«Trabajo para destruir tu medio de vida»

Lucía Etxebarría le falta al respeto a Víctor Janeiro y a su forma de ganarse la vida

La escritora, antitaurina militante, dijo no poder hacer buenas migas con un torero

Lucía Etxebarría le falta al respeto a Víctor Janeiro y a su forma de ganarse la vida
Lucía Etxebarría y Víctor Janeiro TV

Este martes 20 de febrero de 2018 llegó la edición VIP de Ven a cenar conmigo , un singular y divertidísimo spin off del concurso gastronómico de Cuatro pero protagonizado por personajes famosos. En esta ocasión el espacio que hasta ahora estaba en el acces time de la segunda cadena de Mediaset, salta al prime time de la mano de la actriz y presentadora Ana Obregón, la escritora Lucía Etxebarria, el futurólogo Rappel y el diestro Víctor Janeiro.

La primera en tomar el testigo como anfitriona fue Lucía Etxebarría que dejó claro desde el comienzo que «que vengan a cenar a casa me estresa». Para ello, los famosos se desplazaron al céntrico barrio madrileño de Lavapiés para compartir una velada muy especial donde el menú contará con claras influencias marroquíes y orientales que no resultarán del agrado de todos. De hecho, no resultó del agrado de nadie. Ana Obregón, al ver el aspecto de la comida que la escritora le ofrecía, alegó haber padecido recientemente una gastrointeritis que le impedía probar nada.

Sin embargo, no hará falta esperar a sentarse a la mesa para que comiencen los primeros roces entre los invitados. Cuando Victor Janeiro picó a la puerta de Lucía Etxebarría, antitaurina militante, la anfitriona no sabía quién era su invitado. Obregón, temiéndose lo que podía pasar, le explicó a la escritora quién era y a qué se dedicaba Janeiro.

«Pues yo soy antitaurina, así que trabajo para acabar con tu medio de vida», le espetó la escritora, «pero en aras de la convivencia, vamos a evitar este tema y a intentar tener una cena agradable». La escritora no acababa de creerse que un torero estuviese cenando en el salón de su casa, «esto es muy duro para mí. Yo respeto a quien viene a mi casa, pero con un torero no puedo hacer buenas migas». Rappel, acostumbrado a manejarse entre «presencias de gran fuerza energética», fue el encargado de mediar entre los dos concursantes para que no acabasen a bofetones.

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