pontífice y el cardenal no sólo mantienen una cercana amistad, el segundo se convirtió en el mensajero secreto del primero, en la delicada negociación que involucró al Vaticano en el acercamiento entre la isla caribeña y Estados Unidos.
Entre julio y agosto de 2014, en pleno verano boreal, Ortega y Alamino entregó en mano al presidente estadunidense, Barack Obama, una carta autógrafa del Papa Francisco, durante un encuentro reservado en la Casa Blanca.
Para lograrlo contó con la complicidad de los jesuitas de la Universidad de Georgetown, en Washington, quienes accedieron a organizar una conferencia que le permitiese -a modo de excusa- viajar a la capital estadunidense y escabullirse para su encuentro con el presidente.
Otro cardenal, el arzobispo emérito Theodore Mc Carrick, fungió de facilitador de esa reunión. Junto con el arzobispo de Boston, Sean O’Malley, custodiaban con celo la secreta petición del Papa: Ortega y Alamino debía entregar en mano ambas cartas.
Eran textos de puño y letra de Francisco. Decían lo mismo. Uno para Raúl Castro y el otro para Barack Obama. Entregar el del mandatario cubano fue fácil, sólo bastó un viaje en avión privado hasta la playa paradisiaca donde pasaba sus vacaciones.
La difícil fue la misión en Washington, el 18 de julio de 2014. Ese día Ortega y Alamino salió de Georgetown casi a hurtadillas, a bordo de un automóvil con destino a la Casa Blanca. Allí, en el jardín de las rosas, entregó a Obama su mensaje.
La entrega de esas cartas desbloqueó negociaciones que se encontraban empantanadas entre Estados Unidos y Cuba, poniendo a la Santa Sede como mediadora en el tramo final de un diálogo que llevó al restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los dos países.
Ortega y Alamino es recordado por otros episodios, uno de ellos vinculado directamente a la elección del Papa Francisco. En marzo de 2013, en las reuniones previas al Cónclave, el cardenal cubano quedó impresionado por el discurso de su homólogo argentino, Jorge Mario Bergoglio.
Así, en una de las pausas de las congregaciones generales (como se conoce al pre-Cónclave), se acercó al arzobispo de Buenos Aires y le pidió una copia de su discurso, pero este le respondió que no tenía ningún texto escrito.
Al día siguiente Bergoglio se acercó a Ortega para entregarle un papel con una serie de anotaciones escritas a mano, se trataba de un resumen de su intervención escrita de su puño y letra.
Una vez elegido el nuevo Papa, el cardenal cubano pidió y obtuvo del autor el permiso para publicar aquel valioso apunte. Así todos los fieles católicos pudieron entrar, aunque sea indirectamente, a las discusiones que llevaron a la elección de Francisco.
El papa Francisco ha aceptado también la renuncia de monseñor Alfredo Víctor Petit Vergel como auxiliar de la diócesis de San Cristóbal de La Habana por superar los 75 años.
(RD/Agencias)