Hasta ahora, había sido la jurisdicción civil la vía para tramitar las preferentes, pero en este caso ha sido admitida vía penal por lo que abre la puerta a que los directivos de las Cajas que vendieron preferentes acaben con condenas de prisión
Ricardo e Isabel son un matrimonio de 90 y 87 años de edad que viven en una aldea de Cantabria que en 2003 acudieron a su sucursal de toda la vida de Caja Cantabria (actualmente Liberbank) en Reinosa buscando una inversión sin riesgo para sus ahorros.
Pero en lugar de un depósito a plazo que fuera poco a poco generando intereses, la directora de la sucursal les colocó 72 títulos de las denominadas Participaciones Preferentes Cantabria Serie 1, por un importe de 72.000 euros.
No sólo eso, sino que después, según relata la querella admitida a trámite por el Juzgado de Instrucción 1 de Reinosa a la que ha tenido acceso Periodista Digital, «haciéndoles creer siempre que tenían su dinero en un producto seguro, sin posibilidad de merma y con plena disponibilidad, la directora de la sucursal obtiene una nueva compra del producto que más le interesaba para su proyección profesional en la entidad, que más lucro proporcionaba a Caja Cantabria y con idénticas observaciones torticeras, fraudulentas y tendentes al engaño para de esta forma colocar otros 30.000 euros en obligaciones subordinadas suscribiendo 30 títulos de Obligaciones Caja de ahorros de Santander y Cantabria MR04».
El penalista Francisco Javier Díaz Aparicio, el que fuera abogado de los piratas del Alakrana, ha logrado que sea admitida a trámite una querella por estafa contra la directora de una sucursal bancaria y contra Liberbank y Caja de Ahorros de Santander y Cantabria.
Hasta ahora, había sido la jurisdicción civil la vía para tramitar las preferentes, pero en este caso ha sido admitida vía penal por lo que abre la puerta a que los directivos de las Cajas que vendieron preferentes acaben con condenas de prisión.
«Esta operativa llevada a cabo por la directora de la sucursal –continúa el texto de la querella–, contaba con el diseño, apoyo y beneplácito de los responsables de Caja Cantabria que encomendaron a sus empleados y directores a conseguir que determinados clientes, sin conocimientos financieros y con toda la confianza depositada en la Caja de Cantabria, invirtieran sus ahorros en este tipo de productos complejos y elevado riesgo, obteniendo, cada uno de los empleados el correspondiente beneficio al aumentar la productividad.»