En plena crisis del coronavirus, Las Corts Valencianas decidieron que sus diputados se subieran el 2 por ciento del sueldo. Ahora, asustados con la que está cayendo, han tomado la “generosa” decisión de dejarlo en suspenso.

Ahora, digo, con la gente del común abocada a un paro pavoroso y sin medidas inteligentes que lo palíen, la clase política empieza a reaccionar, compitiendo por ver quién es la más progre de todas y la más solidaria, rebajando sus emolumentos para estar así con “los que sufren”.

Nada que objetar si se hubiese hecho antes, si las Cortes y otras instituciones no llevasen ya paradas un mes sin dar ni golpe, y si la medida de ajuste abarcase también a la pléyade de asesores, asesores de asesores y paniaguados varios.

Las fórmulas, además, son pacatas, afectando, sobre todo, a dietas, desplazamientos y otros gastos que de hecho ya no cobran simplemente porque los Parlamentos españoles están cerrados. Así, cualquiera.

El ranking de generosidad lo encabeza VOX, opuesta desde siempre a las subvenciones a partidos, con la trampa, en su caso, de que es la única agrupación con un gran superávit al haberse convertido de golpe y porrazo en la tercera fuerza política nacional y cobrar una pasta gansa por sus 52 diputados en la Carrera de San Jerónimo.

En el extremo opuesto, mírense por dónde, están los políticos de Podemos, que justifican su cicatería en que ellos ya vienen haciendo donaciones de su sueldo, claro está que se trata de donaciones que hacen a su propio partido, con lo que más que mérito, lo suyo constituye todo un sarcasmo.

A partir de ahora veremos, pues, a los aparatos de propaganda de los respectivos partidos compitiendo por hacer creer a la opinión pública que el suyo es el más “solidario”, cuando en realidad todos ellos están más preocupados de sí mismos y del posible rédito electoral que del bienestar de los ciudadanos.