Desde el Atlántico

Carlos Ruiz

9 de mayo: el triste 60 aniversario de la Unión Europea

El 9 de mayo se celebra el día de Europa. La fecha conmemora el día 9 de mayo de 1950 (hace hoy 60 años), día en que Robert Schuman, Ministro francés de Asuntos Exteriores, emitió una importantísima declaración que está en el origen de las Comunidades Europeas, luego convertidas en Unión Europea. Ningún periódico de ámbito nacional recuerda la efemérides, ni siquiera el que cuenta en su dirección con un miembro del movimiento «Paneuropa», en un tiempo glorioso y ahora decadente. Pero ante la brutal crisis que azota a la Unión Europea, con el euro zarandeado, conviene volver a leer esa declaración, para ver qué se ha hecho mal.

I. EL ORIGEN DE LA DECLARACIÓN SCHUMAN
La declaración Schuman se emite después de que el sueño europeísta se frustrara, de nuevo, tras el final de la segunda guerra mundial.
Antes de la Segunda Guerra Mundial la idea de la unión europea ya contaba con una larguísima tradición jalonada por las más importantes figuras de la política y la intelectualidad europea, desde Carlomagno hasta Aristide Briand, pasando por Dante Alighieri, Carlos V, Novalis, el conde Saint-Simon, Victor Hugo, etc.
La destrucción sufrida por Europa tras esta segunda guerra mundial hizo creer a los europeístas que, por fin, los líderes de las naciones europeas se darían cuenta de la perentoria necesidad de la unión europea. Tras un debate intelectual y político suscitado en los primeros años de la postguerra se convocó una conferencia de la que nació en 1948 el Consejo de Europa. Sin embargo, el Consejo de Europa, aunque asumió en parte la retórica federal norteamericana, en la práctica resultó una enorme frustración para quienes buscaban la unión europea.
Ese fracaso se intentó paliar al año siguiente con la adopción, en 1949, del Convenio Europeo para la protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales. Pero incluso este convenio, un gran paso adelante, no satisfacía las expectativas de unión europea.
El origen de la declaración Schuman está, precisamente, en este contexto de profunda decepción por la frustración del objetivo de unión europea.

II. LA DECLARACIÓN SCHUMAN
Robert Schuman, ministro de Asuntos Exteriores de Francia, era él mismo el símbolo vivo de Europa, fue sucesivamente francés y alemán por haber nacido en Alsacia, la tierra cuya posesión desencadenó numerosas guerras europeas.
El fracaso de los proyectos de unión política europea, lejos de desanimar a Schuman en su objetivo final de conseguir la unión europea, le movieron a cambiar, no de estrategia, sino de táctica.
La declaración Schuman es la expresión de esa táctica, que, por lo demás, no es original de Schuman ya que fue antes propuesta por Carl Friedrich Goerdeler, político alemán que participó en la «operación Walkiria» contra Hitler y que murió ejecutado en la horca por los nazis.
El 9 de mayo, Schuman, inspirado por las ideas de Goerdeler, emitió su famosa declaración de la que extraigo aquí los pasajes más importantes:

La contribución que una Europa organizada y viva puede aportar a la civilización es indispensable para el mantenimiento de unas relaciones pacíficas.
(…)
Europa no se hará de una vez ni en una obra de conjunto: se hará gracias a realizaciones concretas, que creen en primer lugar una solidaridad de hecho.
(…)
Con este fin, el Gobierno francés propone actuar de inmediato sobre un punto limitado, pero decisivo.

El Gobierno francés propone que se someta el conjunto de la producción franco-alemana de carbón y de acero a una Alta Autoridad común, en una organización abierta a los demás países de Europa.
La puesta en común de las producciones de carbón y de acero garantizará inmediatamente la creación de bases comunes de desarrollo económico, primera etapa de la federación europea, y cambiará el destino de esas regiones, que durante tanto tiempo se han dedicado a la fabricación de armas, de las que ellas mismas han sido las primeras víctimas.

III. LOS DESARROLLOS DE LA DECLARACIÓN SCHUMAN
La declaración Schuman fue puesta en práctica al año siguiente, al firmarse en 1951 el Tratado instituyendo una Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA). Seis países formaron la misma: Francia, Alemania Federal, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo.
El éxito de la CECA fue tal que apenas dos años después se intentó ya crear un complemento de la misma de claro contenido político: la Comunidad Europea de Defensa (CED). Lamentablemente, en verano de 1954, cuando ya cinco de los seis Estados de la CECA lo habían hecho, el parlamento de Francia se opuso a la ratificación del tratado CED. Francia dio entonces el golpe de muerte a cualquier futura unión política europea.
Después de aquel nuevo fracaso, se volvió al «método Goerdeler-Schuman» y se profundizó en la unión económica. Así nacieron en 1957, la Comunidad Económica Europea (CEE) y la Comunidad Europea de la Energía Atómica (CEEA-Euratom).
La CEE fue un éxito. En 1972 tres Estados firmaron su adhesión (Reino Unido, Irlanda y Dinamarca). En 1981 se adhirió Grecia y en 1985 fueron España y Portugal quienes firmaron su tratado de adhesión.

IV. EL SALTO DE LA «CEE» A LA «UE»: UNA APUESTA BIENINTECIONADA PERO EQUIVOCADA
En 1992, en la ciudad belga (durante dos siglos española) de Mastrique (Maastricht), se firmó un nuevo tratado, el tratado de la Unión Europea. Este tratado pretendía añadir al «pilar económico» otros dos pilares sobre los que construir Europa: el pilar de la «política exterior y seguridad común» y el de la «política interior». Además, se proponía ahondar la unión económica con el establecimiento de una moneda común, el euro.
Se pensó, equivocadamente, que la «solidaridad de hecho» ya estaba conseguida y se podía construir la unión política… ¡Craso error!

El cálculo se ha demostrado erróneo.
Europa ha consumido muchísimas energías políticas y de dinero en intentar una unión «política» sin haber conseguido la plena «solidaridad de hecho» (unión económica).
Y se intentó profundizar en la unión económica introduciendo una moneda común… sin haber antes unificado muchos elementos previos, como la política fiscal.
La situación resultante ha sido la de una moneda común pero sin una política fiscal común ni una política presupuestaria común.
La consecuencia de lo anterior es la crisis griega… y la crisis en otros países, mayormente en España.

¿Cuál es la enseñanza que debemos extraer 60 años después de la declaración Schuman a la luz de la crisis de Grecia y de España?
La enseñanza es muy clara.
Urge refundar la Unión Europea.
Urge dejar de lado proyectos pseudo-constitucionales y urge concentrar los esfuerzos en consumar la unión económica.
Urge que los impuestos sean iguales en Europa.
Urge que las reglas presupuestarias y de gasto público sean iguales en Europa.

60 años después, otra vez, la historia es la maestra de la vida.

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Autor

Carlos Ruiz Miguel

Catedrático de Derecho Constitucional Director del Centro de Estudios sobre el Sahara Occidental Universidad de Santiago de Compostela

Carlos Ruiz Miguel

Catedrático de Derecho Constitucional
Director del Centro de Estudios sobre el Sahara Occidental
Universidad de Santiago de Compostela

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